Algunas historias de terror comienzan con una vieja leyenda, otras con un suceso impactante, unas cuantas con muerte. La mía comenzó con una psicópata. O al menos así lo veía yo en ese momento de mi vida.
El colegio AmbRuss tenía el prestigio en alto. Los mejores profesores, los mejores estudiantes. Se decía que era el colegio del que grandes empresarios, futuros adultos necesarios para la sociedad, egresaban. Cualquiera en su sano juicio daría todo por estar entre las filas de la población estudiantil del Colegio AmbRuss.
Hyunjin había estudiado allí desde preescolar. Sus padres habían trabajado en todo lo que pudieron hasta poder costearse una buena vida en ese país y, finalmente, brindarle lo mejor de lo mejor. Ellos siempre se sintieron orgullosos del instituto en el que se encontraba, pero él no necesariamente creía así. El colegio podía tener todo el prestigio del mundo, pero solo Hyunjin y los de su condición sabían lo que de verdad ocurría entre los pasillos.
— Por favor detenganse —suplicó, intentando apaciguar los quejidos que escapaban de sus labios. Se encontraba en el suelo mientras su cuerpo era sometido a golpes, deseando que sus súplicas surtieran efecto y las agresiones se detuvieran, pero en vez de eso aumentaron. Las burlas también— Yo no te hice... nada —intentaba explicar con la desesperación bordeando sus emociones. Consiguiendo únicamente que los autores de su miseria se echaran a reír.
Más que odiarlos a ellos me detestaba a mí mismo cuando no podía evitarlo, cuando en vez de defenderme permití me lastimaran de esa manera.
Los golpes aumentaron cada vez más, una patada contra su estómago le hizo abrazarse. Las risas fueron su victoria y uno de los chicos, Félix, se inclinó hasta quedar a su altura, llevando una mano a su barbilla. El joven le sonrió sarcástico antes de mostrarle la tinta.
— No —suplicaba, intentando evitar, en vano, una voz lastimera—. Félix, por favor. Seungmin... —murmuró, mirando al que los dirigía, observando desde la puerta— por favor
— No, él no quiere ayudarte —Félix miró divertido, parecía estar disfrutando en demasía lo que hacía—. Creí que ser un chico al estilo de mi país era tu sueño frustrado —sonrió con diversión, soltando mas risas de excitacion mientras pasaba la tinta por sus cabellos y alrededores—. Es una lástima, porque sin importar cuanto lo intenten o cuanto consigan mezclarse entre nosotros, jamás serán nuestros ciudadanos.
Sellaron su obra con fotografías que más tarde dejarían circular en el anonimato de lo más oscuro en las redes sociales. Se marcharon entre risas, dejándole abandonado a su suerte. Demostrando de la manera más inhumana la fragilidad de los débiles.
Mis padres llegaron al que todos llamaban "el país de las oportunidades" durante su juventud. Trabajaron arduamente para conseguir la ciudadanía y hacerse de sus bienes. No nos faltaba nada, ellos solían decir que yo debería estar agradecido con el gobierno tolerante del lugar que nos permitía conseguir nuestros sueños. Lo que no sabían era la realidad detrás de esos rostros que fingían tolerancia y respeto. No eran capaces de entender que más allá de los gruesos muros del colegio AmbRuss la realidad golpeaba a cada chico que no era un pura sangre. No importaba si eran personas de bien, con dinero, con padres ya legalizados o con talento, daba igual, se les notaban los origenes y ellos no podían tolerarlo. Fue así como caí en las garras del grupo de psicópatas de mi instituto.
Seungmin Kim, se dice por ahí, es el autor intelectual del acoso, líder de la pandilla de adolescentes que se dedica a molestar a los más débiles. Popular entre los chicos, amigo de las chicas y los tercer genero, querido por los maestros, el modelo a seguir que las madres quieren. Un demonio disfrazado de ángel que es temido por los que no somos más que un pequeño ratón tratando de pasar desapercibido. Si los adultos supieran quién es esta persona en realidad, no lo llenaría de alabanza.
Hyunjin se levantó del suelo después de un buen tiempo, tratando inútilmente de sacudir su uniforme, aunque por dónde se le viera llevaba los rastros por la humedad de las baldosas. En el espejo observó con impotencia sus heridas, lavó su rostro y cabello intentando ignorar el dolor en el estómago. Nunca le mostraban compasión, de hecho iban cada vez más lejos en un intento absurdo por lo que llamaban limpiar el país.
Al abrir la puerta de los tocadores, un joven castaño estaba por ingresar. Con la preocupación en su mirada pudo analizarlo antes de soltar un suspiro frustrado, permitiéndose brindarle un abrazo que no fue correspondido.
— ¿Te duele mucho? —Preguntó con temor en su voz, aunque lo último que esperaba era escucharle decir lo mal que se sentía.
Pero no hablamos del físico, él y yo sabemos que más que nada lo que me duele es el corazón, el alma.
— Me duele todo —resumió, ganándose una mirada lastimera.
— Vamos, te voy a curar.
El castaño le quitó la mochila, pasando un brazo por el hombro ajeno para dirigirse juntos fuera del edificio. Tomando los pasillos más solitarios hasta la enfermería, después de intercambiar palabras con la encargada, ella los dejó pasar. Su compañero conocía la rutina, mientras él sabía que debía permitir las curaciones y la enfermera ya no ponía peros para dejarlos estar ahí.
Había personas con autoridad que sabían lo que ocurría, pero ninguna de ellas iba a involucrarse en 'simples problemas de chicos' como solían decir.
El proceso era un ciclo sin final. Seungmin y sus amigos se quedaban satisfechos unos días, pero unos días más tarde Hyunjin terminaría de nuevo en la enfermería. Semana con semana, mes tras mes, año tras año. Por los últimos tres años.
Si tan solo Seungmin pudiera entender lo que sus humillaciones provocaban en mi lado humano, quizás se hubiese detenido.
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El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin)
FanfictionHyunjin necesitaba sobrevivir a la crueldad con la que Seungmin y su grupo de "psicópatas" lo trataban cada día. Todos los colegios tienen historias, el colegio AmbRuss tenía la suya, pero era del verdadero terror.