Capítulo 8

435 69 0
                                    

— Debería darte vergüenza. Nosotros trabajamos para darte los estudios. Hemos hecho muchos sacrificios para que puedas tener un futuro mejor ¿Y así es como correspondes? ¡Es que pareciera que solo vas a jugar! Ahora no te importa, pero en el futuro te arrepentirás de no haber aprovechado tus estudios. Estás en un lugar lleno de oportunidades y estás desaprovechando todo. Hoy estamos aquí, pero si alguna clase de gobierno nuevo decide echarnos, podríamos perderlo todo.

Hyunjin guardó silencio mientras escuchaba a sus padres decir cientos de cosas, sobre lo difícil que sería la vida para él, o el sentimiento de fracaso que tendría en cuanto llegase a la edad adulta. No entendían, y no se interesaban en saber, el porqué no podía mejorar en los estudios. Estaban tan agradecidos con el país que no pensaban en algo más.

¿Por qué para los padres es difícil tratar de ponerse en el lugar de sus hijos? ¿Por que no me dejan hablar? A veces, lo único que necesito es que me escuchen. Sin embargo, ellos oyen unas cuantas palabras y no tardan en corregirme.

— Eres muy problemático, Hyunjin. No sé que hicimos para merecer algo así —concluyó el padre, mientras abandonaba la habitación. Su madre le observó por unos momentos con decepción y luego lo imitó, marchándose.

Al quedarse solo deseaba morir. Ya había perdido la cuenta de las veces que le había rogado a alguna fuerza superior que le quitase la vida. Simplemente le gustaría dejar de existir. Tal vez también sería beneficioso para sus padres. Sin él tendrían un problema menos.

Ojalá pudiera ser normal y molestarme con ellos mientras se les pasa el enojo por las calificaciones. Suponía que así son los padres, se molestan, dicen cosas que duelen, pero en realidad te quieren. Pero cualquier chico normal debería estar enojado y ofendido diciendo que sus padres son los peores del mundo, yo no puedo hacer eso, no puedo porque con quien me enojo, es conmigo mismo.








El profesor Yeun Mirren despidió a la clase, quedándose detras de su escritorio, observando con una sonrisa a todos los que salían. Hyunjin se daba prisa para guardar sus cosas, quería irse con la multitud y escapar de Seungmin y sus amigos. Sin embargo, apenas intentar salir, él se volvió para verlo y retenerlo.

— Ven aquí un momento —pidió el docente con amabilidad. Con nerviosismo él volvió en sus pasos para descubrir que necesitaba, pero el hombre aguardó a que más personas se fueran para llamar a otro alumno—. Seungmin, tú también quédate.

Hyunjin lo miró asustado, con ojos bien abiertos intentaba negar y decirle que no hiciera algo como aquello, mientras podía sentir los ojos de su agresor puesta sobre él. Intentaba mantenerle la mirada para asegurarle que no había abierto la boca o algo por el estilo.

El profesor de literatura, sin embargo, los matuvo en silencio hasta que todo el salon se encontró vacío y la puerta cerrada, entonces extrajo de uno de los cajones de su escritorio dos boletines de calificaciones. Sonrió. El adulto sonrió. No sabía si era una buena señal.

— Sí tienes problemas en las asignaturas, Hyunjin —comenzó diciendo, para luego apuntar el boletín de Seungmin, sus calificaciones, como era de esperarse, eran casi perfectas—. Y tú, Seung, pareces ser muy bueno en la mayoría. Verán, me quedé pensando el otro día sobre lo ocurrido en el pasillo, así que encontré esta solución; Seungmin , serás el nuevo tutor y compañero de clases de Hyunjin.

— ¡¿Qué?! —Exclamaron ambos con un gesto de espanto en la cara. El profesor se rio como si fuera algo en verdad gracioso y encogió de hombros.

— Sí, después de todo son amigos —les recordó, señalando el boletín del rubio una vez más—. No eres el mejor en mi materia, pero si él logra mejorar en las demás te voy a exentar y no tendrás que hacer examen. Además puedo darte una paga relativa, básicamente estoy contratandote.

Ante ese incentivo pareció solamente un poco más convencido, se lo pensó un momento, finalmente asintió con un suspiro. Literatura no era su mejor materia, exentarla sin problema para él era una gran tentación. De algún modo era algo que deseaba hacer.

En cambio, hasta hacía unos momentos, el maestro de literatura era el favorito de Hyunjin de todo el campus, pero luego de eso lo detestaba por haberlo condenado a Kim Seungmin. Cuando salieron del salón los del otro curso estaban listos para ingresar. Hyunjin fue prácticamente arrollado, mientras Seungmin era hábil en esquivar personas. Sus amigos brutos lo esperaban al fondo del pasillo, detalle por el cuál sintió temor, previniendo que irían por él. Así que tomando el valor necesario, giró en sus talones y bajó por las otras escaleras, de prisa.

Corrió como si su vida se fuera. La adrenalina aumentaba ayudándole a ir más de prisa. El miedo la iba llenando mientras caía en la cuenta de que Seungmin estaría obligado a enseñarle. Acababan de aceptar un acuerdo con el diablo y no podía pensar correctamente. Antes de llegar a la salida, por ir tan distraído y tan rápido, chocó con otra persona, consiguiendo que cayeran al suelo. El oxigeno regresó y nuevamente pudo pensar. Hyunjin sacudió la cabeza para intentar ponerse en pie y continuar su escape, sin embargo, en ese momento notó a cierto chico confundido frente a él, sentado mientras intentaba entender como habían llegado ahí.

— ¿Estás herido? —Preguntó el joven, preocupado al verlo tan asustado. Inmediatamente se puso de pie, sacudió sus ropas y extendió la mano hasta Hyunjin para ofrecerle ayuda.

Él se encontraba en pánico, asustado, nervioso. La voz de Jeongin sonaba a gloria, y al levantar la mirada, pudo corroborar que de cerca era más hermoso y poseía una sonrisa carismática que nunca antes pudo apreciar de esa manera. Aceptó su ayuda, pero al soltar la mano del chico de piel morena cobijó los restos de su tacto en un puño nervioso que ocultó en uno de los bolsillos de su pantalón, queriendo retener la calidez de su diestra en la suya.

Levantó la mirada solo un segundo y pudo verl9 sonriéndole, se balanceó un poco en sus talones, deseando gritar por ser tan torpe. Jeongin le observó por unos instantes antes de reír encantador, las mejillas ajenas se tiñeron de carmesí.

— Creo que sí estás bien, así que adiós.

Se marchó y su corazón por fin dio un brinco, permitiéndose la emoción porque el chico que le gustaba estuviera muy cerca suyo, de sentir su suave mano encajar en la suya. Era como si de pronto, en todo el pésimo día, hubiese un rayito de felicidad y sonrió. Ya no quería correr, no le importaba si los amigos de Seungmin aparecían para hacerle daño.

Avanzó apenas unos cuantos pasos cuando sintió dos presencias colgarse de él. Sonriente volteó a ver a sus amigos, ignorando el hecho de lo muy asustado que estaba minutos antes a causa del suplicio que viviría con Seungmin como profesor.

El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora