Lo peor de las tragedias es, según yo, cuándo la gente sigue el curso de su vida normal, como si nunca nada hubiera ocurrido.
— ¿Han comenzado con su proyecto? —Preguntó el profesor Mirren a Seungmin, entregándole el pago de esa semana. El joven recibió el sobre con dinero y suspiró antes de responder.
— No, recién comenzaremos a leer la carpeta que nos corresponde. Con todo el asunto de Daeyeon, mi novio también se fue del colegio y la verdad lo extraño —Seungmin frunció el ceño al descubrirse a sí mismo diciéndole eso a su profesor. No solo odiaba literatura, también al instructor por todo el embrollo en que lo había metido. O eso pensaba hasta que la situación con Lachlan le hizo descubrir que en realidad sí había llegado a quererlo y la necesidad de decírselo a alguien era mucha. Sobre todo porque se lo estaba confesando a un adulto como el profesor Mirren.
— Comprendo, las cosas cambiaron para todos. Incluso los profesores ahora tenemos más trabajo y restricciones —le dijo Yeun Mirren, mientras le regalaba una palmada en la espalda a modo de consuelo—. Espero que puedas superarlo y continuar bien. Igual puedes tomarte un tiempo para reflexionar.
— Sí, pero bueno, está bien. Hoy mismo comenzaremos con el trabajo.
A dos semanas desde que el colegio estuviera en el ojo del huracán, Daeyeon y Lachlan estuvieron oficialmente en otra escuela. Nadie ajeno al instituto estaba enterado de lo que había ocurrido, pero si la demanda procedía todo el país se enteraría de lo sucedido.
Hyunjin llevaba, por lo menos, esas dos semanas de paz relativa. Coexistiendo con un demente, sin que él le hiciera demasiado caso. Otra vez, estaba equivocado.
— Entonces ¿adónde queda tu casa?
Fue consciente, desde el momento en que Seungmin salió detrás de él, que no era nada bueno lo que ocurría. Sin embargo, confiado por los monitores y las nuevas medidas de seguridad del colegio sabía que no podía agredirlo. Como sea hubiera preferido un golpe antes de que Seungmin se sintiera buena gente.
— ¿Por qué quieres saber? —Preguntó temeroso, sin dejar de caminar.
El rubio hizo uso de toda la paciencia que tenía disponible y respiró profundo, mirando los alrededores.
— Tenemos un proyecto que comenzar. No puedo tratarte con "discriminación" o indiferencia porque sería sospechoso, así que lo mejor es fingir que todo está bien.
Hyunjin pasó un trago amargo y se dispuso a continuar el camino resignandose a que él lo acompañaría. Seungmin, sin embargo, lo tomó por la mochila para impedirle avanzar.
— No planeo caminar, tomaremos un vehículo, más te vale que no esté lejos.
No podría ser culpa, sin embargo, lo era. Hyunjin aguantó un suspiro frustrado cuando abordaron el auto. Seungmin en el asiento de enfrente, él viajó atrás. Sus manos temblaban mientras se debatía que tal vez su madre estaría en casa y qué, adulto al fin, podría terminar encantada con el chico.
La preocupación hacía que su corazón latiera más de lo normal, un sudor frío cubría su frente y, en menos tiempo de lo que deseó, el taxi se detuvo en frente de su domicilio. Seungmin pagaba mientras él se preparaba para enfrentarse a una tarde en su compañía. Al abrir la puerta de su hogar, sin embargo, no había nadie. Pasó un trago grueso mientras dejaba que Seungmin ingresara detrás suyo.
— Puedes tomar asiento en la sala o si prefieres en el comedor —indicó. Él no respondió, yendo directamente a la sala, se sentó en el suelo frente a la mesa de centro para comenzar a sacar el material de trabajo. Hyunjin se sentó en un costado de la mesa también, notando a Seungmin alejarse lo más que pudo— ¿Entonces?
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El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin)
FanfictionHyunjin necesitaba sobrevivir a la crueldad con la que Seungmin y su grupo de "psicópatas" lo trataban cada día. Todos los colegios tienen historias, el colegio AmbRuss tenía la suya, pero era del verdadero terror.