Hyunjin se encontraba nervioso, dando vueltas de aquí para allá mientras esperaba a que los padres de familia salieran del salón de clase. No era el único, sin embargo, que estaba ansioso. Eran días peligrosos después de las vacaciones, las entregas del boletín de calificaciones. Sobre todo para los qué, como él, se quebraban la cabeza logrando obtener por lo menos una calificación aprobatoria.
El curso de al lado salió de la junta con el asesor del grupo, Hyunjin podía notar las miradas de padres de familia; algunos decepcionados, molestos, unos pocos contentos y orgullosos. Las madres quisquillosas se quejaban y unas más defendían a sus hijos de lo indefendible. La madre de Minho, junto a este mismo salió a paso tranquilo. Ella lo reprendía por algo, mientras el chico reía con gracia, contagiando su optimismo con su madre.
— ¿Aún no sale tu mamá? —Preguntó la señora Lee al acercarse a él con una sonrisa, Hyunjin negó— Espero que me la saludes y que tengas suerte.
— Sí, yo también espero eso, señora Lee.
Minho le mostró una sonrisa amistosa antes de revolver sus cabellos. Madre e hijo le hicieron compañía unos minutos antes de despedirse y marcharse. Hyunjin sonrió al verlos alejarse. Un par de minutos después la puerta del salón de su curso se abrió dejando salir una horda de personas. Él necesitó hacerse a un lado para que pudieran salir sin que terminase arrollado. Se paró en las puntas de sus pies para mirar entre el mar de cabezas de los adultos, en busca de sus padres, pero no tuvo éxito y al final solamente quedó un pasillo vacío. Sabía lo que significaba, así que reunió el valor para asomarse a la ventana del salón, descubriendo a sus padres y algunos otros, hablando con el profesor tutor. Este se encontraba sentado en el escritorio mientras los padres en las sillas, prestando atención cuidadosa a las explicaciones del docente.
— Si te gusta saltar muros, seguramente también querrás saltar ventanas.
Hyunjin se alejó de la ventana al escuchar a Seungmin de repente, acto seguido una risa de diversión. A pesar de que lo observaba con desprecio, Seungmin le devolvió la mirada con una sonrisa burlona que le hizo sentir pequeño y vulnerable. El rubio lo detectaba, por supuesto, y tomaría ventaja.
— Si tan solo no tuvieras la pobreza y la delincuencia fluyendo por tus venas, tal vez tú y yo podríamos haber sido amigos.
El primer ataque. Hyunjin sabía que Seungmin era el prototipo perfecto de capitán que no perdía la oportunidad de demostrar su liderazgo cada vez que podía. Y él, considerándose menos que uno más, no sabía cuando era correcto responder y cuándo no.
— Si te doy tanto asco ¿por qué no simplemente me ignoras?
Mal momento para responder. Seungmin hizo rechinar sus dientes mientras le miraba con seriedad. En una acción rápida lo tomó por la muñeca, arrastrándolo consigo por el pasillo. El agarre era tan brusco que apenas podía seguirle el paso, sin dejarle tiempo para arrepentirse de haberle contestado, solo quedandole esperar su destino. Tal vez lo llevaría con sus amigos para que estos lo torturaran como castigo por haber hecho enojar a su lider, o quizás lo haría él misma después de haber demostrado que sí era capaz. Sin embargo, nada de eso ocurrió, su espalda golpeó contra la pared del pasillo solitario al que lo había llevado. Las manos de Seungmin se empujaron sobre el concreto a los costados de su cabeza, dejándole aprisionado, muriéndose de miedo. Seungmin más bajito que él, no entendía por qué simplemente no lo empujaba y se iba.
— ¿Crees que es fácil ignorar a alguien como tú? —Preguntó molesto, él no respondió nada, en un intento por mantener la paz, pero parecería enfadarse aún más— Oye, estoy hablandote.
— Es que... —su voz, al igual que sus piernas, temblaban— No lo sé.
— No lo sabes —rio sarcástico—, pues entonces te lo diré; la gente como ustedes es una plaga, un engaño que la sociedad utiliza para crear una irrealidad llamada igualdad. No se puede tratar de la misma manera a dos clases diferentes. A mis antepasados les costó abrirse el camino al éxito y los tuyos solo han aprovechado a provocar lástima para beneficiarse —le dijo, realmente enfadado—. Otras naciones son agredecidas, pero los asquerosos latinos no solo se aprovechan, sino que encima nos traicionan en la primera oportunidad —suspiró molesto, su respiración incluso había aumentado—. Y tú tuviste el infortunio de existir en la misma vida que yo. Lamento decírtelo, pero no voy a dejarte en paz mientras sigas existiendo.
Hyunjin tragó grueso ante la amenaza, aunque intentaba no demostrar su miedo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
— Mi familia no...
— Yo no sé como —lo interrumpió—. Pero si no puedo ahogar tu existencia, aunque sea voy a hacer que detestes lo que eres.
— No puedo cambiarlo, Seungmin —murmuró. El aludido le miró, atento y sorprendido—, te juro que lo he intentado, pero no puedo drenar mis venas y cambiar mi sangre, tampoco puedo cambiar a mis padres. Hablo tu idioma, participo en tus costumbres, incluso nací en este país. Yo no he invadido nada, tan solo estoy aquí y ya. Pero intento...
No pudo contenerse más, por lo cual se echó a llorar desconsolado. Seungmin le miraba con seriedad, el desprecio era evidente.
Muchas veces me prometí que ya no le demostraría lo mucho que me lastimaba, pero cada día encontraba la manera de herirme no solo físicamente, sino emocional. La dureza de sus palabras y el veneno con el que suele pronunciarlas me hacen imposible ignorarlo y terminan siendo como una daga con hiel enterrada en mi corazón.
Los sollozos inundaron el pasillo y aledaños, el joven profesor de literatura que caminaba cerca fue capaz de escucharlos y, preocupado, los siguió para averiguar que sucedía.
— ¿Quien está ahí?
Al escuchar la voz del docente, Seungmin intentó cubrir su boca para acallar los sollozos, pero fue muy tarde cuándo los pasos se volvieron cercanos. En un impulso de supervivencia se abrazó a él, una de sus manos acarició su espalda como si estuviese consolandole. Hyunjin no podía parar, mucho menos en ese momento.
— Oh, Seungmin —se impresionó el adulto al verlo, más al reconocer la cabellera castaña del chico— ¿Hyunjin?
— Hola, profesora —saludó el chico con naturalidad, una sonrisa surcó sus labios mientras daba una palmada amistosa a la espalda del alto.
— ¿Qué ocurre aquí? ¿Por qué está llorando?
— Ah, nada. Estábamos conversando, él se encuentra afligido por las calificaciones ya que de nuevo le fue mal con algunas materias —justificó con convicción, logrando convencerlo de su honestidad—. Si me permite, quizás quiera darnos privacidad.
— Sí, tienes razón, pero Hyunjin... —el aludido volteó un poco para verle, el adulto acarició sus cabellos con gentileza— No te aflijas demasiado, debe haber alguna solución y la encontraré.
— Sí, profesor.
— Gracias por cuidarlo, Seung —volvió la vista al más bajo de los adolescentes—. No sabía que eran buenos amigos.
— Sí, lo somos.
— Genial. Entonces los dejó solos.
Apenas se retiró, Seungmin lo empujó contra la pared, mirandole con molestia. Sacudió sus brazos como si quisiera quitarse los restos de él.
Ese fue el abrazo más doloroso que he recibido en mi vida. Supe entonces que prefería un golpe suyo en lugar de un abrazo.
— Más te vale no decirle esto a nadie. No fue porque quisiera abrazarte —advirtió. Él asintió, mirandole con ojos cristalizados—. Olvídalo.
Se marchó sin decir algo más, dejando un corazón roto con una herida más profunda.
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El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin)
FanfictionHyunjin necesitaba sobrevivir a la crueldad con la que Seungmin y su grupo de "psicópatas" lo trataban cada día. Todos los colegios tienen historias, el colegio AmbRuss tenía la suya, pero era del verdadero terror.