Capítulo 36

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A partir de entonces algo entre nosotros comenzó a ser diferente. Yo sabía que Seungmin era una persona difícil, me conocía mejor de lo que yo mismo podía hacerlo y comprendía que a veces, por las noches o incluso durante el día, habían momentos en los que no sabía ni quién era yo mismo. 

— ¡Deja de decir que es personal, porque no lo es! —exclamó Hyunjin, empujando a Seungmin para apartarlo de sí. El rubio, sin embargo, se mantuvo quieto sin soltarlo, aguantando los empujones y reproches— Si esto fuera personal no tendrías que acceder a besarme solo cuando estamos solos.

— Sabes bien que no puedo hacerlo frente a otras personas —resumió con tranquilidad, tomando las manos ajenas para impedir que siguiera temblando—. Si no quieres no volveré a besarte, pero no arruinemos más las cosas.

Él cedió por fin. El llanto continuó, pero esa vez se permitió abrazarse a la cintura de Seungmin. Él acarició su espalda y cabello para confortarlo. Era como una suave melodia que sonaba en su interior, recordándole sus acciones pasadas, mismas por las que Hyunjin tenía que asumir su identidad.

— Estoy asustado... —confesó, su cuerpo no podía dejar de temblar— Las pesadillas volvieron.

— Tranquilo, yo no voy a hacer nada que no quieras.

Se sentó junto a él en la alfombra de su habitación, apoyados en el sofá. Con suaves caricias en su cabellera intentaba que se mantuviera cuerdo. El doctor Fischer decía que tarde o temprano el trauma alcanzaba a las personas, por lo que Seungmin estaba consciente de que Hyunjin tenía que lidiar con su propio proceso.

Hasta el mismo diablo de repente era capaz de recordar que alguna vez fue un ángel. Seungmin me hacía sentir mil emociones que no podía terminar de comprender.

— ¿Como estoy seguro de que de repente no volverás todo esto en mi contra, Seungmin?

— No puedo convencerte, pero te juro que he ganado esa batalla en contra mía. Yo no soy más ese monstruo que conociste.

— ¿Y qué hay con ir al infierno? —  Levantó la mirada para verle a los ojos, el rubio encontró una combinación entre miedo y esperanza en ellos— Dijiste que los extranjeros deberían arder en el infierno.

— Entonces, si vas allá, yo iré contigo.

Hyunjin volvió a acurrucarse en su pecho. El más bajo, por su parte, estaba consciente de que no podía convencerlo ni obligarlo a creerle. Aunque eso le dolía no significaba que no siguiera queriéndolo. Hyunjin era sumamente especial, el único que alguna vez pudo rescatarlo de su propio abismo. Pero incluso así las secuelas de sus antiguas decisiones seguían afectando su actualidad.




El doctor Fischer observó al joven sentado en el diván, se fumaba un cigarrillo con deseos y ansias como si quisiera absorberlo todo de un solo golpe. Menos de cinco minutos había terminado de consumirlo.

— ¿Como te sientes, Seungmin? —Preguntó el profesional, notando una sonrisa tranquila en el rostro de su paciente.

— Es el primero que pruebo en muchos meses. Me siento bien, pero no sabe igual.

— ¿Quieres saber por qué?

— Sí, por favor.

— Bueno, a veces las costumbres son circunstanciales. Cuándo algo nos molesta decidimos enfocar la mente en otra cosa —mientras le explicaba, el joven le observaba con interés—. Tú siempre fumabas mientras los demás hacían lo que les pedías y golpeaban a esas personas.

— Sí, así es —reconoció, a la espera.

— Tú sabías que no estabas haciendo lo correcto y tu mente intentaba autoprotegerse desviando la atención en algo más —le contó—. El humo del cigarrillo, particularmente, hace que el cerebro entre en un estado de relajación. Era como irse en un viaje espacial a otra dimensión en la que la culpa se convertía en satisfacción. Por eso ya no te sabe igual el cigarro, porque ya no lo necesitas.


El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora