Capítulo 1

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No tenía el valor de enfrentarlo, ni a él ni a sus amigos, pero más que nada no quería hacerlo. Hyunjin acomodó su mochila en el lugar correspondiente, el que había utilizado durante ese ciclo escolar, tomó sus libretas de matemáticas para iniciar la clase. El profesor miró su reloj contando los minutos para cerrar la puerta e iniciar. Dos minutos antes de que eso ocurriera Seungmin y Lachlan, su novio, aparecieron tomados de la mano. Hyunjin intentaba ignorarlos, pero para su desgracia Seungmin se sentaba detrás suyo. Justo en el asiento siguiente, desde donde podía molestarle con facilidad. Ignoró la sonrisa llena de maldad que él le dedicó y optó por centrarse en la de Lachlan, quién era genuinamente amable.

Nunca me ha tratado mal, y aunque lo he escuchado pedir a Seungmin explicaciones por por cómo es con nosotros, sigue estando con él.

— Pts, wetback —le llamaba Seungmin, punzando con un lápiz en sus costillas, Hyunjin dio un salto en su lugar, pero utilizando gran fuerza de voluntad lo ignoró. Él rio de manera burlona, repitiendo el acto muchas veces más—. Oye, no me ignores.

— Déjame en paz —murmuró, mirando sobre su hombro, escuchándolo reír nuevamente para dar un punzón más fuerte y profundo.

Hyunjin se quejó en silencio, mordiendo sus labios para no gritar. Seungmin había cumplido su objetivo, él lo sabía, porque lo notaba sentarse correctamente para ignorarlo durante el resto de la clase.

Las bandejas de comida se posaron en la mesa al mismo tiempo. Hyunjin observó sus alimentos mientras tomaba el tenedor, dispuesto a jugar con la pasta un momento. Un suspiro escapó de sus labios al pensar en lo patético que debería verse ante la vista de cualquiera que quisiera hacerle sentir miserable: lo estaban logrando. Un tercer género, demente pero tercer género al fin de cuentas, lo estaba torturando a su gusto, también lo tenía bajo control y podía humillarlo cada vez que quisiera. Sin duda alguna estaba demostrando debilidad.

Sin embargo, antes de pensar en sus propia miseria, la algarabía del alumnado en el comedor le hizo levantar la mirada. Los ojos castaños de Hyunjin se iluminaron, un cosquilleo recorrió todo su cuerpo; estómago lleno de mariposas y una sonrisa tonta mientras apoyaba la barbilla en la palma de su mano y, de nuevo, un suspiro.

Yang Jeongin. Lider del equipo de los porristas, la sonrisa más hermosa que he conocido. Provenía de alguna comunidad africana, pero poseía un gran talento en deportes y, además, estaba protegido de alguna manera. Nadie se atrevería a molestarle jamás. Pero yo llevo enamorado de este chico desde que iniciamos bachillerato. Quisiera que me hiciera caso, que me notara, pero sé que es imposible. Está fuera de mi alcance, mientras a mí latinoamerica me corria por las venas y se me notaba, él era alguna clase de diosa.

— Uy, parece que alguien está suspirando por el chico más bonito del colegio —comentó su acompañante, con tono divertido, cambiándose de lugar para estar frente a él y bloquear su visión. Hyunjin solo podía verlo, también con el uniforme deportivo y su gesto risueño.

— Acabas de impedir que lo vea, Minho —masculló con reproche, consiguiendo que el castaño ríera, mirara sobre su hombro y negara suavemente.

— Hoy se ha lucido con la nueva coreografía, al paso que vamos iremos a las estatales —sonrió—. Estamos cerca y sigue siendo el mejor lider.

— Hey —rio encantado—, para mí tú eres de los mejores.

— Gracias, pero admito que Yang es grandioso e ingenioso.

— Bueno... por algo es capitán del equipo.

La risa de Minho se hizo escuchar muy fuerte, incluso atrayendo la atención de varias personas. Hyunjin l8 miró con fijeza tratando de entender y, luego de que terminara su exagerada actuación, Minho le miró para justificar su pequeño espectáculo.

— Oye, tu cara cuando tan sólo piensas en él es demasiado divertida.

— Te detesto.

— No, no. Tú no me detestas —le señaló con los palillos, seguro de sus palabras. Hyunjin no tuvo más remedio que reírse de sí mismo y encoger de hombros antes de aplicar su jugada.

— Cállate... o le diré a Jony que te mueres por él.

— ¡Eso es jugar sucio!

Lee Minho provenía de Taiwán, nuevamente la situación era la misma: autoestima. Una persona con autoestima no era víctima potencial de un criminal, alguien que podría defenderse o al menos levantar la voz, no era el objetivo de ningún loco. Pero luego estaba yo, intentando que el silencio no consumiera el poco y casi nulo valor propio que me quedaba por ahí.

— Ya... Come en silencio, o le diré a tu madre que no has obedecido. Ella me creerá, después de todo.

Minho rodó los ojos, después de quejarse consigo mismo comenzó a comer. De mejor ánimo Hyunjin hizo lo mismo. Tener a su único y mejor amigo consigo era una manera reconfortante para sentirse menos solo. A pesar de que Minho era consciente que algo malo le pasaba, Hyunjin no se animaba a confesarle quienes eran los autores del crimen, consideraba que Minho ya tenía suficiente con tan siquiera ser su amigo.

El Aforismo De Lo No Dicho (HyunMin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora