Capitulo XIV: La primicia de Rita Skeeter

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A la mañana siguiente, 26 de diciembre, me desperté con los insistentes llamados de Hermione.

— Sí, sí, ya estoy despierta – dije aún con los ojos cerrados.

— Vamos... Levántate, ya es tarde – espetó Hermione, ya vestida.

— Está bien – respondí, saliendo con pereza de la cama y yendo al baño.

La sala común se encontraba más silenciosa de lo habitual. Noté las miradas de los chicos cuando Hermione y yo nos sentamos junto a ellos.

Ninguno de los dos me dirigía la palabra, muy a mi pesar los entendía, pero también me dolía el cómo se estaban comportando. Suspiré imperceptiblemente.

— Nos vemos luego, Hermione. – Dije, y antes de recibir respuesta salí de allí.

Baje hacía la biblioteca, sabía que allí estaría sola y la verdad lo necesitaba; necesitaba el silencio y la soledad.

Estaba sentada en la mesa que solía ocupar; la más alejada del lugar. Entonces sentí una presencia a mi lado, me giré a observar a mi acompañante y vi a un rubio, extrañamente, nervioso.

— Buenos días, Draco – lo saludé casi en un susurro mientras le sonreía.

Draco me miró durante un momento y preguntó:

— ¿Te encuentras bien? – sonaba realmente preocupado.

— Sí, – asentí – no te preocupes, sólo estoy un poco trasnochada – sonreí

Draco asintió, de pronto se paró de la silla; llamando mi atención.

— Ven. – espetó ofreciéndome su mano – acompáñame – pidió sonriendo.

Lo miré extrañada.

— Por favor – canturreó el rubio.

Sonreí asintiendo y tomé su mano. El rubio sonrió y entrelazo nuestras manos, llevándome por los pasillos, casi vacíos, de Hogwarts.

— ¿Dónde vamos, Draco? – pregunté, estaba totalmente desorientada.

— Ya verás, Italiana – respondió con naturalidad, haciéndome reír.

Fue entonces que llegamos frente a unas largas escaleras. Reconocí de inmediato el lugar.

— La torre de astronomía – susurré y Draco sonrió con suficiencia

Subimos las escaleras con rapidez. Al llegar arriba nos quedamos en silencio mirando los terrenos de Hogwarts, aún, cubiertos de nieve.

— ¿Qué hacemos aquí? – pregunté, mirando el paisaje

— Creí que te haría bien venir aquí – explicó

Sonreí y le pregunté

— ¿por qué?

— Suelo venir aquí cuando quiero estar solo y tranquilo – explicó – y parecía que tú necesitabas eso

Lo miré.

— Gracias – sonreí –, es lindo que hayas pensado en eso, pero este es tu lugar... yo no puedo invadirlo así.

Draco río.

— Puedes venir cuando quieras – sonrío

Asentí con entusiasmo, y volví mi vista al pasaje.

— Tengo algo para ti – dijo después de unos minutos.

— ¿Algo para mí? – pregunté y lo miré apenada - ¿no te gusto el regalo? – inquirí con timidez y baje mi mirada al piso

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora