Capítulo XIII: El León y La Serpiente.

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Habían pasado dos semanas desde la primera reunión clandestina de DCAO, dos semanas desde que estudiaba y practicaba Oclumancia y Legeremancia con Phyllis y unos pocos días en los que había dormido de maravilla. Pero de alguna forma el sentimiento de culpa continuaba creciendo dentro de mí, no decirles a los chicos, me estaba matando, pero tenía que continuar así; siendo un secreto.

Había resultado casi imposible, para Harry, escoger una noche a la semana para las reuniones del ED, porque tenía que adaptarse a los horarios de entrenamientos de tres equipos de quidditch, las que muchas veces se modificaban debido a las adversas condiciones climáticas. Lo que a su vez me dificultaba escaparme a las clases con Phyllis, aunque pensándolo bien, tal vez, era mejor que nuestras reuniones no tuvieran un horario fijo; pues si alguien estaba observándonos, iba a costarle mucho descubrirnos. (incluyo mis clases de Oclumancia y Legeremancia.)

Y como era lógico, Hermione ideo un método muy ingenioso para comunicar la fecha y la hora de la siguiente reunión a los miembros del ED por si había que cambiarlas en el último momento; ya que habría resultado sospechoso que los estudiantes de diferentes casas cruzáramos el Gran Comedor para hablar entre nosotros con demasiada frecuencia. Nos entregó un galeón falso a cada uno.

Flashback

Estábamos terminando la cuarta reunión del ED cuando Hermione, quien llevaba un cesto en las manos, hablo:

— ¿Ven los números que hay alrededor del borde de las monedas? —dijo la castaña mostrándonos una falsa moneda para que la examináramos – En los galeones auténticos no son más que un número de serie que se refiere al duende que acuñó la moneda. En estas monedas falsas, sin embargo, los números cambiarán para indicar la fecha y la hora de la siguiente reunión. Las monedas se calentarán cuando cambie la fecha, de modo que si las llevan en un bolsillo lo notarán. Tomaremos una cada uno, y cuando Harry decida la fecha de la siguiente reunión, él modificará los números de su moneda, y los de las demás también cambiarán para imitar los de la moneda de Harry...

Miré, atentamente, las monedas, mientras escuchaba a Hermione.

— ¿Les realizaste un encantamiento proteico? – pregunté sonriendo con entusiasmo, ella asintió, un tanto asombrada por mi interrupción – Eso es Genial – espeté sin dejar de mirar los pequeños galeones en la cesta – La profesora Umbridge nunca sospechará de esto – dije tomando una moneda y luego devolviéndola a su lugar.

— ¡Exacto! – Exclamó Hermione – ella no encontrará raro que los alumnos lleven galeones en sus bolsillos, ¿no? Pero..., bueno, si no quieren utilizarlas...

— ¿Sabes hacer un encantamiento proteico? – le preguntó Terry Boot, dirigiéndose a Hermione.

— Si – contestó la castaña.

— Pero si eso..., eso corresponde al nivel de ÉXTASIS – comentó el Ravenclaw con un hilo de voz.

— Bueno... – repuso Hermione intentando parecer modesta –, bueno..., sí, supongo que sí.

— ¿Por qué no te pusieron en Ravenclaw? – inquirió Ron mirando a Hermione maravillado –. ¡Con el cerebro que tienes!...

Pude notar que ese alago, por parte de Ron, logro levantarle aún más la moral y podía apostar que había calado en o más profundo de su cerebro y corazón.

— Verás, el Sombrero Seleccionador estuvo a punto de mandarme a Ravenclaw – contestó Hermione alegremente –, pero al final se decidió por Gryffindor. Bueno, ¿qué dicen? ¿Quieren usar los galeones?

Hubo un murmullo de aprobación general, y los compañeros se acercaron al cesto para tomar su moneda.

— Realmente eres una genio – dije sonriendo, cuando fue mi turno ir por mi moneda –. Es una idea estupenda – miré a Harry.

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora