Capítulo VI: La Profesora Umbridge

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A la mañana siguiente me levanté con un terrible dolor de cabeza, camine con dolor hacia el baño y me metí a bañar, me puse el uniforme y tranquilamente baje a la sala común, en donde me encontré con los chicos.

— ¿Qué hacen? – pregunté mirando el tablón de anuncios, igual que ellos.

En el gran tablero habían colgado un letrero que decía:

¡GALONES DE GALEONES!
¿Tus gastos superan tus ingresos?
¿Te gustaría ganar un poco de oro?
Sí te interesa un empleo sencillo, a
tiempo parcial y prácticamente indoloro,
ponte en contacto con Fred y George Weasley,
sala común de Gryffindor.
(Lamentamos decir que los aspirantes
tendrán que asumir los riesgos del empleo.)

— Se han pasado – comentó Hermione con gravedad, y descolgó el letrero que Fred y George habían clavado encima de un póster que anunciaba la fecha de la primera excursión a Hogsmeade, que sería en octubre –. Vamos a tener que hablar con ellos, Ron.

Ron se mostró muy alarmado.

— ¿Por qué?

— ¡Porque somos prefectos! – exclamó Hermione mientras trepaban por el agujero del retrato –. ¡Es tarea nuestra impedir este tipo de cosas!

— Pienso que deberías calmarte, no están haciendo nada malo – repliqué – y si le prohíbes hacer estas cosas será peor. – puntualicé.

Hermione abrió la boca y luego la cerro, sin saber qué decir.

— ¿Qué te pasa, Harry? – preguntó Hermione mientras bajábamos un tramo de escalera cuya pared estaba cubierta de retratos de viejos magos y brujas que no les hicieron ni caso, pues se hallaban enfrascados en sus propias conversaciones –. Te veo de muy mal humor.

— Seamus cree que Harry miente acerca de Quien-tú-sabes – contestó brevemente Ron al comprobar que Harry no respondía.

Hermione suspiró, lo cual sorprendió a Harry, y yo la miré sin comprender.

— Ya, Lavender también lo cree – comentó Hermione con tristeza.

— Bueno... era de esperar que ella piense así, es una idiota – dije entrecerrando los ojos por la molesta luz.

— Seguro que has tenido una interesante charla con ella sobre si soy o no soy un mentiroso y un presumido que sólo busca llamar la atención, ¿no? – dijo Harry en voz alta.

— No – repuso Hermione con calma –. La verdad es que le he dicho que cierre su sucia boca y que no hable mal de ti. Y haz el favor de dejar de atacarnos a cada momento, Harry, porque, por si no lo sabías, Ron, Fiorella y yo estamos de tu parte.

Hubo una breve pausa.

— Lo siento – se disculpó Harry en voz baja.

— Así me gusta – dijo Hermione con dignidad. Luego hizo un gesto negativo con la cabeza y añadió –: ¿No se acuerdan de lo que dijo Dumbledore en el banquete de final de curso del año pasado? – Harry y Ron la miraron sin comprender, yo asentí y Hermione volvió a suspirar al ver a sus amigos –. Sí, habló sobre Quien-ustedes-saben. Dijo que su «fuerza para extender la discordia y la enemistad entre nosotros es muy grande. Sólo podemos luchar contra ella presentando unos lazos de amistad y mutua confianza igualmente fuertes».

— ¿Cómo consigues acordarte de esas cosas? – preguntó Ron mirando a Hermione con admiración.

— Escucho, Ron – respondió ella con un deje de aspereza.

— Yo también, pero sería incapaz de decirte con exactitud qué...

— El caso es – prosiguió Hermione, imponiéndose – que a eso es precisamente a lo que se refería Dumbledore. Sólo hace dos meses que...

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora