Capítulo XVII: El regreso de Canuto

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Narrador Omnisciente.

Una de las mejores consecuencias de la prueba fue que después todo el mundo estaba deseando conocer los detalles de lo ocurrido bajo el agua, lo que supuso que por una vez Ron compartiera el protagonismo con Harry. Este notó que la versión que Ron daba de los hechos cambiaba sutilmente cada vez que los contaba. Al principio dijo lo que parecía ser más o menos la verdad; por lo menos, coincidía con la versión de Hermione y Fiorella: Dumbledore había reunido en el despacho de la profesora McGonagall a todos los futuros rehenes y, después de asegurarles que no les pasaría nada y que despertarían al salir del agua, los había dormido mediante un hechizo. Una semana después, sin embargo, Ron contaba un emocionante relato de secuestro en el que se enfrentaba él solo a cincuenta tritones armados hasta los dientes, que habían tenido que reducirlo antes de poder atarlo.

— Pero yo tenía la varita oculta en la manga – le aseguraba a Padma Patil, que parecía haberse vuelto más amable con Ron cuando éste se convirtió en el centro de atención, y le hablaba cada vez que se cruzaba con él por los corredores—. Si hubiera querido, podría haber atado yo a esos tontos.

— ¿Cuándo los ibas a raptar? ¿Mientras se mataban de risa? – le preguntó Hermione mordazmente. Estaba muy irritable porque le tomaban mucho el pelo a propósito de que fuera ella la persona a la que Viktor Krum más valoraba.

Fiorella la miró un poco impactada y después río burlonamente mirando a Ron que había enrojecido hasta las orejas, luego de eso el pelirrojo, retomó la versión original de los hechos.

Había empezado marzo, y el tiempo se hizo más seco, pero un viento terrible parecía despellejarles manos y cara cada vez que salían del castillo. Había retrasos en el correo porque el viento desviaba a las lechuzas del camino. La lechuza parda que Harry había enviado a Sirius con la fecha del permiso para ir a Hogsmeade volvió el viernes por la mañana a la hora del desayuno con la mitad de las plumas revueltas. En cuanto Harry le desprendió la carta de Sirius se escapó, temiendo que la enviaran otra vez.

La carta de Sirius era casi tan corta como la anterior:

"Ve al paso de la cerca que hay al final del camino que sale de Hogsmeade (más allá de Dervish y Banges) el sábado a las dos en punto de la tarde. Lleva toda la comida que puedas."

— ¡No habrá vuelto a Hogsmeade! – exclamó Ron, sorprendido

Fiorella reprendió a Ron con la mirada, para que bajara la voz.

— Eso parece - observó Hermione.

— No puedo creerlo – dijo Harry muy preocupado –. Si lo atrapan...

— Hasta ahora no lo han conseguido – le recordó Ron –. Y el lugar ya no está lleno de dementores.

— Exacto, no seas pesimista – dijo Fiorella – además, por lo que me han contado, es alguien inteligente. Sabe lo que hace.

Harry plegó la carta, pensando. La verdad era que quería volver a ver a Sirius. De forma que fue a la última clase de la tarde (doble hora de Pociones) mucho más contento de lo que normalmente se sentía cuando bajaba la escalera que llevaba a las mazmorras.

— Oh... mi antiguo hogar – exclamó Fiorella, melodramáticamente, lo que hizo reír a Harry.

Malfoy, Crabbe y Goyle estaban reunidos en la puerta de la clase con la pandilla de chicas de Slytherin a la que pertenecía Pansy Parkinson. Todos miraban algo que Harry no alcanzó a distinguir, y se reían por lo bajo con muchas ganas. La cara de Pansy asomó por detrás de la ancha espalda de Goyle y los vio acercarse.

— ¡Ahí están, ahí están! – anunció con una risa tonta, y el grupo se separó.

Harry vio que Pansy tenía en las manos un ejemplar de la revista Corazón de bruja. La foto con movimiento de la portada mostraba a una bruja de pelo rizado que sonreía enseñando los dientes y apuntaba a un bizcocho grande con la varita.

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora