Capítulo XXll: Veritaserum

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Narra Fiorella.

Unos minutos más tarde mi angustia y desesperación comenzaron a aumentar hasta límites insospechados. Aaron lo notó y me dejo de abrazar, me senté con rigidez y me quedé allí, mirando fijamente la entrada del laberinto.

— Ya no puedo estar aquí, Aaron – dije con voz queda – tengo que bajar.

— Fioguella... ¿Qué ocugue? – preguntó muy preocupado

— Algo no anda bien – le dije

— No estagás tganquila ¿vegdad? – preguntó y yo negué – entonces vamos.

Me acompaño, bajamos las gradas y nos quedamos allí observando. Había algo que no me dejaba moverme de allí.

De pronto una luz apareció de la nada y de ella emanaron dos cuerpos, era Harry y Cedric.

De pronto una luz apareció de la nada y de ella emanaron dos cuerpos, era Harry y Cedric

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— Algo no anda bien – le dije a Aaron con un nudo en la garganta.

— Están bien, ya lo verás...

— No, Aaron, no lo están – lo corté – lo presiento, algo no está bien.

Odiaba con toda mi alma no poder entrar allí y ver qué diablos pasaba. Las ganas de llorar que estaba experimentando ahora, solo las había sentido con la muerte de Agathe, y lo supe.

— ¡Cedric! – susurré con lágrimas en los ojos – cariño, por favor, muévete – pedí.

— ¿Qué pasa, Princesse? – inquirió preocupado.

Lo miré y antes que de que le respondiera a nuestros oídos llego un chillido:

— ¡Cedric Diggory está muerto!

Hice el ademán de correr hacia él, que yacía en el suelo.

— Déjame, Aaron – le pedí – necesito estar con él, me necesita, por favor, Aaron – sollocé.

— Lo sé, princesse – me susurró en el oído – pero ya no puedes hacer nada por él.

— No digas eso. – dije con lágrimas en los ojos – Él me lo prometió, nos veremos después de la prueba – le informé al francés.

 Lo miré y antes que contestara a nuestros oídos llego un chillido:

— ¡Cedric Diggory está muerto!

Hice el ademán de correr hacia él, que yacía en el suelo.

— Déjame, Aaron – le pedí – necesito estar con él, me necesita, por favor, Aaron – sollocé.

— Lo sé, princesse – me susurro en el oído – pero ya no puedes hacer nada por él.

— No digas eso. – dije con lágrimas en los ojos – Él me lo prometió, nos veremos después de la prueba – le informé al francés.

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora