Capítulo XX: Visto y no visto

14 1 0
                                    

Luna dijo que no sabía cuándo aparecería la entrevista de Rita con Harry en El Quisquilloso, pues su padre estaba esperando un largo e interesantísimo artículo basado en el testimonio de personas que recientemente habían visto snorkacks de cuernos arrugados.

— Como se podrán imaginar – explicó –, esa historia es muy importante, así que la de Harry quizá tenga que esperar al siguiente número.

Para Harry no fue una experiencia fácil hablar de la noche en que regresó Voldemort. Rita lo había presionado para sacarle hasta el último detalle, y él le había contado todo lo que recordaba, consciente de que aquella era una oportunidad única para explicar la verdad. No sabía cómo reaccionaría la gente al leer la crónica. Imaginaba que serviría para que muchos se reafirmaran en la opinión de que estaba completamente loco, en parte porque su historia aparecería junto a una sarta de tonterías sobre los snorkacks de cuernos arrugados. Pero la fuga de Bellatrix Lestrange y de los otros mortífagos había despertado en Harry un deseo irrefrenable de hacer algo, funcionará o no...

— Estoy impaciente por saber lo que opina la profesora Umbridge de tus revelaciones a la prensa – le dijo Dean, atemorizado, el lunes por la noche durante la cena. Seamus, sentado al lado de Dean, engullía enormes cantidades de empanadas de pollo con jamón, pero Harry se dio cuenta de que no se perdía detalle de la conversación.

— Has hecho lo que tenías que hacer, Harry – terció Neville, que estaba sentado enfrente. Estaba muy pálido, pero añadió en voz baja –: Debió de ser... muy duro para ti hablar de todo eso, ¿verdad?

— Sí – musitó el chico –, pero la gente tiene que saber de qué es capaz Voldemort, ¿no?

— Claro; bueno, él y sus mortífagos – coincidió Neville asintiendo con la cabeza –. La gente debería saber...

Neville dejó la frase inacabada y siguió comiendo patatas asadas. Seamus, por su parte, levantó la cabeza, pero cuando su mirada se encontró con la de Harry, bajó rápidamente la vista hacia su plato. Al cabo de un rato, Dean, Seamus y Neville se marcharon a la sala común; Harry, Fiorella y Hermione se quedaron en la mesa esperando a Ron, que todavía no había cenado por culpa del entrenamiento de quidditch.

Cho Chang entró en el comedor con su amiga Marietta. Harry notó una desagradable sacudida en el estómago, pero ella no miró hacia la mesa de Gryffindor y se sentó de espaldas a él.

— Ah, se me olvidó preguntártelo – comentó Hermione con una sonrisa en los labios tras echar un vistazo a la mesa de Ravenclaw – ¿Cómo te fue la cita con Cho? ¿Por qué volviste tan pronto?

Fiorella miró a Hermione con los ojos muy abiertos, algo le indicaba a Harry que su amiga ya sabía lo que había pasado.

— Pues fue..., fue... – respondió Harry al mismo tiempo que acercaba una bandeja de pastel de ruibarbo y se servía por segunda vez – un fracaso total, ya que me lo preguntas.

Y les contó lo que había pasado en el salón de té de Madame Pudipié.

— ... Y entonces – concluyó varios minutos más tarde, cuando desaparecieron las últimas migas de pastel – se levanta y dice: «Hasta la vista, Harry» ¡y se larga corriendo! – Dejó la cuchara sobre la mesa y miró a sus amigas –. ¿Tú entiendes algo?

Fiorella asintió con algo de tristeza, mientras Hermione lanzaba una mirada a la nuca de Cho y suspiró.

— Fueron unos estúpidos – Harry intento hablar, pero lo detuve –. Ya tuve esta conversación con ella, está dolida y enojada... y creo que el único que puede hacer que entienda que todo fue un malentendido eres tú, pero – suspiró – eres un idiota para estas cosas. – sonrió.

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora