— Pero, ¿por qué ya no tienes clases particulares de Oclumancia? – preguntó Hermione con expresión ceñuda.
— Ya te lo he dicho – murmuró Harry –. Snape cree que ahora que he aprendido los conceptos básicos puedo seguir estudiando por mi cuenta.
Fiorella se mordió los labios para no reír, ante la mentira descarada, de Harry.
— ¿Quiere eso decir que no tienes sueños raros? – inquirió Hermione con escepticismo.
— Bueno, tengo bastante menos – respondió Harry sin mirar a su amiga.
— ¡Pues no creo que Snape deba interrumpir las clases hasta estar completamente seguro de que puedes controlarlos! – exclamó la chica, indignada –. Harry, creo que deberías volver a su despacho y preguntarle...
— No – repuso Harry, tajante –. Déjalo, Hermione, ¿quieres?
Hermione iba a replicar, pero Fiorella fue más rápida.
— Her... deja de fastidiarlo, si el profesor Snape piensa que es lo mejor... debe ser por algo, ¿no? – preguntó
Era el primer día de las vacaciones de Pascua, y Hermione, como de costumbre, había pasado gran parte del tiempo haciendo horarios de repaso. Harry y Ron no habían puesto objeciones: eso era más fácil que discutir con ella, y de todos modos quizá los horarios resultaran útiles.
Ron se llevó una sorpresa al ver que solo faltaban seis semanas para los exámenes.
— ¿Cómo puede ser que eso te sorprenda? – le preguntó Hermione mientras tocaba cada cuadradito del horario de Ron con su varita para que se pintara de un color diferente según la asignatura.
— No lo sé – admitió Ron –. Han pasado muchas cosas.
— Toma, ya está – dijo Hermione, y le entregó su horario –. Si lo sigues al pie de la letra, no tendrás problemas.
Ron lo contempló con desánimo, pero de pronto su rostro se iluminó.
— ¡Me has dejado una noche libre cada semana!
— Para los entrenamientos de quidditch – aclaró Hermione.
La sonrisa se borró de la cara de Ron.
— ¿Qué sentido tiene que entrenemos? – comentó, desalentado –. Tenemos las mismas posibilidades de ganar la Copa de quidditch este año que las de mi padre de ser nombrado ministro de la Magia.
Hermione no dijo nada, en cambio, Fiorella lo miró y con una sonrisa le dijo:
— Creo que te ayudaría más confiar en ti...
Fiorella iba a continuar, pero la voz de Hermione la interrumpió.
— ¿Qué pasa, Harry?
— ¿Qué? – reaccionó él rápidamente –. Nada.
De inmediato cogió su ejemplar de Teoría de defensa mágica y fingió que buscaba algo en el índice.
— Antes he visto a Cho – comentó la chica tanteando el terreno –. Ella también parecía muy triste. ¿Se han vuelto a pelear?
Fiorella miró a su amigo, sabía perfectamente por qué estaba así, y definitivamente no tenía que ver con Cho.
— ¿Qué? Ah, sí, nos hemos peleado – dijo Harry, quien agradeció la excusa que le brindaba Hermione.
— ¿Por qué?
— Por su amiga Marietta, la soplona – contestó Harry.
— ¡Y no te culpo! – terció Ron apartando la mirada de su horario de repaso –. Si no hubiera sido por ella...
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La prometida de Draco Malfoy
FanfictionHistoria basada en los libros de JK Rowling, la gran escritora de Harry Potter. Todos los personajes le pertenecen a JK Rowling, excepto Fiorella Abbondanzieri.