Capítulo XVII: Navidad en la sala reservada

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— ¿Te encuentras bien, Harry, querido? – susurró la señora Weasley inclinándose sobre Ginny para hablar con él, mientras el tren traqueteaba por el túnel –. No tienes muy buen aspecto. ¿Estás mareado?

Harry movió la cabeza enérgicamente, sabía que había estado pensando en lo que había dicho Moody y por eso su aspecto, lo peor de todo había sido que ni siquiera había querido hablar conmigo; tal vez podría haberlo ayudado y aplacar un poco su preocupación.

— Harry, cariño, ¿seguro que estás bien? – insistió la señora Weasley, preocupada, cuando rodeábamos la descuidada extensión de hierba que había en el centro de Grimmauld Place –. Estás tan pálido... ¿Seguro que has dormido esta mañana? Ahora subes a tu habitación y duermes un par de horitas antes de la cena, ¿de acuerdo?

Harry asintió, noté lo aliviado que le había puesto esa solución y le sonreí. En cuanto la señora Weasley abrió la puerta de la calle, Harry pasó a toda prisa por delante del paragüero, subió la escalera hasta el cuarto que compartía con Ron.

Me ofrecí a ayudarle a la Sra. Weasley con la cena, pero ella se negó, alegando que debía descansar.

Sin nada que hacer, fui hasta la sala y me senté en uno de los, ya no tan mohosos, sofá. Estaba allí, agobiándome con mis pensamientos, cuando alguien se sentó junto a mí.

— ¿Estás bien? – preguntó

Me giré, algo distraída aún, y vi a George a mi lado.

— ¿Mm...? – pregunté – Lo siento... estoy un poco distraída – espeté saliendo, completamente, de mi trance.

— Ya lo noté – sonrió y luego de unos segundos dijo –: te preguntaba si te encontrabas bien – repitió y me miró – Fiorella... estás muy extraña desde que llegaste.

Sabía que hablaba en serio, siempre que me decía «Fiorella» estaba realmente preocupado o enojado.

— Estoy bien – le dije, fingiendo una sonrisa.

George me miró con suspicacia, como si supiera que estaba ocultando algo, pero no dijo nada. Nos quedamos en silencio un momento, hasta que el pelirrojo habló otra vez:

— Lo que le dijiste a Fred, ¿es verdad?

— ¿Quién crees que soy? – le pregunté y negué con la cabeza – Nunca le haría daño porque sé que indirectamente se lo haría a ustedes – espeté – era solo para asustarlo un poco y que me dejará en paz de una vez por todas. – sonreí.

— La verdad das miedo – dijo sonriendo – y para que lo sepas, sí – asintió con la cabeza – lo asustaste – reí – de hecho me preguntó si te creía capaz de hacerle algo.

— ¿Y tú qué le contestaste? – pregunté mirándolo con una ceja alzada.

— Obviamente, le dije que sí, – sonrió y me miró con complicidad – que conociéndote y por como habías actuado estaba seguro de que hablabas completamente en serio.

Reí y me apoyé en su hombro.

— Bueno, la verdad no estoy tan orgullosa de mi comportamiento – respondí avergonzada.

— Un comportamiento, bastante, Slytherin si te soy sincero. – espetó George abrazándome por los hombros.

Nos quedamos un momento allí, sentados, conversando.

Cuando estuvo lista la cena, la Sra. Weasley nos mandó a llamar, el primero en acudir fue Ron, al que Molly le pidió que fuera a buscar a Harry.

— ¿Y Harry? – Pregunté al rato, cuando Ron se sentó con nosotros.

La prometida de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora