1.-la celebración

98 16 0
                                    

Pasaron los meses y la vida en el reino había cambiado por completo. Las risas de aquella bebé retumbaban como ecos de melodía en el castillo, las sirvientas y mayordomos eran como peluches de entretenimiento para la dulce princesa.

La reina María Luisa terminaba de preparar los preparativos para la gran noche. Mientras en la cocina se cocinaba todo tipo de deliciosas comidas,eran tan abundantes que tu olfato perdía la memoria de lo primero que habías olido al entrar.

-¡Huele delicioso!-decia la reina mientras recorría toda la cocina observando cada detalle.

Las sirvientas se sincronizaban de tal manera,que una le decía a la otra lo que tenía que hacer con una simple mirada.

-Majestad, quería preguntarle si la cabeza de jabalí asado lo ponemos en la mesa central junto al duque de Inglaterra- le pregunta mientras sus manos sostenían ese gran trofeo que cazo el duque de Inglaterra para los reyes.

-Si Dorotea, quiero que el duque Marcos vea que su regalo va formar parte de este gran día- dijo la reina mientras mordisqueaba una manzana como aperitivo.

El gran salón estaba repleto de grandes flores que perfumaban todo el lugar,las grandes artorchas simulaban a los fuegos artificiales. Las hermosas alfombras de gran calidad se estremecían de ser pisadas por el valor que contenía.
La gran mesa era ocupada por abundantes comidas extravagantes,y sus velas encendidas dejaba ver lo glorioso de la noche.

-Están a punto de llegar los invitados,dónde está mi dulce retoño- decía la reina mientras se colocaba ese mechón rebelde que le caía del moño.

La pequeña princesa terminaba de succionar las últimas gotas de leche de la nodriza.

-Aquí está su dulce princesa reina María Luisa, acaba de terminar de comer-le dijo la joven nodriza.

La reina la cojio entre sus brazos,y la echo sobre su pecho. Está tan hermosa,su piel tenía un tono rosado, su pelito adquiría un color miel como las colmenas,y sus hermosos ojos, tenian un tono verde como el campo cuando está mojado.

La gente de la realeza empezó a llegar a la celebración, duques de Inglaterra, condes de gran prestigio, y un sin fin de la alta clase. La reina y el rey saludaban cordialmente a sus prestigiosos invitados, las sirvientas y mayordomos estaban en primera fila para atenderlos. Nada faltaba en aquella noche, espectáculos, comidas que les durarían a un hambriento toda una vida.

El rey se levantó de la mesa y alzó la copa.

-Esta noche brindamos por el nacimiento de mi hija Cataleya- dijo el rey mientras su copa no era más alzada que su propia voz.

Todos se levantaron de sus asientos y levantaron sus copas en compañamiento al rey.

-¡Que empieze el espectáculo!- dijo el rey en señal de terminar el motivo de su brindis.

La noche empezó con espectaculos como músicos, teatros, danzas...la gente empezo a animarse y la sidra empezaba a surgir efecto en sus movimientos torpes. Las sirvientas no daban a vasto, y el vino empezó a ser el segundo de la lista de los reales.

Las mujeres de alta clase vaporeaban sus grandes vestidos, mientras que el vuelo de sus faldas no dejaba ver lo más prohibido. Como un pavo real se trataran, los hombres se unían al baile.

Bocas escupiendo fuego, músicos con melodías celestiales, jarras que se vaciaban como los bolsillos vacíos de un mendigo.

Mientras la dulce bebé se quedó en un profundo sueño en los cálidos brazos de su mamá,a pesar del todo el aboroto.

-Acuestala en su cunita Catalina- le dijo la reina a la sirvienta mientras le daba un beso de dulces sueños a su princesa.

-Si, majestad- contestó la sirvienta.

La reina aprovecho ese momento y se dispuso ir a los aseos. Cuando llegando vio a una sombra escondida detrás de una columna. Ella se acercó sigilosamente y deseo haber nacido ciega y no ver lo que en ese momento presenció.

-Bartolomé...- solo pudo pronunciar su nombre en un pequeño hilo de voz.

Él rey miro hacia atrás y la vio parada mirándolo,y dos lágrimas en los ojos cayó rodando por sus mejillas.

-¿¡Qué haces aqui María Luisa?!- le dijo el rey mientras se subía parte de lo que no tenía que haberse bajado.

La sirvienta corrió despavorida por la situación.

-¿¡Cómo has podido hacerme esto?!. Yo que merezco respeto por ser tu esposa, ¡la reina! y me engañas con una simple sirvienta- le gritaba la reina enfurecida y rota de dolor.

Él rey ebrio la miraba con despreció, aquél mismo que tenia que sentir pero por el mismo.

-No me vales como mujer...¡ni siquiera has podido darme un hijo varón,aquello que tanto he querido!- le gritaba mientras sus ojos se oscurecían.

-Pero... Bartolomé,es tu hija,uno debe amar a sus hijos sean hembra o varón,no puedes decidir sobre la naturaleza,eso solo lo elige dios.- su voz era de compasión,que entrara en razón.

-Maria luisa,¡si tu no has podido darme lo que tanto he anhelado, encontrare a una mujer que si valga para darme hijos varones,y lo criare como de la realeza!- dijo el rey a unos pasos de la reina,y se fue evaporandose en la noche.

Años después....

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora