5.-la despedida

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Han pasado cinco años desde que no veo a Hernando. Todavía recuerdo a cada detalle la última noche que nos vimos.

Cinco años atrás.

-¿¡Eres la princesa?!- decía mientras se echaba las manos a su cabeza- ¿Pero qué haces fuera del reino muchacha?¡Su majestad la matará si se entera,y más aún cuando sepa que a quedado a escondidas con un campesino!- decía con recelo.

-Lo sé...señora. Sé que no está bien,y por eso merezco un castigo de penitencia- le decía mientras mi mirada se perdía entre las hierbas.

La mujer resoplaba y miraba hacia el cielo estrellado.

- Mamá...por favor no le diga nada,ya tuvo suficiente castigo por mi culpa,cuando me salvó que me cortaran las manos- miraba a su madre con lágrimas retenidas.

La mujer no dejaba de observarme, y la expresión de su rostro adquiría uno más compasivo.

-Tienes razón hijo, estamos en deuda con la princesa,por ese motivo no voy a decir nada- su voz suena a más calma.

Hernando abraza a su madre con fuerza,transmitiéndole las gracias.

-Muchas gracias, señora- le digo inclinandome en forma de reverencia.

Ella se me acerco y puso su mano en mi hombro y me puso a mi posición original.

-No princesa,usted no tiene porqué inclinarse, en todo caso seríamos nosotros los que deberíamos hacerlo- me responde mientras hace su reverencia.

Yo asentaba con la cabeza dándole las gracias por su cortesía.

-Gracias mamá, por mantener el secreto- le dice Hernando.

-Solo lo hago porque estoy en deuda con la princesa, y por qué sé que tendrías problemas con el rey por el echo de haber quedado a solas con su hija,¡¿Sabés lo que te haría muchacho?!¡Sin con solo haber robado tres gallinas te quiso cortar las manos,imagínate que pasaría con esto!- decíamientras levantaba las manos atemorizada.

Soy consciente de que la madre de Hernando tiene toda la razón. Mi padre lo mataría, y ami no me dejaría ver nunca la luz del sol,ni siquiera la que entra por mi ventana.

- Esto se acabado para los dos,no os podéis ver más,¿Entendéis?- decía mientras que su mirada espera algún gesto de aprobación.

-Pero... mamá, ¡No nos puedes hacer esto!- gritaba Hernando en lo más profundo de su ser.

Su madre lo miraba y cuando iba hacer el gesto de contestarle,me apresure hacerlo yo.

-Hernando,tu madre tiene razón, si mi padre se entera no sé qué haría contigo,y yo nunca me lo perdonaría- mi voz se entrecorta a cada palabra, y el alma se me hace pedazos.

Hernado me miraba con incredulidad, y su cabeza se ladeaba de un lado a otro. Mi mirada intentaba hacerle comprender que yo tampoco quería esto,pero era lo mejor para los dos,o mejor dicho para él.

-Ya mismo va ir amaneciendo, así que vamos para el pueblo Hernando,y usted princesa vuelva a su reino, y por favor no quiero que esto vuelva a ocurrir,yo misma me encargaré para que no vuelva a suceder- y cuando termina la frase,esa misma que nos a partido el corazón en dos, se da media vuelta y regresamos a nuestra dura realidad.

Llegamos al pueblo, todavía la luz del sol es tenue y los campesinos y pebleyos,siguen durmiendo plácidamente.

Nos quedamos parados mirándonos en silencio,las palabras en ese momento no podían describir el dolor que sentiamos, y nuestros ojos interpretaban lo que el alma gritaba a gritos.

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora