9.-El nuevo hogar

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Mi querida madre no puede contener las lágrimas por mi marcha.

-Cuidate...hija mía. Te voy a extrañar muchísimo- dice mientras que sus besos no dejan ni un hueco por besar en mi rostro.

-No se preocupe,madre. Vendré a visitarla cuando pueda,no esté triste- digo mientras que mi sonrisa le de algo de consuelo.

Para mí, la relación de madre e hija,esta todavía conectada por el cordón umbilical. Y ahora sí, siento que nos han separado por completo cortando lo que nos unía.

Sin esperarlo,aparece mi padre.

-Espero que tengáis un buen matrimonio. Y tu Cataleya ser la mejor esposa para tu marido,ese es tu único lugar.¡Bueno,y darnos un nieto pronto!.

El duque Nicolás empezó a sonrojarse al escuchar la última frase que dijo mi padre.

-Sí,majestad. Así será- contesto el duque mirándome discretamente,como si buscara una aprobación.

Mi querida madre me abrazó tan fuerte,para que así llevará conmigo sus cálidos abrazos durante un tiempo.

De repente Juana vino corriendo hacía mí.

-¿Creías que no me iba a despedir de ti,princesa?- pregunto Juana.

Y ese día,antes de partir a mi nueva vida junto a mi esposo. Me lleve dos grandes abrazos, que me arroparan el corazón en mis noches más tristes.

Me monté en el carruaje. Y nos despedimos con un sabor amargo en el paladar. Mientras que las miraba y me alejaba de ellas,me sentía extraña, desterrada de mi hogar. Y a vivir una vida maquillada.

El viaje se me está haciendo pesado. Y aún más con la compañía que tengo a mi lado.

En el interior de mi corazón: mi querido Hernando. Te volví a encontrar después de tantos años, que sumergida en un océano infinito,reconocería tus hermosos ojos . No puedo explicar lo que sentí al verlo. Pero de lo que estoy segura,es que lo quiero para mí. Tengo que volver a verlo.

El duque Nicolás interrumpe mis pensamientos.

-¿Está bien,princesa?,si quiere que paremos en algún momento,solo dígalo.

Yo sonrió con ironía.

-Duque Nicolás,si quiero que pares el carruaje porque piensa que me voy hacer mis necesidades encima,no se lo diré a usted. Prefiero decírselo al cochero.

Él se queda mudo por mi respuesta. Cuando me mira con una mirada autoritaria.

-Te recuerdo,princesa. Qué soy tu esposo y me debes sumisión.

Yo lo miro totalmente incrédula.

-¿Pero...cómo te atreves?. Sabes perfectamente,que me han casado por obligación. Porque te aseguro que no me casaría ni loca con un hombre como usted.

Su mirada se clava en el tablero del suelo. Y parece ser,que le tocado su punto de viribilidad.

Llegamos a nuestro destino. Mientras bajaba del carruaje,mis ojos se abrían como lechuzas al ver el hermoso palacio.

-Es hermoso...- digo en un susurro.

-¿Le gusta,princesa?. Espero que sea de su agrado. Aunque siendo su nuevo hogar,no le queda más remedio si no es de su gusto.

Y tal como soltó lo que me debía por el viaje,se marchó adentrándose al palacio. Los sirvientes empacaron todas mis pertenencias a palacio. Las criadas saludaban con cortesía. Y yo, extrañaba más a Juana.

-Quiero que empaquen mis pertenencias a un cuarto individual,por favor- le ordeno a una de ellas.

La criada se me queda mirando confusa.

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