23.-Destapando secretos

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El camino hacia Palacio Real se me está haciendo eterno. No veo la hora de llegar y poder ver a mi padre.

Nicolás lleva todo el viaje cogiéndome la mano con fuerza, transmitiendo su calor,su gran apoyo. Después de abrirme su corazón y aceptar finalmente mi libertad, aquí está, ofreciéndome incondicionalmente su hombro. Lo miro discretamente,pensando porque las cosas no hubieran sido diferentes.

Llegamos por fin y salgo despavorida del carruaje. Corro apresurada a Palacio,hasta llegar a la habitación de mi padre.

Juana la sirvienta está justo en la puerta. Y mis lágrimas buscan alguna salida a esta pena indescriptible.

-¡Mi niña,ven acá a los brazos de tu nana!-sus brazos se abren a la vez que su gran corazón.

Me abrazó a ella como si fuera mi último salvavidas.

-¿¡Dime por favor Juana,que mi padre no a muerto?!-mis gritos desgarradores se podían escuchar desde fuera de Palacio.

Juana me aparta con cuidado y me mira un poco incrédula.

-¿Qué te a hecho pensar eso,princesa?-pregunta desconcertada.

-Lo imaginé cuando te vi en la puerta de su habitación-le respondo mientras seco mis lágrimas que no paran de brotar.

-Su majestad no a fallecido,princesa. Si es cierto que está muy grave,y no sabemos con certeza cuánto tiempo le queda-su voz se entrecorta en el final.

Dejo a Juana y me adentro a la habitación sin llamar.

Mi madre está a su lado,sujetándole su mano. Y mira hacia a mí cuando escucha el ruido de la puerta.

-¡Hija mía!-exclama corriendo hacia a mí fundadonos en un abrazo.

-Madre...he venido lo más pronto que he podido.

Nos soltamos después de un largo abrazo,buscando algo de consuelo por esta terrible situación.

Miro hacia la cama de mi padre,y me acerco lentamente. Esta profundamente dormido,su rostro luce como una persona que abandonó este mundo de los vivos,y siento un pellizco en mi estómago. La delgadez de su cara es extremadamente impactante,como si algún monstruo lo estuviera devorando desde su interior.

Me siento a su lado,intentando no despertarlo. Nunca había estado tan cerca de mi padre,y menos aún sin escuchar alguna palabra despectiva hacia a mí. Se me hace tan duro verlo tan frágil,al borde de la muerte.

No te imaginas cuántas veces deseé que mi padre me mirará como otros padres miran a sus hijas,podía notar en sus miradas como esa pequeña princesa eran para ellos su mundo,su razón de existencia. Cuando en sus ojos solo encontraba frío, un amor paternal inexistente.

Nunca me demostró una muestra de afecto,de cariño. Crecí sin ninguna figura paterna, aún estando presente en mi vida y eso,es algo muy duro.

Le sujeto su mano con delicadeza y el tacto de los huesos de sus dedos,hace que sienta un escalofrío por mi cuerpo haciendo que lo suelte.

-Hija mía,¿Te encuentras bien?

-No...madre-respondo sin apartar la mirada a esos dedos consumidos.

Ella me agarra por detrás sacándome de la cama.

-¡No quiero marcharme!¡Quiero estar junto a mi padre!-grito alterada.

-¡Por favor,hazme caso Cataleya! Esto no te está haciendo bien,hija mía. Tienes que descansar.

Mi madre pelea en una intensa batalla a la que no puede con esta bestia de mi interior. Cuando mis gritos alertan a Nicolás que se encuentra abajo.

-¡Cataleya!-grita Nicolás desde la puerta.

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora