16.-Accidente y sorpresa

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Son las 12:00 de la mañana. El sol resplandece como nunca, su luz desprende el calor perfecto para disfrutar de el,sin el riesgo de quemarte.

Hoy e decidido tomarme el desayuno en el jardín. El café me sabe diferente,tiene más aroma,más textura. Las flores me reciben desprendiendo sus exquisitas fragancias,y me envuelven en un lugar mágico. La naturaleza me acompaña en esta felicidad inigualable que siento en este instante. Hernando...su nombre me sabe a poesía. Cuando de repente alguien me llama interrumpiendo mis pensamientos.

-Princesa,a llegado el doctor- me avisa la sirvienta.

-Esta bien -respondo acomodando mis pensamientos,mientras que me levanto de mi asiento.

Mandé a llamar al doctor,porque Nicolás tiene la herida en muy mal estado,y temo que se llegara a poner mucho peor.

Entro a Palacio y el doctor me recibe en la misma puerta.

-¡Buenos días,princesa!-saluda amablemente el doctor.

-¡Buenos días,doctor!. Sígame,por favor.

Entramos a la habitación de Nicolás. Él está tumbado en la cama, ausente de todo.

El doctor se acerca a él,y le revisa la herida con cuidado. No dice ninguna palabra,y solo se limita asentir con la cabeza.

-¿Pasa algo, doctor?-pregunto preocupada.

-La herida se la infectado,y no tiene muy buena pinta,princesa. Si no se le sana correctamente,tiene riesgo de gangrenarse.

-¿Qué podemos hacer,doctor?-pregunto, esperando impaciente a que me dé una solución.

-Te voy a dar unos ungüentos de hierbas,que le vendrá muy bien para desinfectar esa herida¿De acuerdo?

Asiento con mi cabeza,mientras el doctor me explica cómo tengo que hacerle la cura. Cuando finaliza su explicación,se levanta para irse.

-Doctor,¿Porqué Nicolás lleva una semana sin despertar?

-Princesa,esto lleva su tiempo. Perdió mucha sangre y el cuerpo tiene que recuperar lo perdido,tenga paciencia. Dele gracia a Dios que lo pudo traer a tiempo, de lo contrario no hubiera sobrevivido.

El doctor sale finalmente de la habitación.

Miro de nuevo a Nicolás,y me siento a su lado. Mis manos recorren su largo pelo frondoso. Y mientras que lo observó absorta, pienso en ese instante que lo pude abandonar a su suerte. Tuve la oportunidad de escapar en ese momento,pero por alguna extraña razón, no pude hacerlo. Aunque sea mi mayor castigo porque él representa mis propias cadenas, algo en mí se encendió para iluminar lo que tenía oscuro en mi interior. Mi corazón.

Le doy un beso en la frente y salgo de la habitación.

En la cocina.

La sirvienta Romina está haciendo unos pasteles exquisitos. Cuando entro a la cocina el olor endulza mi paladar.

-Romina,¡Eso huele delicioso!

Romina me mira,y su cara esta cubierta de harina.

-¡Cómo tienes la cara,Romina!-exclamo entre risas.

Las dos no reímos un buen rato. Tengo la suerte de tenerla,es la única sirvienta que me hace más llevadero este encierro.

-¿Qué te parece,si te echo una mano?-pregunto entusiasmada como una niña pequeña.

La harina era protagonista de este juego de pasteles. Los postres son mi devoción,desde que mi querida madre me enseñó este mundo de los dulces. Siempre me decía que cuando estuviera triste,me comiera uno,para así endulzar un poco el alma. Y qué razón.

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora