24.-El mayor enemigo,el odio

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Hoy el doctor a venido para ver la evolución de mi padre, y desgraciadamente no nos a dado mucha esperanza de vida. La agresividad de su enfermedad lo está matando rápidamente. Y a nosotros con él.

Nicolás y yo estamos más distante desde que supe la verdad. Nuestras palabras se basan en los más preciso,y nuestras miradas juegan continuamente al escondite.

En el comedor.

Estoy sentada en la mesa de los sirvientes absorta de todo lo que me rodea. Cuando Juana entra con su hermosa sonrisa.

-¿Puedo acompañarla,princesa?

-No debes de preguntarme,Juana. Siempre agradeceré tu dulce compañía-le sonrió.

Ella se sienta frente a mí sigilosamente. Mientras me observa sin apartar su mirada ni un solo segundo.

-¿Porqué me miras así,Juana?-pregunto nerviosa.

-Puedo ver como algo en tí está cambiando,princesa. Pero te niegas aceptar la realidad.

-Juana por favor, sé directa. No estoy para adivinanzas en estos momentos-le respondo apática.

Se levanta de su silla en silencio. Coge un cacillo y pone un poco de agua a hervir.

-Veo como miras al duque,princesa. Y como tu mirada quiere esconder ese amor que no quieres reconocer.

-¿Cómo te atreves a decir tal barbaridad,Juana?¡Nunca podría enamorarme del mismo hombre que me tuvo engañada todo este tiempo! Él es el único culpable de todas mis desgracias.

Juana se sienta justo al lado mía.

-Mirame a los ojos, princesa.Y dime que nos te has dado cuenta que ¡te ama profundamente! Ese hombre que ves ahí haría lo que fuera por tí,Cataleya. Todos tenemos un gran secreto que guardamos en los más profundo para no hacer daño a esa persona,pero eso no significa que no nos importe,aunque no sea la forma correcta.

Mi reflejo en sus ojos,hace que recuerde que no soy la más indicada para llevarle la contraria.

-Estas muy equivocada,Juana. Entre Nicolás y yo nunca ocurrirá lo que tanto ansias. Así que guarda tu varita mágica y deja de jugar a cupido.

Ella se ríe sarcásticamente.

-¡Ay,mi niña! Sabes una cosa, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver-me dice levantándose de su asiento mientras sale de la cocina.

¡Juana y sus ocurrencias!¿Enamorada yo del duque?¡Ni muerta! Si supiera realmente lo de Hernando,se echaría sus manos a la cabeza.

Voy a la habitación de mi padre. Me siento a su lado mientras que lo observó a escondidas,porqué de lo contrario jamás consentiria tenerme tan cerca.

Le doy un beso en su frente y mis labios cojen la calidez de hacerme saber que todavía sigue aquí,con nosotros. Me despido silenciosamente con mis pensamientos. Y salgo de su habitación.

En el salón.

-El carruaje ya está listo, Cataleya. Te espero fuera-dice Nicolás.

Sale de Palacio para así darnos un momento de privacidad.

Miro a mi madre con pesadumbre. Ella se acerca a mí con sus abrazos abiertos y me acurruca en su pecho. Sus latidos hacen que entre en un estado de paz,de seguridad.

-Mi niña,mi razón de vivir. Nunca te olvides de lo mucho que te quiero,hija mía,nunca.

-Nunca lo olvidaré,madre-le respondo todavía acurrucada en su calor.

Me da un beso en la frente.

-Madre,no quiero marcharme. Mi deber es quedarme a tu lado,apoyandote en este momento tan duro.

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora