7.-la sirvienta

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Los días previos a la anuncio de mí compromiso,ha sido todo un revuelo.
Mi querida madre está eufórica eligiendo los detalles para ese gran día.Flores importadas desde un barco de América del Sur. En el jardín del palacio, habían adornado la estatua con preciosas guirnaldas y coronas. Las estructuras florales se sostenían a base de mezcla de musgo,tierra y arcilla.Realmente era hermoso de admirar.

Para la mujer la felicidad es una debilidad. Por eso tenemos que vivir una vida que no deseamos, reprimiendo nuestros deseos y haciéndonos prisioneras de nosotras mismas.

Mientras en el jardín.

Observó con esmero cómo las rosas del jardín van adquiriendo un tono más vivo, e incluso ya puedes percibir su olor a largos kilómetros. Arrancó una con cuidado, pero sus espinas consiguen pincharme. Me succiono el dedo para cortar la sangre,cuando a lo lejos escucho a mí madre.

-¡Cataleya hija mía, llegó tu vestido!- gritaba vivaz.

-.Que bien... madre.- le respondí mientras terminaba de cortar mi gran hemorragia.

-¿Pero que haces Cataleya con el dedo?- pregunta extrañada.

-Nada madre,solo que me pinchado.- Le contesto mientras que mí mirada se pierde entre las hermosas rosas.

-Bueno¡Venga hija! Vamos a tu habitación que hay que probarte el vestido,que se nos echa el tiempo encima- dice mientras que me coge la mano sin previo aviso.

Las sirvientas están como eufóricas en mi habitación. Mí madre me observa ansiosa desde mi cama, deseando ver cómo me queda este magnífico vestido. Se ven tan felices por mí,que ojalá yo sintiera esa felicidad inalcanzable e invisible.

-¡Princesa!dios mío estás... ¡tan hermosa!- dice Juana conmovida.

El vestido es color champagne,con piedras cosidas en el pecho. Sus mangas son de tul que tapan lo justo de mis hombros. Se ciñe tan perfecto a mi cintura,que parece que me lo han hecho a medida.

-Es realmente bello.- digo mirándome al espejo.

Mi madre se acerca a mí,y pone su mano en mi hombro.

-Cataleya... estás bellísima hija mía. Sabía que algún día llegaría este momento,pero sinceramente como madre no estoy preparada para que vueles.- decía mi madre entre llantos.

-¡Madre,no llore por favor!- digo mientras que mis manos son su único pañuelo de lágrimas.

-No te preocupes hija mía, solo es cuestión de tiempo de asimilarlo.Ya eres una mujer y como princesa tienes que cumplir tu deber.- con esa última frase termino de dictar mí sentencia.

-Podéis retiraros Juana.- les digo a las sirvientas.

Cuando escucho la puerta de cerrarse, me acerco lentamente hacía mí madre.

-Madre¡No voy a casarme!- le digo sin ningún temor.

Ella me mira incrédula, y su silencio es la respuesta a mi negación.

-¿No va a decirme nada,madre?- le preguntó confundida por su comportamiento.

Me mira disimuladamente,mientras que sus pasos lentos llegan hacía a mí como un huracán.

-¿Sabes lo que te pasará si no te casas con el duque?¿Cataleya?!- me pregunta sabiendo cuál es mi respuesta.

-¡No quiero casarme con alguien que no conozco, madre,Ni siquiera lo amo!- le gritó desde lo más profundo de entrañas.

Mi madre me mira,mientras que ríe con sarcasmo.

-¡Pero bueno muchacha!¿cómo vas hablar de amor,cuando no sabes siquiera lo que es eso?- pregunta frunciendo el ceño.

-¡Sí, lo sé madre! Sé que el amor no está en como os miráis padre y tú. Es algo que me llevo dando cuenta desde que era pequeña,y yo no quiero ese tipo de amor.

En su mirada puedo ver la tristeza de su alma.

-Tienes razón hija mía. Quizás yo fui tú, en su día- me respondió con melancolía.

Agachó su cabeza en señal de derrota,y se marchó de mi habitación.

Mientras que yo me quedé sola, consternada por todo lo que había ocurrido. Y las palabras tan duras que le había dicho.

La semana pasó, y solo quedaba un día para mí boda. Mi madre no me dirigió la palabra desde entonces. Y mi intento de acercarme a ella, a sido en vano.

En la cocina.

Estoy comiendome una pieza de manzana,cuando siento que alguien entra.

-Princesa,¿Qué haces aquí tan sola?- pregunta Juana mientras que se sienta acompañandome en la mesa.

La miro mientras que le doy el último bocado a la manzana.

-¿Acaso alguna vez estado acompañada,Juana?- le preguntó con sarcasmo.

Juana me mira silenciosa.

-Cataleya...haga las pases con su madre. Ella está muy mal desde ese día,no quiere comer,se la pasa el día con la mirada perdida. ¡Por favor,hablé con ella!. Su madre la quiere profundamente,princesa.

Me levanto rápido de mi asiento.

-Lo he intentado Juana,pero no deja que me acerque a ella. Si no tengo el apoyo de mi madre, no tengo más penitencia que eso- le respondo conteniendo mis lágrimas.

Juana me acaricia la cara con delicadeza y me sonríe dándome un poco de bálsamo para la herida.

-Princesa... sé porque no quiere casarse con el duque Nicolás- me dice Juana cómo si supiera algo que yo aún no se.

De repente se levanta de su asiento. Y sin imaginarme jamás lo que iba hacer,destapó el pequeño boquete donde hace años atrás lo utilizaba para escapar,para así poder ver al campesino Hernando.

Yo me quedo atónita,y las palabras se me quedan atrapadas en la mitad de mi garganta.

Juana vuelve a taparlo con cuidado y vuelve a su asiento.

-Se tu secreto,princesa. Aquella noche cuando la pille infraganti,que venía con su vestido hasta arriba de barro. Sabía que se veía a escondidas con un campesino.

Mi mirada se clavó en aquel vaso de agua,que todavía no me había bebido. Quizás por qué no era capaz de mirarla a los ojos por vergüenza.

-¿Porque has guardado tanto años ese secreto,Juana?- le pregunto ansiosa por escuchar su respuesta.

Juana con su mano,me coge de la cara obligándome que la mire a sus ojos cansados.

-¡Porque eres como una nieta para mí, princesa!- responde Juana destapando sus sentimientos más puros.

Sin pensarlo corro hacía ella y me fundo en un corto abrazo,pero no menos intenso.

-Gracias...Juana. Por guardarme el secreto. Estaría muerta si mi padre lo hubiera sabido- le digo dándole infinitos besos de gratitud en sus manos.

-Ni aunque me maten,diría nada que la delatara princesa- me responde Juana con total fidelidad hacía mí.

Yo le sonrió,y ella me lo devuelve por mil.

-Juana,no me quiero casar con el duque. Yo amo a Hernando,no lo olvidado desde entonces- mi alma se abre por fin después de tantos años de silencio.

-Princesa...sabe que eso¡es imposible!. ¡Jamás permitirán eso, que una princesa se case con un campesino!. Su padre vela por la transcendencia de la corona,no de su felicidad. Y eso es algo que usted sabe.

-Pues entonces, ayúdeme a escapar de aquí Juana- le digo suplicándole ayuda con mi mirada.

Juana se queda atónita,mientras le agarro sus manos con fuerza para que no me suelte en este pozo oscuro.

El día de la boda...

A partir del próximo capítulo,dará un giro inesperado. No lo os perdáis 🤗








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