28.-Una verdad,que lo cambia todo

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Lloro desconsolada durante el viaje hasta Palacio. Los brazos de Nicolás me acorralan en este cuerpo inerte de sentimientos, transmitiendo su calor humano.

Justo cuando llegamos al lugar,mi madre está esperando en la puerta. Me bajo apresurada hacía ella y la abrazo intensamente,mientras que mis lágrimas empapaba su hermoso vestido.

-Madre...

Me acaricia dulcemente mi rostro,mientras me sonríe completamente rota de dolor.
-Hija mía,mi niña preciosa.

-Buenas tardes,alteza-saluda Nicolás con reverencia.-¿Cómo se encuentra el Rey?

Suspira como si no le quedará más aliento en su interior.
-Esta muy grave, duque. El doctor nos dicho que nos reunamos para despedirlo,porque no cree que pase de este día-su voz suena como cuando se te rompe una taza en añicos.

Nicolás la mira con compasión,acompañando su dolor cogiéndole su mano y transmitiéndole fuerza.

-Quiero ver a mi padre. Necesito estar a solas con él.

-Claro,hija mía. Te acompaño,le diré a Juana que te prepare uno de esos té que tanto te gustan¿De acuerdo?

Asiento con mi cabeza apenada. Sin negarme al ofrecimiento de mi madre aunque ahora mismo ese té que tanto disfrutaba de su sabor, me sepa a puro amargor. Nicolás espera en el salón,respetando mi decisión de querer estar a solas.

Mi madre me deja justo en la puerta de su habitación y se despide con un dulce beso en mi frente. Mi corazón empieza a latir muy deprisa,abro lentamente la puerta abriendo consigo mis miedos. Me acerco sigilosa hacia él,y mis lágrimas empiezan a brotar sin control. Su aspecto se a deteriorado significativamente,su rostro se a reabsorbido como un charco que se a quedado totalmente seco.

¡Padre!-grito en llantos cogiéndole su mano frágil.

Están duro ver como no queda absolutamente nada de esa persona. Es como si su esencia se hubiera extinguido,encarnandose en otra que ya no conoces. Recuerdo su abundante pelo blanco junto con su gran barba,era lo más destacaba de él. Pero ahora solo le caen tres mechones de su cabeza,dejando al descubierto su cuero cabelludo.

-Padre, sé que no he sido tu gran orgullo pero quiero que sepas que siempre te querré. No te guardo ningún rencor por cómo me has tratado a lo largo de mi vida, no te niego que nunca lo logré entender,pero deseo de todo corazón que encuentres la paz que tú alma necesita-le beso con delicadeza su mano.

Apoyo mi cabeza en su pecho escuchando lo que pueden ser sus últimos latidos. Mi corazón se ahoga en una pena indiscristible,cuando escucho un pequeño susurro. Me reincorporo rápidamente.

-¡Padre!¡A despertado!-grito con asombro.

Corro hacía fuera y llamo a mi madre eufórica. Entra corriendo a la habitación.
-¡Bartolomé!-grita mi madre estupefacta.

Mi padre hace el intento de querer articular alguna palabra,pero parece que algo se le atora en su garganta.

-¡No te esfuerces, Bartolomé!tranquilo. Todo estará bien, cariño.

Mi madre sabía tanto como yo que eran sus últimos minutos de vida. Me senté en la cama,dándole a mi padre ese calor fraternal que necesitaba llevarse consigo.

-¡¿A despertado el Rey?!-pregunta Juana con estupor desde la puerta.

Cuando de repente empieza a convulsionar. Sus ojos empiezan a quedarse en blanco,mi madre y yo nos echamos encima de él para ayudarlo pero es totalmente en vano. Veíamos frente a nosotras como su vida se nos escapaba como el mismo aire,que lo sientes en tu piel pero no lo puedes tocar.

El Secreto De Cataleya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora