Llevo encerrada unos cuatro días aquí, no sé qué hora es, si es de día o es de noche. Ahora sé cómo se siente un pájaro enjaulado, privado de lo único que tenemos, la libertad.
Echo tanto de menos a mi madre, sus cálidos besos de buenos días, sus abrazos llenos de amor...y me martiriza el saber que ahora mismo será como un alma en pena en cada rincón del reino,buscando la manera de sacarme de aquí, pero sin poder hacer nada por órdenes de mi padre.Lo único que me llevo a la boca,es un poco de agua y un trozo de pan seco y duro, ni a los cerdos los alimentan así. Tengo que mojarlo en agua para ablandarlo para que así no me rompa los dientes.
Tengo un soldado fuera escoltandome todo el día.
Como si un pájaro pudiera escaparse si no le abren la jaula- pienso en mi mente.Me levanto del suelo y me dirijo hacía la puerta.
-Quiero hablar con mi padre- le digo al soldado que se mantiene como una estatua.
El soldado hace caso omiso a mi petición.
-¡Soy la princesa,debes obedecer mis órdenes!- le gritó con autoridad.
Lo único que mueve es su cabeza para mirarme,para luego girarla para el otro lado.
Resopló y me siento en el suelo en señal de derrota. Cuando repente escucho ruidos lejanos que cada vez se escuchan más cerca de mí.
-¡Hija mia...mi niña preciosa!- le dice la reina con lágrimas que se le quedan retenidas por sus grandes pestañas.
-¡Mamá!- me levanto del suelo lo más rápido que puedo.
Las dos nos agarramos las manos por el hueco de la mazmorra, y nos apretamos tan fuerte,que ella podía sentir la delgadez de mis dedos.
-¡Estás más delgada Cataleya,mira tus hermosas manos, son como ramitas de un árbol caído!- me decía mientras besaba mis dedos y veía como sus lágrimas caían sin parar.
-Mamá,estoy bien no te preocupes, pronto me repondré cuando salga de aquí- le digo para tranquilizarla.
-No te han dado de comer,¿verdad?- su mirada buscaba algun signo de nerviosismo para averiguar si le mentia.
-Si mamá,solo que no tenido mucha hambre,creo que este no es el mejor sitio para que me entre apetito ¿no?- le respondo lo más serena posible para que note mi pequeño engaño,no quiero que sufra más.
La reina la observa y le da un voto de confianza.
-¡Dime que vienes a sacarme de aquí mamá,estos cuatro días se me están haciendo eternos!- le digo desesperada.
Mi madre me mira un poco desconcertada.
-Cataleya,no llevas cuatro días,llevas ocho días encerrada aquí...- me responde escondiendo su tristeza.
-Pero...si llevo contando los días desde que entré mamá- le respondo confundida.
-Mi niña,aquí no entra la luz del sol, y todo prisionero que encarcelan aquí pierde la noción del tiempo, esa es la parte del castigo- en su mirada podías ver un alma rota de madre.
La reina con un gesto de cabeza al soldado, es suficiente para que sepa lo que le ha ordenado.
Cuando abre la mazmorra, madre e hija se unen en un fuerte abrazo, que sientes como te arropa el mismo corazón, dando calor a tu alma y trayendo de nuevo paz en tu interior.
-¡Vamos hija mía, vamos a darte un buen baño caliente y después llenaremos ese estómago hambriento!- le decía la reina, mientras que iban cogidas de la mano para no soltarse nunca jamás.
Es la hora de la cena y ese buen baño con lavanda se ha llevado con el agua los malos recuerdos de esos días en la mazmorras.
Mi padre está callado, ni siquiera me ha devuelto una mirada en toda la noche. Mi madre me sonríe discretamente.
Mi estómago es como un pozo de hambriento, pero la comida se me atasca en mitad de la garganta.
Mi padre termina y se retira de la mesa, cosa que yo agradezco.-Mamá,me voy acostar a mi habitación,no tengo mucha hambre- le digo mientras espero su consentimiento para levantarme de la mesa.
-Esta bien,puedes retirarte hija mía, necesitas descansar. Mañana hablaremos de lo sucedido ¿de cuerdo?(reina).
-Si mamá- le respondo con ese beso de buenas noches que tanto anhelaba cuando estaba prisionera.
Estoy en mi habitación,mirando por la ventana. La luz de la luna deja ver al pequeño pueblo y como un gato que se cuela por un hueco de la puerta, sin previo aviso aquel niño de ojos azules se cuela en mis pensamientos.
No me arrepiento de mi castigo,si con eso salve las manos de aquel campesino.Cuando estaba absorta mirando por la ventana, vi aún niño parado mirando hacia a mi ventana. ¿Será el campesino?la intriga me come por dentro. Cuando observó que hace un gesto de llamada.
¿Es mi ilusión,o es a mí?- pienso para dentro.
Recuerdo cuando una vez jugando con la sirvienta Juana al escondite de pequeña, encontré una manera de escapar del reino sin que nadie se diera cuenta. Pero si mi padre se entera, creo que me caería la mayor penitencia.
Miro de nuevo,y sigue ahí, observándome, esperándome.
No lo pienso más y me arriesgo a salir de estas gigantescas mazmorras que me tiene prisionera.
Salgo de mi habitación sigilosamente, dando pasitos prudentes y consigo llegar hasta la cocina. Todos los sirvientes están dormidos,y esta es mi oportunidad.
Me cuelo por un pequeño boquete que se olvidaron tapar hace años y que yo misma lo tape disimuladamente.Cuando por fin llegó a fuera del reino, mi vestido está tan sucio que parezco una campesina más,cosa que agradezco para pasar más desapercibida.
Mi corazón late con fuerza de saber que estoy rompiendo el código,pero mis ansias por verlo puede más, necesito verlo.Mi mirada lo encuentra rápidamente,y me dirijo hacía él.
Su mirada están intensa, tan penetrante, que si sigo mirándolo siento que me pierdo en él.
-Hola...- digo mientras que noto como mis mejillas entran en calor.
-Hola, princesa- me responde mientras me esquiva la mirada.
¿Porqué me siento así? siento como mariposas revoloteando en mi estómago, no sé cómo explicarlo, pero me hace sentir bonito- pienso para mí misma.
-Quería darte las gracias princesa, por aceptar ese castigo a cambio de salvar que me cortaran las manos. Estoy en deuda con usted,has sido muy valiente- en sus ojos puedes ver su gran gratitud.
Me sonrojó de nuevo.
-Es injusto lo que mi padre quería hacer contigo, no iba a permitir esa injusticia- le respondo cabizbaja.
De repente en la lejanía se escucha una mujer gritando el nombre de Hernado.
Él mira hacia atrás, y termina de confirmarme que es él al que llaman.
-Tengo que irme princesa,mi madre me llama- y al terminar su frase me da un beso en mi mejilla.
Y se va corriendo, haciéndose cada vez más pequeño para mi ojos.
Mi mano inconsciente busca el calor que me ha dejado en mi ardiente mejilla.
Vuelvo al reino con una felicidad inexplicable, mis mejillas todavía percibe el calor de sus labios.
Cuando estoy terminando de tapar mi secreto de escape,siento una mano apoyada en mi hombro.
-Cataleya,¿De dónde vienes?...
Mi corazón se ha detenido por un segundo, y se escapa de mi caja torácica, aprovechando que yo no puedo hacerlo en este momento.
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El Secreto De Cataleya
RandomSiglo XVI, Europa. Una princesa de la alta nobleza,llega a la edad en la que es obligada a casarse con un duque desconocido. Pero su amor, ya le pertenecía a un joven que ya conocía desde la niñez,estando pérdidamente enamorada, desafiando los pecad...