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  La primera semana pasó más rápido de lo que había imaginado. Las clases eran más llevaderas con los de primer año, que se mostraban tímidos y cautelosos. Sin embargo, los de quinto eran los que parecían más interesados en su vida en general que en la asignatura. Incluso ya habían esparcido los rumores sobre su procedencia, notas y que era una Ravenclaw. Pero empezaba a adorar su nuevo trabajo.

  Al pasar por los pasillos, los alumnos la saludan alzando una mano o moviendo la cabeza con una escueta sonrisa en los labios, y ella respondía de buena gana. Con sus compañeros todo iba viento en popa. McGonagall se comportaba animada y abierta con ella, la profesora Sprout la recibía siempre con una inmensa sonrisa y le ofrecía unos minutos de conversación. Flitwick era el que no disimulaba para nada el cariño que sentía por ella, debido a que pertenecía a su casa, era muy agradable y risueño con ella, y Cecilia sentía un gran aprecio por él.

  Pero no todo podía ser perfecto, Trelawney cada vez que pasaba a su lado la observaba de soslayo, murmuraba algo y pasaba de largo. No había vuelto a mencionar nada de esa oscuridad que le perseguía y ella tampoco hizo por preguntar. Y por otro parte estaba Snape, tan indiferente y mordaz que era imposible permanecer a su lado más de unos minutos. Ni siquiera habían mantenido una conversación donde ella fuera capaz de pronunciar su nombre y él, él se empañaba en llamarla Lia sólo para molestarla.

  Cecilia dobló una esquina para encarar el pasillo que conducía a las escaleras, allí un grupo de alumnos parecía discutir animadamente. Al acercarse reconoció a los presentes, al menos a tres de ellos, aunque no les daba clases.

  —Quiero empezar las pruebas cuanto antes, el año pasado el equipo era un fiasco y ahora que yo soy el capitán no quiero que se repita. —La chica permanecía apoyada en la pared, aburrida.

  —¿Pero qué pasa si soy tan malo como el año anterior? No me cogerás aunque seamos amigos.

  —Entonces entrena para no serlo —dijo exasperado.

  —Vaya, el trío más famoso de Hogwarts —comentó Cecilia a sus espaldas. Hermione se enderezó al verla.

  —Buenos días, profesora Eliseo —dijo la chica como si se estuviera disculpando por algo.

  —¿Hablando de Quidditch? —Todos la miraron con la boca entreabierta, ella sonrió—. Estudié aquí, ¿os acordáis?

  —¿Jugaba en el equipo de su casa? —preguntó Ron.

  —No, soy una negada para los deportes.

  —Como yo —comentó Ron, impresionado.

  —No digas eso. He oído que los Weasley son muy buenos en Quidditch. —Miró a Ron y después a Ginny, ya que le habían hablado de ella y no de su hermano.

  —¿Es verdad lo que se dice de usted? —Empezó Hermione con cautela—. ¿Qué sacó un extraordinario en su asignatura?

  —Sí, lo es.

  —Guau —soltó Harry, impresionado—. Es un logro, yo siempre me dormía en esa clase. Me habría gustado tenerla como profesora.

  —Y a mí que estuvieras en mi clase. —Sonrió.

  —Supongo que te dan el puesto de profesor cuando obtienes un extraordinario en dicha asignatura —replicó Hermione.

  —¿De verdad? —Fingió no saber nada sobre el tema—. ¿Entonces puedo pedir el puesto en Defensa contra las Artes Oscuras?

  —¿Qué? —dijeron todos a la vez.

  —Ojalá le hubieran dado el puesto —se lamentó Harry—. Me habría gustado más que el que tenemos ahora.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora