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  El sol empezó a esconderse y las sombras se alargaban en el vestíbulo y en las escaleras haciendo de ese encuentro uno aún más tenso y lúgubre. Severus se fijó en el serio semblante de McGonagall que con la oscuridad aparentaba más vieja y enfadada.

  —Ya sabéis qué hacer —ordenó con un ligero movimiento de la mano. Los dos mortífagos a su espalda no se movieron.

  —No puede hacer esto, Snape —replicó Minerva bajando los pocos escalones que le separaban de él.

  —Las cosas han cambiado. Hasta el ministerio ha caído. Aquí también cambiarán. ¿Prefieren ir a la sala de profesores para dar los nuevos puestos o aquí les va bien?

  —¡No habrá ningún cambio!

  —Por favor, McGonagall, ¿desde cuándo se le habla así al director? —dijo con visible diversión—. A la sala de profesores. —Nadie hizo por moverse—. Ahora.

  No elevó la voz pero el tono hizo que todos se pusieran en marcha, incluso Amycus tuvo un escalofrío. Fueron bajando poco a poco mientras él los contemplaba uno a uno hasta que le llegó el turno a ella. Cecilia le miró de reojo, esperó a que pasara frente a él y echó a andar hasta quedar a su lado.

  —Supongo que ahora que eres el director vas a despedirme. —Severus la observó unos segundos en silencio pensando que eso era lo último que deseaba.

  —No, te quedarás en Hogwarts.

  —Claro, por supuesto. Me dijiste que me quedara aquí porque estaba segura de aquellos que querían hacerme daño, lo que no me imaginaba es que serían ellos quienes entrasen gobernados por ti.

  —No te harán daño, Lia.

  —Antes te hubiera creído —Levantó la mirada tratando de no centrarse demasiado en sus negros ojos, era lo que más le gustaba de él—, pero he entendido que todo ha sido una trampa para hacer el trabajo más fácil a tus amigos.

  Severus la dejó alejarse sintiendo que había vuelto al pasado, no le dejaría explicarse y su error no sería perdonado jamás. Pero este era mil veces peor que llamar a tu mejor amiga sangre sucia.

  Entró a la sala cuando todos estaban sentados rígidos alrededor de la mesa. Amycus le ofreció una silla en el puesto más privilegiado y Severus la declinó en silencio.

  —Todos conservarán su puesto en la asignatura que enseña habitualmente. Amycus será el nuevo profesor de Artes Oscuras...

  —¿Cómo dice? —saltó McGonagall indignada.

  —No me interrumpa, por favor —pidió Severus con calma—. Alecto será la profesora de Estudios Muggles y ambos serán directores adjuntos. Yo soy el director, como ya sabéis. Los demás conservan su puesto. ¿Alguna pregunta? —Severus sonrió ante el silencio—. Si esto es todo podéis marcharos. Menos Lia.

  —De eso nada, Snape. —McGonagall se paró en el umbral de la puerta—. Conozco su plan y no pienso dejarla sola con usted.

  —Salga de aquí.

  —No.

  Severus se encaró hacia la profesora con la intención de decirle lo que pensaba en ese momento de ella. Cecilia se puso al lado de Minerva.

  —Dame cinco minutos.

  —Cecilia...

  —Saldré en seguida. —Minerva y ella intercambiaron una mirada de preocupación. Al cerrar la puerta Severus escondió una sonrisa mientras Cecilia se volvió hacia él.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora