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  Esa mañana cuando se cruzaron en la puerta del comedor ambos sabían que algo había cambiado. Severus se detuvo cuando la vio llegar, Cecilia sonrió al ver aquel gesto. Podía decirse oficialmente que eran amigos.

  El desayuno no sufrió muchas alteraciones. Se notaba una calma inusual durante el desayuno y parecía que alumnos y profesores degustaban cada segundo que pasaban en esa tesitura.

  Un búho aterrizó frente a Cecilia llevando la carta en su pata derecha, mientras ella la desataba el animal empezó a picotear una de las tostadas de la chica con brusquedad, tras unos pocos picotazos la dejó como si hubiera perdido el interés de repente. Cecilia le quitó la carta pero el búho no echó a volar, se quedó mirando a la chica fijamente.

  —¿Buenas noticias, Cecilia? —preguntó Flitwick cuando la vio sonreír.

  —Una amiga va a ir esta tarde a Hogsmeade, me uniré a ella.

  Cuando terminó de comer hizo el amago de ponerse en pie pero una mano sobre su hombro la detuvo. La profesora McGonagall se encontraba a un palmo de su cara, sonriente.

  —El mes que viene es el cumpleaños del profesor Snape, quería saber si estás interesada en poner algo para el regalo. —Cecilia echó un vistazo a su derecha temiendo que este estuviera escuchando algo, pero para su sorpresa él no estaba en su sitio.

  —Claro, cuenta conmigo.

  —Perfecto. Haremos una pequeña reunión ese día en la sala de los profesores. Como sabes él odia las celebraciones así que será cosa de poco —informó la mujer al tiempo en que Flitwick asentía varias veces en dirección a ellas.

  —¿Cuándo es? —Nunca se filtró la fecha de cumpleaños de ningún profesor y mucho menos el de Snape. Minerva abrió la boca en forma de o intercambiando una mirada con Flitwick.

  —El nueve de enero. Te avisaré el día de antes de la hora, quiero que Dumbledore esté presente. Creo que es la persona que más estima al profesor Snape.

  Cecilia se quedó pensando en las palabras de la mujer, eso era evidente para todos pero ¿existía algo del pasado de Snape que solo conociera el director que le hacía apreciarle más que nadie? Quizá conocía la verdad de su infancia y del odio que este sentía por Sirius Black, aunque ella no entendiera por qué le odiaba tanto. Era propio de Snape no confiar en los demás y mostrar su repulsa hacia la mayoría de los que tenía alrededor. Incluso Snape había reconocido que su sarcasmo era un escudo con el cual las cosas le salían mejor y dicho escudo parecía esconder mucho más de Severus Snape.

§§§

 —Severus. —El aludido se giró en mitad del pasillo, Dumbledore andaba con soltura hacia él—. Necesito pedirte una cosa.

 —Últimamente no espero otra cosa de usted —replicó con sarcasmo, pero el director pasó por alto el comentario y colocando una mano sobre el codo del hombre le indicó que caminara.

 —Es algo que me pidió Cecilia.

 —¿Le pidió que yo lo hiciera? —replicó a sabiendas que la respuesta era negativa, simplemente él era la mejor opción del director para ocuparse de cosas menos valiosas que los asuntos de Potter. Dumbledore agachó la cabeza conociendo los pensamientos de Severus.

 —No. De hecho no va a saber que vas a hacerlo tú. —Snape asintió casi por inercia—. Es algo serio, Severus. La profecía de Sybill no es una broma, tiene razón. Cecilia tiene una especie de don que tal vez sea más bien una anulación de su propio potencial. O un don oscuro.

 —¿A qué se refiere?

 —Sabes que su mayor deseo era convertirse en una fabricante de varitas.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora