-33-

853 60 33
                                    

  Ni siquiera sabía cuándo había empezado a correr, sola entendía que era importante seguir a los chicos. Estos se detuvieron en el sauce boxeador, Harry apretó un nudo en el tronco y el árbol cesó el movimiento de sus ramas en el acto. Se desplazaron en silencio. Cecilia tenía la garganta seca y el corazón en un puño. Pararon ante la trampilla que unía el pasadizo con la sala de la casa de los gritos donde una rendija dejaba salir una muy leve cantidad de luz. La habitación yacía poco iluminada. Ella permanecía unos pasos por detrás, entre los muchachos, pero podía verlo por el hueco que dejaban sus cabezas. La serpiente levitaba en el aire, protegida por alguna clase de encantamiento.

  Al cabo de unos segundos se escuchó la voz de Severus y todos se tensaron de maneras diferentes, Cecilia tan nerviosa que apenas podía mantenerse en pie. El profesor se encontraba más cerca de Harry.

  —... mi señor, se están debilitando...

  —Y sin ti —añadió como si disfrutara ante ese hecho—. Eres muy hábil, aunque no creo que me seas imprescindible. Ya casi...

  —Dejadme ir a buscarlo. —Cecilia sintió un peso en el estómago al verle en esa situación. La voz de ese hombre no indicaba nada bueno—. Dejad que traiga a Potter.

  Severus se movió por delante de ellos.

  —Hay un inconveniente , Severus.

  —¿Ah, sí? —El Señor Tenebroso elevó la Varita de Saúco para que él la viera.

  —¿Por qué no actúa como esperaba, Severus?

  —¿A qué se refiere, mi señor? —A Cecilia comenzaron a temblarle las manos por el peligro que corría Severus. Sabía que algo no iba bien—. Habéis hecho mil proezas con ella.

  —No. Ha sido la misma magia. Ni la mitad de la magia que me mostrarte de la mestiza con sus varitas.

  Severus no respondió. Nadie le veía y se preguntaron si habría intuido el peligro. Tal vez buscaba la manera de sacar a la profesora de esa conversación, de alejarla de su interés. Harry intuía que realmente sentía algo por ella aunque no confiara en él. Sin poder evitarlo desvió la vista hacia ella tratando de encontrar algo en su semblante, pero Cecilia solo prestaba atención a la silueta de Severus.

  —¿Sabes por qué he pedido que abandonaras la batalla y te reunieras conmigo?

  Todos vieron la tensión en la espalda de Severus y la dirección de sus ojos clavados en la serpiente.

  —No, mi señor, pero deseo ir a buscar a Potter.

  —Será él quien venga a mí.

  —Pero podría haber errores.

  —He dado órdenes, Severus, todo está muy claro. Pero quiero hablar de ti. Has sido muy valioso. —Comenzó a andar por la estancia lentamente—. Lo que me preocupa es enfrentarme al chico y a la mestiza. ¿Qué pasa si ella se une a él?

  —No sucederá, la chica tiene prohibido hacerlo. Confía en mí —dijo sintiendo una ganas inmensas de lanzarse contra él solo por pensar en atacarla. Apartó de inmediato esos pensamientos antes de ser descubierto.

  —Pero no en mí. Ahora lucha con ellos. Pero eso tiene una fácil solución. Como sabes las varitas anteriores no pudieron acabar con Potter y ahora tengo la de Sáuco. Cogí la de Dumbledore. Pero ahora no da los resultados que prometía y creo saber por qué.

  Severus lo observó totalmente pálido. Cecilia no podía evitar el nerviosismo en su respiración. Al oír su voz centró su vista en lo poco que veía de él.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora