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  Hacía unos minutos que no le prestaba atención a las noticias del periódico, sus ojos se alzaban por encima del papel concentrado en los gestos que Cecilia esbozaba al leer el libro. Si hubiera bajado el periódico y la mirase fijamente ella habría pasado por alto ese aspecto. Yacía sentada en el suelo, sobre sus pies, con la espalda apoyada en el sofá. Entre tanto, con un dedo trazaba los movimientos que debía hacer con la varita sobre la áspera madera de la mesa, ajena a cuanto le rodeaba. Nunca la vio estudiar y le parecía perfecta incluso en eso. Desvió la mirada cuando se removió para cambiar de postura.

  —Creo que controlo la teoría.—Se aupó hasta sentarse en el sofá, Severus fingió salir de la lectura y observarla—. Puedo ser una buena oponente para usted ahora, profesor Snape.

  —No te anticipes y celebres algo que no has conseguido. No soy fácil de vencer.

  —Pues vamos a verlo.—Severus dobló el periódico dibujando una sonrisa.

  —¿Pretendes usar mis propios hechizos contra mí? —Cecilia se puso en pie y fue hasta el sillón donde él estaba sentado.

  —Levanta.

  —No voy a batirme en duelo contigo.

  —¿Y cómo voy a perfeccionar los hechizos para defenderme de los mortífagos?

  —La mayoría de ellos son unos inútiles. —Ella se cruzó de brazos ladeando al mismo tiempo la cabeza.

  —¿También Bellatrix Lestrange? Porque Tonks y Lupin no piensan lo mismo. —Severus se levantó borrando los últimos vestigios de sonrisa. Supo que no iba a lograr nada de él.

  —Ella es cosa mía. —Y se dirigió a la cocina sin mirarla.

  —¿Cómo? ¿Exponiendo tu verdadera lealtad?

  —Baja la voz, Cecilia —advirtió.

  —Lo siento. Pero tengo razón.

  —Y yo algunos planes.

  —En los que no estoy incluida. —Él se detuvo al otro lado de la isla dejando el mueble en medio de los dos.

  —Precisamente la idea es excluirte de ellos —comentó Severus empezando a molestarse.

  —Pero sabes que no es tan sencillo. Me buscan a mí y no es razonable que tú te expongas por mantenerme a salvo. Me hiciste una promesa, pero no a costa de tu propia seguridad.

  —No hablamos de lo que es o no razonable. Hice una promesa y la mantendré hasta el último segundo, ya lo sabes. La cuestión es que debemos evitar que cualquiera de ellos llegue hasta ti y yo soy quien va a evitarlo.

   —No, Severus —replicó rodeando la isla para colocarse a su lado, él se preguntó en qué momento había dado inicio esa pelea—. No todo vale por mí. Eres esencial en esta guerra y si tú caes todo el sacrificio sería en vano. Necesito defenderme por mí misma y si puedo unir mis fuerzas a las tuyas. Sumar y nunca suprimir a uno de los dos.

  —De eso se trata, de no suprimirte. Sé que puedo hacerlo siempre y cuando sepa que estás al margen del peligro. Ni te imaginas lo que duele perder a la persona más importante en tu vida. El dolor de saber que fue por tu culpa y que lo único que queda es proteger a quienes quiso, volverte una pieza de ajedrez en el tablero de otros.

  —No estaría de más que alguien te proteja a ti. Si me atrapan, si ese es tu miedo, te adelanto que no me importa lo que me hagan, no sucumbiré a sus deseos. —Severus negó frustrado por la insistencia de Cecilia, su compromiso con él no le beneficiaba en estos instantes.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora