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  Su buen humor era igual que el clima de aquel día, brillante y espléndido. Sus alumnos superaron bastante bien los TIMOS y podía sentirse orgullosa de ellos. El lunes, último día de junio y del curso, tendría lugar el banquete de despedida. Ya se había despedido de sus estudiantes y les dijo lo afortunada que era por tener la oportunidad de enseñarles y lo agradecida que estaba porque hubieran aprovechado tanto las clases. Echaría de menos a los de séptimo y estaba ansiosa por conocer a los de primer año. 

  Salió de la habitación notando el hambre que empezaba a sentir, echó a andar hacia el otro extremo del pasillo pensando en los bollitos de mantequilla que iba a degustar.

  —¡Lia! —Oyó unos pasos a la carrera tras ella, reconoció la voz sin problemas y un aleteo en su pecho le hizo tomar una bocanada de aire—. Necesito hablar contigo.

  Esperó a que Snape se colocara a su lado antes de girarse hacia él. Frunció el ceño haciendo la pregunta sin palabras.

  —Es importante —replicó él—. ¿Podemos ir un segundo a tu despacho?

  —Si insistes. —Puso los ojos en blanco mientras desandaba los pasos hacia la puerta, los bollitos deberían esperar.

   Severus entró tras ella, Cecilia se sentó al tiempo que le indicaba con una sencilla sonrisa que hiciera lo mismo. Al hacerlo deslizó sobre el escritorio un libro y una varita. Ella miró los objetos, luego a él y de nuevo a la mesa.

  —Esta varita...

  —Es tuya. —Asintió Snape.

  —¿Cómo te has hecho con ella? —Su voz salía cautelosa, casi temblorosa.

  —Es de vital importancia que te la quedes.

  —¿Qué?

  —Ya te lo expliqué. Te protegerá.

  —No puedo. —Empujó la varita de vuelta hacia él casi sin rozarla—. ¿Y por qué el libro?

  —Puedes quedártelo. Es un pack especial para que me quede más tranquilo, Lia.

  —Es el regalo más extraño que me han hecho en la vida. —Entonces cayó en la cuenta de lo que había dicho y clavó los ojos en él—. ¿Por qué deberías quedarte más tranquilo?

  —Verás —Se inclinó hacia ella juntando las palmas de las manos, pensativo—, hay algo que Dumbledore me pidió que no te contara pero llegados a este punto creo que es más peligroso si no lo sabes. Conocen tu identidad, tu paradero, tu habilidad con las varitas oscuras y pretenden hacerte trabajar para ellos.

  —Por ello quieres que aprenda todo lo que pueda de Artes Oscuras y domine esta varita, para que pueda acabar con los mortífagos.

  —No son solo mortífagos. Bellatrix, una incondicional del Señor Tenebroso, y él mismo quieren atraparte. Existen muy pocos fabricantes de varitas con tu don, Lia. Eres valiosa para ellos.

  —No puede ser. —Se dejó caer contra el respaldo de la butaca, atónita—. No me buscan a mí.

  —Lo siento, pero es así. ¿Te la quedarás? —preguntó inquieto porque no lo hiciera.

  —¿Sabes por qué la elaboré con roble rojo? Su energía, su color significan fuerza, coraje y fidelidad. Si otro mago o bruja la ha tenido antes es y siempre será suya.

  —Pero tú eres su verdadera dueña. Al menos inténtalo.

  —Yo... —Se mantuvo callada tanto tiempo que olvidó todo lo que la rodeaba. Severus la contemplaba pensando en usar su última carta si con eso iba a mantenerla a salvo.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora