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  El grito que surcó el bosque provocó el vuelo de varios pájaros que se resguardaban en las ramas, gracias a él pudo orientarse. Guió sus pasos un poco más hacia la izquierda. El bajo de su túnica iba manchándose de barro y hojas secas, lo cual le era muy desagradable.

  Continuó hasta que la temperatura descendió unos grados, las sombras que se cernían sobre él le daban la respuesta del actuar de la chica. Sabía por qué la chica había salido corriendo varita en mano, conocía bien ese frío. Se preguntó si ella estaba lista para hacerle frente a un dementor. Agudizó el oído tratando de dar con Cecilia en vano. De repente el silencio envolvió el ambiente, una corriente de aire helada pasó a su alrededor. Vislumbró las capas de dos dementores salir disparados hacia la copa de los árboles.

  Una mariposa blanquecina y azulada revoloteó a su lado, sobrevoló su cabeza y tras dar una vuelta en torno a él se desvaneció.

  —Lia —murmuró al ver el patronus.

  Encontró a la chica acuclillada junto a una alumna que yacía de rodillas sobre el barro mientras sollozaba. Cecilia trataba de ponerla en pie con gran esfuerzo.

  —Déjame a mí. —Cecilia elevó la cabeza echándose hacia atrás, sorprendida.

  —¿Qué haces aquí? —Snape agarró a la alumna y esta le miró como si estuviera adormilada.

  —Nos avisaron de tu mensaje. ¿Por qué te has precipitado hacia el bosque? —Sujetó a la chica de su casa con fuerza mientras clavaba la mirada en Cecilia.

  —La vi entrar. Lo peor es que me di cuenta de que la seguían dos dementores. No podía dejarla sola.

  —Es una suerte que haya salido bien —dijo con su habitual frialdad.

  —Te dije que podía invocar un patronus corpóreo —replicó, ofendida—. De todas formas si estaba un poco preocupada porque no pudiera enfrentarme a los dos. Ella ha perdido la varita o ni siquiera la traía encima.

  —Sí, lo he visto. —Inició la marcha notando lo cansada que estaba la estudiante, miró de reojo para asegurarse de que Cecilia no estuviera como la niña. Iba erguida, con el pelo totalmente mojado y la varita todavía apretada entre sus dedos.

  —¿Cuándo?

  —Ahora. Venía tras los dementores. Me sorprende que haya aguantado unos segundos más tras deshacerse de ellos. Es la primera vez que he visto una mariposa como patronus.

  —No sé bien qué significa. —Se encogió de hombros saltando de nuevo esa enorme rama que nacía del suelo—. Pero me gusta mucho.

  —Dicen que representan la ligereza, la alegría, la paz y la belleza. —Ella soltó una carcajada.

  —No creo que sea por la belleza. Siempre me han dicho que soy alguien alegre.

  —Sí, lo eres —dijo tranquilamente.

  Cecilia observó a Snape de soslayo mientras él miraba al frente. Era delgado, pero fuerte para soportar todo el peso de la niña que se había recargado contra él. Amable como para ayudarla de esa manera permitiendo que se acercara tanto a su cuerpo. Inteligente sin importar el tema que trataran. Valiente, pues se lanzó a socorrerla sin saber qué había pasado. Serio, con aire misterioso pero capaz de hacer cosas por los demás aunque no le gustasen. 

  Se mordió el labio al comprobar que estaba realizando una lista de las cosas que más le asombraban y le gustaban de Snape. El físico no era su fuerte, pero todas sus virtudes lo compensaban. Quitando su frialdad y crueldad con los alumnos, le agradaba que no perdía los nervios y rara vez se le intimidaba o se le pillaba por sorpresa. Contempló su pelo mojado viendo como las gotas caían de las puntas hacia sus hombros. Mañana este tendría un aspecto bastante diferente.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora