-8-

843 72 2
                                    

  Cuando salió de su habitación hasta los pasillos del castillo ya supo lo que estaba ocurriendo en el Gran Comedor. El aire olía a espumillón, velas, incienso y polvo adherido en todas partes. Cruzó las puertas del comedor para encontrarse con los habituales doce árboles navideños que decoraban la estancia. Flitwick blandía su varita haciendo que una fila de ordenados objetos decorativos volaran cada uno a su sitio en el árbol, que tenía las ramas bañadas de una nieve falsa. El profesor observaba sonriente su propia obra. Entonces este se giró sobre sí mismo para echar un vistazo a sus espaldas y, por inercia, Severus también lo hizo.

  Comprobó que Flitwick se encargaba del que estaba a un lado de la mesa de los profesores y del más próximo, situado entre la mesa de estos y la de las casas, se ocupaba Cecilia. Estaba vestida con una túnica gris con bordados verdes pastel. En la larga melena se le había quedado un trozo alargado de espumillón morado. Mostraba la misma sonrisa que el profesor al decorar el árbol, salvo que ella lo hacía sin magia, al estilo muggle. Severus pensó en acercarse a ella y pretender empezar una conversación por el interés de su ex alumna en la Navidad, recordaba que se pasaba varios minutos observando el techo del comedor desde su asiento al desayunar y al cenar.

  Echó una ojeada al resto, el director se encontraba al otro lado de la sala hablando con la profesora McGonagall, pero no se le escapó el hecho de que lo miraba de reojo como si pudiera leer sus intenciones y le alentara a hacerlo. Severus soltó un imperceptible suspiro y se colocó a un lado de Cecilia. Ella se giró al notar un leve tirón en su pelo, al ver a Snape se quedó callada. Él elevó la mano para enseñarle la tira de espumillón que tenía entre dos dedos, Cecilia volvió a sonreír.

  —Gracias. —Se encaró de nuevo con el enorme árbol al que ella no llegaba para decorar la parte de arriba sin subirse a una silla.

  —Siempre te encantó esta época —dijo él con desgana. Ella asintió sin mirarle.

  —Sí. Me recuerda a las celebraciones de mi infancia.

  —¿Por eso nunca te quedaste a pasar las fiestas en el colegio?

  —Volvíamos a España en esas fechas, aunque fuera sólo por unos días. Mi madre usaba un traslador para llegar a casa de mi abuela. Allí nos reuníamos con mis tíos y se usaba la magia para casi todo. —Sonrió con nostalgia habiendo olvidado que Snape estaba a su lado mirándola—. Mi padre al principio se mantenía cauto y nos alejaba a mi hermana y a mí pero al final se divertía como uno más, claro sin magia. Él prefería cantar.

  —¿Es el primer año que pasas sin ellos? —Cecilia cambió de posición como si la voz de Snape la hubiera sobresaltado.

  —En cierta forma sí. Dumbledore me ha dado el día de Navidad para que vaya a comer con ellos, pero no puedo ir a España —comentó con voz suave visiblemente decaída por la idea de no poder viajar.

  —No me gusta la Navidad —confesó al tiempo en que colgaba una esfera azul en el extremo de una rama alta, al ver la expresión de Cecilia entendió que lo había dicho en voz alta.

  —La verdad es que no me sorprende. Creo que no existe nada que te guste. —Iba a replicar algo mordaz pero la carcajada relajada de la chica le hizo tomarlo como una broma.

  —Sin en cambio a ti te gusta todo.

  —Referente a la Navidad sí. Todo se decora muy bonito —dijo a la vez que abarcaba el comedor con el movimiento de la mano—, la gente sonríe más, hay más alegría en el ambiente.

  —Eso es una estupidez. Es una pérdida de tiempo decorar un árbol al estilo muggle.

  —¿Qué gracia tiene hacerlo con magia? —Detuvo lo que estaba haciendo para volverse hacia él, ahora no le parecía tan alto como aquella vez frente al despacho de Dumbledore. Supuso que era porque no estaba colérico, pero seguía siendo mucho más alto que ella.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora