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  Apareció en el despacho del profesor Slughorn unos minutos más tarde de la hora en la que indicó en la visita que hizo para invitarla. Odiaba llegar la primera a los sitios y por experiencia propia sabía que la gente nunca acudía puntual a los eventos.

  El despacho era mucho más amplio que el suyo. Colocó una enorme mesa en la mitad de la estancia donde reposaba una gran cantidad de aperitivos y bebidas, algunas de ellas humeantes que no pensaba probar. La habitación estaba dividida por unas cortinas de seda plateadas que caían con gracia desde los extremos de las paredes. Cecilia se deslizó por debajo sin necesidad de agachar la cabeza al pasar. Allí se encontraban todos los estudientes que Slughorn consideraba más importantes, al menos dos de cada casa. Cuando éstos fueron conscientes de su presencia unos le saludaron con un gesto de la cabeza pero Luna Lovegood fue la única que se acercó a ella.

  —Profesora Eliseo —saludó con entusiasmo—. ¿Sabe que he encontrado el resto de mis plumas? Me las han devuelto durante la madrugada.

  —Se han tomado su tiempo esos nargles. —La chica asintió con la vista perdida en el techo. Cecilia estudió la vestimenta de Luna al darse cuenta que otras la señalaban y se reían, era cierto que sus atuendos eran algo extravagante pero no era correcto burlarse de alguien por ello. Se alegró de la autenticidad de su alumna—. Por cierto, Luna, estás preciosa.

  Ella se observó a sí misma como si hubiera olvidado qué llevaba encima, sonrió ampliamente y le devolvió la mirada a Cecilia.

  —Gracias, usted también. Normalmente las personas están ridículas con las prendas muggle pero le quedan muy bien.

  —Gracias.

  Luna se alejó hacia un rincón con gesto pensativo mientras Harry parecía buscar a alguien. El chico levantó la mano unos segundos después y se acercó a Hermione a gran velocidad. Cecilia por su parte comenzó a echar un vistazo por el despacho examinando quiénes eran los invitados del profesorado. Slughorn se aproximó a ella justo en el momento en que había localizado a Snape, quería darle una oportunidad al hombre pero Slughorn lo impidió.

§§§

  Permanecía allí más por obligación que por diversión. Esperaba que Draco acudiera a la fiesta pero por el momento no había señales de su rubio pelo, sin embargo, si las había de Potter. Pensó en servirse una copa y refugiarse en un rincón del despacho al otro lado de las cortinas. Dejó la espalda apoyada contra la pared cuando la vio, Cecilia con su atuendo muggle, enseguida Lovegood se aproximó a ella, sonriente. Y él perdió la atención en aquel encuentro. Entonces pasó a mirar a Potter que seguía con la vista a Slughorn hasta que el chico encontró a Granger. Se preguntó qué era lo que hacía al profesor de pociones tan interesante a los ojos del muchacho.

  Snape observó a su compañero que se encaminaba hacia la recién llegada, pero lo que de verdad le sorprendió fue encontrar a Cecilia con la mirada puesta en su dirección. Slughorn no se percató de aquel detalle y se colocó en la gran distancia que separaba a ambos profesores impidiendo el contacto visual de Cecilia. Snape frunció el ceño, molesto por la curiosidad de la chica.

  —Quita esa cara, Severus. —El nombrado elevó la cabeza hacia el profesor que estaba acompañado de Harry—. Estábamos hablando de las asignaturas que está estudiando el chico. ¿Cuáles son en total?

  —Pociones, Transformaciones, Defensa contra las Artes Oscuras...

  —Es decir, todas la necesarias para ser auror —le cortó Snape con frialdad. Harry le envío una dura mirada.

  —Es lo que quiero ser.

  De repente Filch irrumpió en la conversación trayendo a Malfoy sujeto por el cuello de la túnica.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora