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  La puerta se encontraba entreabierta cuando llegó al despacho. Entró esperando ver a Severus sentado en el escritorio, pero este estaba vacío. A la izquierda se abría un círculo contiguo a la sala principal del despacho. Vio la mesa redonda decorada con un mantel sencillo y sobre él sus comidas favoritas para el desayuno en Hogwarts: tarta de chocolate, bollos de mantequilla, galletas con virutas de chocolate, un bol con varias frutas, una cafetera y una jarra de leche. Sonrió ante la consideración de Severus a la hora de preparar el desayuno. Sin embargo, él no estaba por ninguna parte.

  Contempló la mesa durante unos segundos al percatarse de que las tazas y cubiertos no eran los mismos que usaban cada día. De repente un brazo rodeó su cintura haciendo que su espalda se reposara contra el cuerpo de Severus y notó el beso sobre su cabeza, adoraba la forma en que la trataba. Posó una mano sobre la de este sabiendo que ambos estaban pensando en el sueño que tuvo ella. Él no era de esos hombre que abrazaban y besaban cada vez que tenía la más mínima oportunidad y Cecilia lo agradecía. Y agradecía que él hubiera tenido el detalle de recrear el sueño en la realidad.

  —Buenos días —susurró contra su pelo, Cecilia echó la cabeza hacia atrás dejándola en su hombro. Si en su etapa como alumna alguien le hubiese mostrado esa imagen se habría reído a carcajadas.

   —Buenos días. Gracias por el desayuno.

  —Gracias por haber venido. —Se apartó de ella para conducirla a la mesa. Al sentarse frente a ella la observó unos minutos en silencio mientras Cecilia removía su café. Recordó los momentos en que solo la veía como una alumna que era bastante mala en pociones y, sin embargo, ahora era una mujer que se había ganado su respeto y adoración.

  —¿Por qué me miras así? —inquirió ella sin levantar la vista.

  —Pensaba en la poca suerte que he tenido durante toda mi vida y que ahora me ha sido recompensada contigo. No voy a engañarte, nunca lo haré, por eso debo decirte que temo que mi actitud pueda hacerte daño. No te veo como mi alumna, pero creo que me he precipitado en ciertas cosas. Eres demasiado joven para alguien como yo, eres demasiado buena para alguien como yo —se corrigió—. No puedo aproximarme a ti sin pensar que te haré daño de alguna manera.

  —Severus —Él fijó sus ojos en ella disfrutando del sonido de su nombre en su voz—, no soy la niña que estaba en clases de pociones llena de miedo por la reacción de su profesor. No quiero que te alejes por temor o por imaginar que no soy una adulta. Haré veinticuatro en unas semanas —dijo procurando quitar esa seriedad que se estaba adueñando de la conversación.

  —Sí. Ya hace un año que llegaste a Hogwarts para impartir clases.

  —Y eso no lo hace una niña.

  Severus negó y se puso en pie. Cecilia le imitó, sin poder reprimirse alzó la mano hasta que sus dedos rozaron la mejilla de Severus. Este la miró con intensidad y sin previo aviso unió sus labios a los de ella. Cecilia se pegó a su cuerpo cerrando los puños en la túnica de los costados haciendo que él pudiera erguirse un poco por su baja estatura. Esta vez fue un beso cuidadoso pero anhelante, suave y lleno de fuerza a la vez. Severus sabía cómo besar y cómo atraerla en un abrazo que ella se encargaba de no romper. Cecilia se puso de puntillas procurando que él no se apartara todavía, Severus colocó la mano en su espalda dándole la firmeza y el agarre que ambos necesitaban en ese instante. Al romper el contacto entre sus bocas ninguno dejó de abrazarse, Severus la resguardó aún más con sus brazos creando un refugio para ella. Respiró el aroma de su larga melena y susurró un <<te quiero>> que provocó un azoramiento en Cecilia que deseó no salir jamás de aquel abrazo.

§§§

  Nunca había pronunciado aquellas palabras en voz alta. Eran como dos espinas atascadas en mitad de su pecho que le impedían ser libre. Ahora al haberlas dejado salir y notando los brazos de Cecilia rodeando su cintura mientras su cabeza reposaba en su pecho en un fuerte abrazo, sentía que valía la pena todo lo que había sufrido solo por el hecho de estar a su lado. Al cabo de unos minutos Cecilia elevó la cabeza para mirarle y centrando toda su atención en sus ojos le dijo:

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora