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  Transcurrió una semana desde ese encuentro en su despacho y el envío de la nota a Tonks. El que Cecilia viera oportuna la participación de Snape en sus planes era lo de menos para su amiga que no había parado de mandarle lechuzas para ver cómo se encontraba. Antes de ponerse en contacto con ella pensó en hacerlo con todas sus antiguas amigas pero Tonks estaba dejando el listón tan alto que no necesitaba hacerlo.

  Snape la miraba de soslayo cada vez que recibía la visita de un nuevo animal. Ella sólo podía sonreír avergonzada al recibir toda la atención de estudiantes y profesores. Al final la mesa quedaba cubierta de plumas y diminutas pisadas por el mantel.

  Cuando el sol comenzó a caer se retiró a la entrada de Hogwarts donde su amiga le indicó que la estarían esperando. Antes de cruzar las columnas de los cerdos alados echó un vistazo a su espalda. Una figura la observaba desde la distancia, fingió no tener interés en ella y dio unos pasos hacia el colegio, pero Cecilia le reconoció y sabía que la curiosidad era un punto débil para el chico. Harry se detuvo de nuevo al creer que la profesora ya no le prestaba atención.

  Si le veía dar un paso en su dirección estaba dispuesta a quitarle unos cuantos puntos a Gryffindor, que llevaban una ligera delantera y no notarían la falta de algunos. Aunque no lo reconociera en voz alta le molestaba que cada minúscula cosa sirviera para brindar puntos a la casa de los leones.

  Se detuvo frente a las verjas y volvió a mirar hacia Harry. Este fingía observar hacia un punto en paralelo hacia donde se encontraba ella. Decidió ignorar al chico y traspasó la puerta metálica. En cuanto lo hizo unos brazos la abrazaron con fuerza y afecto.

  —Cecilia. —La voz de Tonks se perdió contra su cuello, angustiada. Cecilia la abrazó a su vez—. No puedo creerme nada de lo que me has contado. —Se separó de ella, pero mantuvo las manos sobre sus brazos—. ¿Cómo lo llevas?

  —Yo tampoco me lo termino de creer.

  —¿Qué plan ha ideado tu amigo? —La irónica voz de Lupin apareció a su izquierda mientras el hombre hacia acto de presencia a su lado.

  —De momento no hemos acordado nada. Sabemos que Dumbledore custodia la varita así que está a salvo. Queremos averiguar quién mandó a los dementores y si es el mismo que el autor de la maldición.

  —¿Cuáles son esas ideas que no nos has podido contar en la carta? —Cecilia les hizo un breve resumen de todo lo que había hablado con Snape.

  —Cree que lo que activa la magia oscura puede ser un desactivador si se utiliza a la inversa.

  —¿De verdad vas a confiarle a él que te lance una imperdonable si está en lo correcto? —preguntó su amiga preocupada.

  —Es un buen amigo. Confío en él.

  —Snape no tiene amigos —dijo Lupin con desprecio—. Sólo tiene interés en las personas a las que, hoy día, se les conoce como mortífagos o muestran su habilidad en las Artes Oscuras. ¿Sabes lo que quiero decir?

  —¿Qué pretende beneficiarse, digamos, de esta especie de don? No, es el único que me ha contado toda la verdad, ni siquiera Dumbledore lo ha hecho.

  —Ahí lo tienes. —Movió los brazos con fastidio como si le irritara la ingenuidad de Cecilia—. ¿Por qué razón se iba a mostrar tan comprensivo y ofrecer su ayuda? Porque es un experto en las Artes Oscuras y le interesa el poder en los demás. Snape no se involucra con nadie.

  —Lupin —llamó Tonks con calma—. Recuerda que te ayudó con la poción matalobos. Fue un buen gesto.

  —No es lo mismo —soltó ofuscado.

 -Háblame en silencio- Severus Snape. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora