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Las mentiras constantes te conducen a la locura. La locura te da un pase libre a la obsesión, y la obsesión, oh, despierta en ti un deseo que no podrás ocultar por más que quieras.

Y Jungkook ya no quería ocultarlo.

Su mente últimamente estaba trabajando sin consultarselo. Tomaba decisiones sin haber sido pensadas debidamente. Y actuaba a su merced, dejando al chico en un estado más vulnerable del que le gustaría.

Era de noche, ya había cenado y las luces de la casa estaban apagadas. Y Jungkook simplemente no podía conciliar el sueño por culpa de ese pensamiento que se le había clavado en la mente y la piel.

Se levantó con prisa, y caminó en puntas hasta aquella habitación que siempre estaría abierta para él así no se lo hubieran dicho. Apenas giró el pomo, pudo ver a Taehyung sentado en la cama, quien levantó la vista apenas escuchó la puerta, leyendo un libro con unas gafas puestas que le caían delicadamente sobre el puente de la nariz. Era precioso. Jungkook no podía entender cómo existía alguien tan perfecto e imperfecto al mismo tiempo.

-¿Jungkook?- lo llamó el mayor en busca de una respuesta-. ¿Pasó algo?

-Uh...no...- cerró la puerta y se acercó de a poquito a la cama hasta que se sentó en ella. Un calor sofocante adueñandose de su cuerpo, la punta de sus dedos picaban ansiosas por tocar piel-. Yo...

Taehyung cerró el libro a la vez que se quitaba los lentes. Lo dejó en la mesita de noche y se acercó un poco más a Jungkook, estirando su mano para quitarle un mechón de cabello del rostro.

La cercanía hizo de las suyas, así como cuando el metal está muy cerca de un imán. Jungkook se inclinó, dejando su rostro a centímetros del mayor, sus labios rozandose.

-Jungkook...

Lo llamó Kim en modo de advertencia. Advertencia que no pudo terminar porque poco después tuvo al chico comiéndole la boca con necesidad. Lo dejó de espaldas sobre la cama abriéndose paso entre sus piernas. Los besos subieron de intensidad y descendieron a su cuello, donde se aseguró de dejar varias marcas, marcandolo como suyo.

-F-follame...

Taehyung se detuvo, alejándose un poco del cuerpo para poder mirarlo a la cara. No era fanático del sexo, de hecho no era algo que necesitara como el aire para respirar, podía tener una vida tranquila sin actos sexuales. Pero joder, Jungkook tenía ese algo que despertaba en él eso que creía muerto, así como lo hizo el otro día en el sofá.

-No sabes lo que estás diciendo.- intentó alejarse, pero el chico no lo dejó, enrollando sus piernas alrededor de la cadera ajena. Sin dejar de mirarlo a los ojos y con las pupilas dilatadas llenas de lujuria, llevó sus dedos hasta el pantalón de pijama de Kim, metiendo su mano hasta que lo sintió duro contra su tacto. Taehyung siseo, apretando los dientes obligándose a no soltar un gemido por el toque que su cuerpo ansiaba.

-Vamos hyung.- murmuró Jeon contra su oído, empezando a mover la mano regalándole suaves toques.

¿Qué le habían hecho a su Jungkook? Ese no podía ser el mismo chico que se cohibia por cualquier cosa, se negaba a creerlo.

Su cuerpo cedió, y es que, dios, esos leves toques en su entrepierna lo estaban volviendo loco. Regresó a besar su boca con necesidad, bebiendo de sus labios como si fuera una especie de placebo.

Los toques en el cuerpo no tardaron en llegar, y rápidamente la ropa fue desapareciendo una por una. Taehyung se mareo. Era hermoso. Jeon Jungkook era completa e irrefutablemente hermoso sin un ápice de tela sobre su cuerpo.

-Abre.- le exigió, llevando su dedo anular y medio hasta la boca del chico. Este pasó su lengua como si de una paleta se tratara. Kim hundió más sus dedos, llevándolos a ese punto en concreto donde la saliva salía más espesa, como una especie de lubricante. Jungkook cerró los ojos conteniendo la arcada que le vino, porque esos dedos estaban tocando muy profundo en su garganta.

ESTOCOLMO | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora