32. Sofia y Miranda.

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En el departamento de Martin, la parejita de enamorados estuvieron un poco más en la cama pero sabían que había toda una vida allá afuera y tendrían que salir a enfrentarla, sin embargo esta vez sería juntos y de la mano.

Alicia regresó a su casa temprano y se encontró con su hija Yuri que la estaba esperando.

— Mami - La muchacha abrazo a su mamá — ¿Como te sientes? — preguntó la ojiverde algo preocupada.

— Bien, amor. ¿Pero todo bien contigo? Te veo preocupada, ¿pasó algo? — salió a florecer su lado de madre protectora.

— ¿No has visto las redes sociales verdad? 50% están contigo y el otro 50% con Sergio, pero la verdad eso es lo menos importante, Miranda llegó temprano del colegio, y ha estado todo el día en su recámara sin querer comer ni un solo bocado, le he preguntado que le pasa pero no me ha querido decir — informó la hermana mayor — tienes que hablar con ella, estoy segura que Sergio la quiere poner en tu contra, él no se quedará tranquilo, mamá. — Yuri estaba mucho más preocupada de lo que quería hacer notar.

Alicia tranquilizó a su hija mayor prometiéndole que todo estaría bien, le dio un beso en la frente y se dirigió a la recámara de su hija menor.

— Miranda, soy mamá, déjame pasar por favor. — pidió la morena bastante preocupada, ya que su hija no solía poner seguro en la puerta.

— Mamá, no quiero hablar ahora, quiero estar sola, por favor — respondió la nena menor con una voz bastante desanimada.

En el centro de la ciudad se encontraba Martin tomando un helado con su pequeña hija.

— ¿Que tal estuvo la escuela, Sofia? — preguntó el padre.

— Bien pa', pero mis compañeros empezaron a decirme que tú y mamá se van a separar, que se lo habían dicho sus papás. — Respondió la niña un poco triste.

— Si, princesa. Pero eso es algo que tú y yo ya habíamos hablado, yo te lo expliqué — Martin empezaba a sentir culpa, a él no le gustaba ser el causante de la tristeza de su hija.

— Si, papá, lo sé y mamá también me lo ha dicho.

— ¿Que te dijo? ¿Como está ella? — preguntó el ojiazul más preocupado por lo que su exmujer le haya querido meter en la pequeña cabecita de su hija.

— Se ve un poquito triste, pero me ha dicho que yo siempre seré hija de los dos, que me aman, y que ahora serán felices separados y que yo tendré que estar feliz por los dos — la niña hizo una pausa— y tiene razón, pero aún así, extraño mucho que estés en casa, papá — Sofia se paró de su silla y fue abrazar a su papá.

— Te amo, mi amor. — dijo el padre amoroso — Pero mira, ahora tendrás dos casas, ¿no te gusta la idea?

— Si — respondió no tan convencida — ¿Ahora te irás a vivir con la señora bonita que te gusta? — la niña era bastante curiosa y muy despierta para su corta edad.

— No, ahora no... — hizo una pausa — quizás falte mucho para eso, ¿pero a ti no te gusta la idea? ¿No te gusta ella? — la opinión de su hija siempre sería importante para él.

— El otro día que estuvimos todos hablando con ella, fue muy amable. — la niña sonrió — Me cae muy bien y si a ti te gusta, a mi me gusta — Sofia le regaló a su padre una respuesta que lo tranquilizaba por completo. Era su orgullo y su amor más grande y sabía que se llevaría de maravilla con Alicia.

Después de la conversación tan importante que tuvo con su pequeña hija y después de haberse terminado el helado, Martin llevó a Sofia de regreso a casa donde se encontró con una Carlota triste, pero bastante tranquila, aunque no quiso hablar mucho él.

Le sorprendía mucho la actitud de la madre de su hija, no pensó que lo iba a tomar tranquila ni mucho menos que le ayudaría explicándole a la niña. Definitivamente de aquella fiera de hace unos días no quedaba mucho y eso a él lo tenía muy contento ya que nunca le había gustado estar en guerra.

Regresando a la casa Montiel, la morena aún esperaba que su hija le abriera la puerta.

— Miranda, mi amor, debemos hablar, te tengo que explicar... — Dijo Alicia ya un poco desesperada.

— ¿Que me vas a explicar? ¿Que te vas a divorciar de papá? — preguntó a niña abriéndole la puerta a su madre y esta pudo notar cuanto había llorado su pequeña nena — Ya todo el mundo lo sabe, mamá. — dijo Miranda volviéndose a meter a la cama.

— Sí, pero tienes que saber que te amo y que no quería que sufrieras por esto, pero ha sido algo que se me ha ido de las manos. — dijo la madre angustiada, colándose en la cama de su hija.

— ¿Es verdad que te divorciaras de mi papá porque lo has engañado con otro hombre? — preguntó la menor encarando a su madre.

— Eso te dijo tu padre, ¿verdad?

— ¿Entonces es cierto? — Los ojos de la pequeña Miranda se llenaron de lágrimas, y al ver que su madre se quedó callada, la niña se desesperó. — ¡¡¡Responde, Mamá!!!

— Las cosas no son exactamente así, hija, te lo prometo. — Dijo Alicia también empezando a llorar

— ¿Entonces como son? Explícame, mamá. — Miranda necesitaba entender, porque todo eso le estaba doliendo mucho.

— Martin me pasó y es un milagro que agradezco, porque gracias a él he vuelto a sonreír. — dijo la morena pensando en aquel hombre de ojos azules que la enamoraba cada día más — Mi pequeña, para ninguno de esta casa es un secreto que tu papá y yo ya ni siquiera dormíamos juntos, él me falló tantas veces y yo le perdoné tantas veces, pero créeme, no hay corazón que resista tanto, ya no lo amo.

— ¿Ya no lo amas porque amas a ese otro hombre? — preguntó su hija menor bastante incrédula.

El arte del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora