26. "Prometo cuidarte".

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— ¿Que haces aquí? - preguntó la morena con una sonrisa de oreja a oreja.

— Yo lo llame, mamá. - dijo Yuri regalándole a su madre una sonrisa de complicidad — Ahora los dejo a solas porque me imagino que tienen mucho que platicar. - la joven se dio media vuelta y abandonó la sala.

— ¿Porque no me dijiste que habías tenido este accidente? - preguntó Martin preocupado, acercándose muy delicadamente a su novia para no lastimarla.

— Estabas enojado conmigo... - Alicia hizo un puchero como una niña de 5 años y al notar que su novio se quedó callado y aprovechando la cercanía de su hombre no pudo aguantar las ganas de robarle un pequeño beso y juntar su frente con la de él - que bueno que estes aquí. - dijo ella suspirando de alivio.

— ¿Como no podría? Si te pasa algo me muero, mi amor. - el ojiazul acarició la mejilla de su amada.

— Me dijiste "mi amor", eso quiere decir que ya no estás enojado, ¿verdad? – preguntó la morena con mucha ilusión en sus ojos.

— Perdóname, mi amor... - besó los labios de su amada - no debí enojarme tanto, solo que me moría de celos y no quería entender.

— Te entiendo, yo también hubiera reaccionado de la misma forma si hubiera estado en tu lugar - lo volvió a besar - también me hubieran comido los celos - otro beso más - sabes que odio que otras mujeres estén tan cerca de ti – rio - porque sé que muchas de ellas me quieren quitar lo que es MÍO - exclamó Alicia y colocó los brazos alrededor de su amado para atraerlo hacia ella y abrazarlo.

— Te amo, mi celosa. - el ojiazul depositó un sutil beso en el hombro de su mujer.

— Te amo, mi celoso. - la morena lo imitó, pero con la diferencia de que ella depositó un beso sutil en el cuello de su amado.

Los tortolos estuvieron así un par de minutos más dándose muestras de amor, cariñitos, abrazos, besos y palabras bonitas que les abrigaba el corazón.

...

— ¿Pero estás bien? ¿Como te sientes? - preguntó Martin volviéndose a preocupar.

— Tranquilo, amor. Estoy bien, te lo prometo. - dijo ella tranquilizándolo - Solo fue un mal momento, vi a dos doctores y ya me recetaron.

— ¿Que te recetaron? ¿Ya fueron a comprar tu medicamento? ¿No necesitas que vaya a comprar algo más? - preguntó él nuevamente igual de inquieto.

— Sí, ya fueron por mis inyecciones y analgésicos para la inflamación y el dolor, aunque... - la morena bajo un poco más la voz para que solo su novio la escuchara - también me recetaron muchos besos y muchos abrazos de un hombre alto, guapo y de ojos azules. ¿Crees que tú me puedas ayudar con eso? - preguntó sonriendo pícaramente - Seguramente eso me hará recuperar mucho más rápido.

— Mmm... - Martin se puso de pie y actuó pensativo - pero por supuesto que yo te voy a llenar de amor. - exclamo él tomando de sorpresa a su amada para luego terminar riendo los dos. Él quería abrazarla y apretarla, pero no la quería lastimar, así que se sentó nuevamente con mucho cuidado junto a su novia y con ambas manos tomó tu rostro - Yo te besaría - Martin empezó besándole una mejilla, luego la frente, la nariz, la otra mejilla y la barbilla - cada instante por el resto de mi vida - él le dijo esto mirándola fijamente a los ojos para luego devorarle la boca en un beso profundo, donde sus lenguas se volvieron a encontrar luego de varios días.

— Te extraño tanto... - susurró la morena con una gota de aire.

— Duerme conmigo esta noche, por favor, prometo cuidarte como nunca nadie lo ha hecho. - le susurró al oído de Alicia.

Esa noche la parejita se dirigió al nuevo departamento del ojiazul en donde Martin ayudó con mucho cuidado a su novia para que esta se aseara, luego él con el mismo cuidado le puso la pijama, también Alicia le permitió que le pusiera la cremita de noche para el rostro, le peinó con mucha delicadeza el cabello y por último le dio en la boca las pastillas que le tocaban a esa hora.

Aquella noche Martin no le hizo el amor, pero la consintió como nunca nadie lo había hecho, él era su lugar seguro y sus brazos eran su hogar.

Al día siguiente, la feliz pareja amanecieron abrazados y el primero en despertarse esta vez fue el hombre de ojos azules.

POV MARTIN:

Los rayos del sol que se filtran a través de la ventana hacen que sienta molestia y me obligan a abrir los ojos y cuando lo hago puedo ver a la más bella de las mujeres sobre mi pecho, durmiendo profundamente. A mis oídos llega el sonido de su respiración y puedo sentir como late su corazón.

Dios mío, que afortunado me siento al tener en mis brazos al amor de mi vida.

...

Martin muy delicadamente empezó a acariciar el cabello y luego la mejilla de su mujer. Caricias que hicieron despertar suavemente a Alicia, quien abrió muy perezosamente sus ojos, pero al notar quien estaba debajo de su cuerpo no pudo evitar sonreír de felicidad.

— Buenos días, mi enfermero favorito. - expresó Alicia sonriente.

— ¿Te sientes mejor? - preguntó el ojiazul aún preocupado

— Muchísimo mejor, solo falta que me acostumbre a utilizar las muletas.

— Yo me encargaré de ayudarte, no te preocupes.

Tal como dijo, Martin tomó las muletas y ayudó a su novia a levantarse para el desayuno.

— ¿Tu preparaste todo? - preguntó ella al ver la mesa.

— No, tengo una señora que me ayuda.

Él se dio cuenta de que Alicia se puso tensa.

— Tranquila, ella es muy discreta. - completó él. - Pero cambiando de tema, no me dijiste bien como fue tu caída.

- Te cuento, pero prométeme que no te enojarás... - miró seria a su amado.

- ¿Enojarme? Qué fue lo qué pasó, ¿Alicia? ¿Acaso Sergio te hizo esto? - dijo alterándose un poco.


El arte del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora