El arte del amor.

33. Felicidad.

— No, mi amor. — la morena hizo una pausa — Te juro que intenté por muchos años salvar a nuestra familia y yo sé que tú papá también lo intentó, pero después de dar tanto, mi amor por él se terminó agotando. — Dijo Alicia limpiándose las lágrimas.

La habitación se quedó en un profundo silencio por varios minutos que para Alicia fueron una eternidad, pero Miranda necesitaba pensar y analizar las palabras de su madre. Luego de otros largos minutos, la adolescente decidió hablar.

— Yo sé cuánto te ha hecho llorar mi papá. — Miranda tomo una caja de pañuelos que tenía cerca de la cama y se los pasó a su madre. — Y yo quiero que seas feliz, mamita, y si ese hombre te ha devuelto la sonrisa entonces yo no estaré en contra...— la adolescente sonrió e hizo una pausa antes de volver hablar — pero necesito un poco de tiempo, aún no quiero saber mucho de él, por favor — pidió — por ahora tengo suficiente con saber que te hace feliz — Miranda rio y se abalanzó sobre su madre para abrazarla.

— Será todo a tu tiempo, mi pequeña, te lo prometo. — La morena también rio, no podía creerse lo que su hija le acababa de decir, la hacía muy feliz.

— Te amo — la nena le dijo a su madre mirándola a los ojos con una mirada tranquilizadora.

— Te amo más mi pequeña princesa y gracias por entenderme — abrazó nuevamente a la menor de sus hijos y le dio un beso en la cabeza.

Después de eso, todo fue de maravilla. Martin y Alicia estaban felices de haber sido aceptados por sus hijos porque para ambos eso era lo más importante.

Un mes después, Sergio ya había firmado los papeles del divorcio ya que su propia hija Miranda le había pedido que si de verdad amaba a su madre como él decía pues que la dejara tranquila y, sobre todo, que la dejara ser feliz porque después de tanto, su madre realmente se lo merecía.

Ahora que Alicia ya estaba divorciada, empezó a planear en serio junto a su nueva pareja como harían pública la relación, pero quedaron en esperar un poco más de tiempo. Mientras tanto, se veían en el departamento de Martin siempre que podían, donde compartían muy buenos momentos juntos, no solo haciendo el amor, también cocinando, mirando películas, platicando...

— ¿Sabes? Estuve hablando con Miranda y creo que es momento de que yo te presente formalmente a mis hijos como mi pareja. - le dijo Alicia al ojiazul en uno de esos momentos juntos, dos meses después del divorcio.

Martin miró a Alicia con una sonrisa de oreja a oreja al escuchar las palabras de su amada.

- Sabes amor, desde ese zoom para leer libretos para el proyecto, supe que tú tenías algo que me volvía loco, y mira acá me tienes muy enamorado de ti y ahora estamos a punto de vivir nuestro amor sin miedos, sin culpas y sobre todo libres para amarnos. – dijo el ojiazul

- Desde ese día la química entre tú y yo se dio así, como si nos conociéramos de hace mucho, aunque creo que la vida sabía el momento perfecto para que coincidiéramos y pudiéramos sentir algo el uno por el otro, y algo muy bonito y fuerte.

- Entonces creo que llegó el momento de que hagamos la cena con nuestros hijos, para oficialmente presentarnos como pareja.

- Sí, ¡me encanta la idea! – exclamó la morena contenta

Alicia se le quedó viendo al guapo hombre...

- ¿Pasa algo amor? - preguntó Martin

- ¡Gracias!!!!

Ese "gracias" sorprendió tanto a Martin y se le hizo algo extraño, porque Alicia tenía los ojos un poco llorosos.

- Gracias, ¿por qué?

- Por llegar a mi vida, por amarme, por luchar por mí, por no dejarme jamás, por amar a mis hijos y gracias por hacerme tan feliz, nunca pensé volverme a enamorar de esta manera.

- Alicia, ¡mi amor! Eres el amor de mi vida y por ti soy capaz de todo, amo todo de ti y ¿sabes qué? Muero porque tengamos esa cena con nuestros hijos porque ahora sé que nos apoyan y quieren lo mejor para nosotros.

- Sí amor, entonces vamos a planear la cena, para compartir nuestra felicidad con las personas que más amamos, ¿te parece si la organizamos para hoy en la noche?

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Se acerca el final!