Capítulo 5: Quien pierda, friega

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Yelena, Kate y Peter preparaban sus tostadas adormilados, sin decir una palabra. Peter no dejaba de pensar en la conversación con Harley la noche anterior. Odiaba la noche. No sabía si era la oscuridad o el cansancio, pero solía ser más abierto a esas horas y contar cosas de él que después a lo mejor no estaba tan seguro de que quería que las supieran.

—¡El fantasma sin cabeza está intranquilo, mueve todas las tumbas hacia él tanto como puedas! —gritó Harley entrando a la cocina con dramatismo y una grande juego de mesa en sus manos.

—¿Buenos días? —respondió Yelena.

—¿De qué hablas? —preguntó Peter antes de beber de su taza de STAR WARS.

—Es un juego de mesa —explicó Kate—. Va de un camino que tienen que hacer los personajes hasta llegar al fantasma sin cabeza sin morir en el intento.

—Vaya —exclamó Yelena.

—Creí que el fantasma sin cabeza era un libro —dijo Peter acercándose a mirar el juego.

—También —respondió Harley—, pero lo que es más importante, esto es mi infancia, y vosotros, sois los que podéis guiarme por el camino de los recuerdos.

—Quieres que juguemos contigo —entendió Yelena antes de morder su tostada con mermelada.

—¿Es que no lo he dicho claro? —preguntó Harley, los demás hicieron muecas—. Bueno —dijo Harley antes de que cualquiera respondiera—. ¿Qué? Yo quiero ser las fichas amarillas.

—¿Hay rojo? —cuestionó Peter.

—Hay rojo —respondió Kate quitándole el juego a Harley—, pero no hay tablero. Lo perdí hace tiempo, así que no podemos jugar.

—¿Qué? —preguntó Harley—. ¿Encuentro el camino a mi infancia y tú pierdes el mapa? Esto es una abominación.

—Es solo un juego —le quitó importancia Yelena—. Si quieres jugar a un juego de mesa hay mil juegos más.

—Yo jugaba a uno que se llamaba Gestos con mis tíos cuando era pequeño —recordó Peter—. Era un juego de mímica.

—Yo paso de hacer mímica —dijo Yelena—. No es lo mío moverme como un pato mareado y que los demás tenga que adivinar que en realidad finjo tomarme un helado.

—Pero los gestos de los helados son muy fáciles —comentó Harley, Yelena rodó los ojos.

—Yo cuando era pequeña jugaba a la oca —contó Kate—. Ya sabéis lo "de oca en oca..." Ay, ¿cómo era? ¿"De oca en oca y otra vez me toca"?

—Eso suena muy mal —comentó Harley—. Es "de oca en oca y tiro porque me toca" —recordó él.

—Ah, sí —señaló Kate—. También jugaba al parchís con mis amigas, pero siempre lo odié.

—Yo juego con una app del móvil con mi hermana —contó Harley señalando su teléfono—. Es que hay como un apartado que se juega en pareja y es super divertido. Podríamos jugar ahora. Chicas contra chicos.

—Y quién pierda recoge la cocina del desayuno —apostó Yelena, todos se miraron preparados para aceptar—. Bien. ¿Cómo se llama la aplicación?

—Parchís Star —respondió Harley—. Primero me meto yo, luego le doy el código a Peter y después os metéis vosotras para que se formen bien los equipos.

—Bien —aceptó Kate—. Os avisamos cuando se nos descargue.

—¿Tú estás, Peter? —preguntó Harley.

—Casi —respondió él mirando como solo quedaba un quince por ciento para que se descargara, este no tardó demasiado—. Vale, díctame el código.

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