Capítulo 13: Madurez y celos

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—Buenos días —saludó Harley al resto de sus compañeros quienes desayunaban con pereza y cansancio aquella mañana de domingo... o a esas alturas ya la tarde del día.

—Hola. —Kate fue la única que respondió sin siquiera mirarle, pero levantando una mano en su lugar.

—Vaya, me he despertado el último —observó Harley acercándose a por un poco de zumo de naranja—. Aunque en realidad llevo despierto horas mirando Tik Tok. —Harley pegó un bostezo—. Para colmo he descubierto que soy inútil.

Yelena soltó una risita.

—Nunca antes habría dicho que Tik Tok es una buena fuente, pero después de esto... —comentó ella. Harley rodó los ojos.

—¿Y por qué eres tonto, Harley? —se interesó Kate mientras mojaba una de las galletas en su leche.

—Escuchad esto. —Harley levantó su móvil.

—Demuéstrame que no eres ese porcentaje de la población inútil —dijo la voz del vídeo del Tik Tok, Peter, Kate y Yelena se miraron—. Baja un dedo si sabes montar en bici. —Peter y Kate lo bajaron al momento mientras Yelena les imitaba algo discreta—. Baja un dedo si sabes silbar. —De nuevo bajaron Yelena y Peter, pero no Kate—. Baja un dedo si sabes nadar. —Todos lo bajaron—. Baja un dedo si te suena chasquear los dedos. —Peter lo comprobó y bajó su dedo, el resto también lo intentó, pero resultó en vano—. Baja un dedo si sabes inflar globos. —Kate rio tímida mientras Yelena era la única que bajaba el dedo—. Baja un dedo si sabes atar el globo. —Nadie lo bajó esa vez—. Baja un dedo si sabes tomar pastillas. —Todos menos Harley—. Baja un dedo si eres capaz de matar una cucaracha. —Peter y Yelena—. Baja un dedo si eres capaz de mantenerte en pie sin agarrarte en el metro.

—Bueno tengo telarañas —comentó Peter con una risita mientras todos bajaban sus dedos.

—Y baja un dedo si sabes freír un huevo —terminó el vídeo mientras Peter y Yelena bajaban sus dedos y Harley y Kate bajaban la mirada avergonzados—. Si no has levantado más de cinco dedos, felicidades eres inútil para la sociedad. No sabes hacer lo que todos saben.

—Vaya, qué bonito —dijo Kate con ironía observando sus manos.

—Acabo de darme cuenta de que así no soy un adulto —dramatizó Harley.

—No creo que silbar o chasquear los dedos definan tu madurez —le animó Peter acompañado de una sonrisa tranquilizadora.

—Depende de cómo lo veas —dijo de pronto Yelena—. ¿Qué edad tienes Harley? Si no sabes hacer lo que todos sabemos hacer. Ni freír un huevo.

—Es difícil que no se rompa la yema —le apoyó Kate. Yelena rodó los ojos.

—No sé, quizás no estáis tan listos para vivir solo como creíais —se burló ella. Kate y Harley se miraron.

—¿Qué no? —preguntó la arquera malhumorada—. Pues hoy Harley y yo nos encargaremos de todas las tareas de la casa. Peter y tú podéis descansar.

—Sí —aceptó Harley—. Y hoy vamos a comer huevos fritos.

—Sin yema —le susurró Yelena a Peter, quien se mantenía desconcertado.

Yelena salió triunfante con Peter. Kate y Harley se miraron muy seguros.

—¿Sabes? —preguntó Kate—. Sé que lo hace para que seamos sus sirvientes, pero vamos a actuar como adultos para demostrarle que ser los más divertidos...

—Y torpes —añadió Harley.

—Y despistados —dijo Kate también rascándose la cabeza.

—E irresponsables —respondió Harley.

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