Capítulo 24: Incertidumbre

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Peter abrió la puerta con un nudo en la garganta. Habían pasado el día en la casa de Harley, pero ya había llegado la noche y lo cierto es que no iban a quedarse allí. No podían. Sino estarían las preguntas y Peter y los demás no querían responder, además tampoco tenían fuerzas para inventar una mentira.

—Buenas noches —les deseó Peter con una media sonrisa, ellos se la devolvieron preocupados.

Después de eso, las chicas se fueron por su lado y los chicos por el suyo. Kate apretaba los puños, no era su primera vez enfrentándose a amenazas, pero estaba aterrorizada. No podía sentirse segura ni dentro de su propia casa.

—Ha sido un día duro —comentó Yelena amontonando su pijama en su brazo, Kate asintió con poco fuerza—. Voy a cambiarme y a lavarme los dientes y eso, ¿vale? Ahora vuelvo.

Kate volvió a asentir mientras seguía a Yelena con la mirada muy atentamente. Se sentó en la cama cansada y se llevó las manos a la cara. Podía con todo esto, no era la primera vez.

Todo lo que había pasado con su madre... Todo lo que había aprendido de Ojo de Halcón... Era hora de ser esa vengadora que siempre había soñado.

—He vuelto —sonrió Yelena, Kate levantó la mirada. ¿En qué momento había pasado el tiempo?

—Vale, ahora voy yo —aceptó.

Fue al baño donde se lavó la cara. Observó su reflejo durante unos segundos. Pálido y reflejando el terror. Dio un pequeño suspiro y se apartó. Se cambió al pijama y se aseó todo lo necesario sin dejar de pensar. El Duende Verde no tenía por qué atacar en ese momento. Tal vez se preocupaba de más.

Regresó a la habitación para encontrarse a Yelena con su teléfono. Lo silenció y le sonrió. Kate sonrió también como pudo y se dispuso a tumbarse en su cama, pero aunque cerró los ojos no fue capaz de conciliar el sueño, su mente se limita a reproducir imágenes con los peores escenarios.

Kate abrió los ojos temblorosa y miró a Yelena. Ella seguía con su teléfono. Con ella despierta se sentía mucho más protegida. La observó unos segundos hasta que se atrevió a decir:

—Yelena, tengo miedo.

La chica le miró al momento. Tardó unos segundos en responder:

—Duermes con una viuda negra, no hay nada que temer.

—Vale —la voz de Kate sonaba completamente quebrada, Yelena se giró a ella realmente preocupada.

—Kate —le llamó, ella le miró, sus ojos estaban cristalizados—, todos tenemos miedo —señaló Yelena—. No es una situación sencilla. ¿Qué puedo decirte? Ayudar al mundo nunca lo será, pero lo bueno de todo esto es que no estás sola.

Los ojos de Kate brillaron con esperanza. Señaló la mano de Yelena y preguntó:

—¿Puedo darte la mano?

Yelena le sonrió con ternura y entrelazó sus dedos con los temblorosos de Kate, los cuales cesaron en cuanto notó el calor de Yelena. Kate observó los ojos azules de Yelena con una pequeña sonrisa, Yelena se la devolvió.

Ahora sí podía dormir tranquila.

. . .

—El miedo no es solo un enemigo, también puede ser un aliado —señalaba Estrella en su vídeo—, pero obviamente todo en exceso es malo por eso voy a explicarte datos por los cuales no debes tener miedo: Uno, la mayoría de las cosas que imagines nunca van a ocurrir; dos...

—¿Tú tampoco puedes dormir? —preguntó Harley con su ordenador sobre el regazo, Peter se encogió de hombros—. Te entiendo.

Peter tragó saliva.

Compañeros para SpidyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora