Capítulo 14: ¡Feliz día de la madre!

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—¿He limpiado ya la lámpara? Estas flores se veían mejor para el otro lado. No fastidies, ¿otra pelusa? ¡He barrido siete veces!

Harley llevaba toda la mañana dejando la casa perfecta. Ese día su madre iría a visitarlos por el día de la madre y ella era ese tipo de visitas demasiado crítica.

—Vaya, nunca ha estado todo tan ordenado —observó Yelena cuando se levantó paseándose por el pasillo observando cada detalle y rincón que Harley había dejado impoluto.

—Mi madre puede llegar en cualquier momento y aún siento que puede criticar algo —contó Harley encargándose de limpiar el espejo—. ¿Por qué siempre se queda sucio?

—Está bien, chico —le quitó importancia Yelena encogiéndose de hombros.

—Aquí no hay que limpiar a lo que ve la suegra, Yelena —dijo Harley—. Es una madre.

—¿A lo que ve la suegra?

—¿No conoces esa expresión? —preguntó Harley, luego negó con la cabeza—. Como sea —dijo después guardando todos los productos en un cubo de fregar—. Ahora voy a guardar esto. Mi madre odiaba que limpiara y después dejase todos los productos por medio.

Yelena levantó las cejas mientras Harley se apresuraba a llevar los utensilios al lavadero.

—¿Dónde están Peter y Kate? —se interesó la chica cuando Harley volvió de nuevo para cambiar todo de lugar.

—Han ido a sacar a Lucky y a Fanny —contó Harley—. Kate le dijo que tú estabas muy cansada anoche así que Peter se ha ofrecido a sacar tu perra con ella.

—Ah —respondió Yelena.

—¿Te molesta? —preguntó Harley cambiando por quinta vez los libros de orden.

—¿Te ha dicho algo Peter? —preguntó Yelena.

—¿Crees que es mejor por colores o por tamaños o géneros o por autores? —cuestionó Harley en su lugar.

—Harley, te he hecho una pregunta —se molestó Yelena.

—Y yo otra —respondió Harley terminando de ordenar los libros esta vez por género.

Antes de que Yelena pudiese protestar el timbre resonó desde la entrada haciendo levantar a Harley de un salto.

—Ahí está —informó nervioso. Yelena rodó los ojos y siguió al ajetreado chico por el pasillo.

. . .

—¡Vamos, Fanny! —suplicó Peter—. Tenemos que volver a casa.

—Últimamente Fanny está muy apagada —comentó Kate—. ¿Crees que estará bien?

—Esperemos que sí —respondió Peter—. No me gustaría que volviésemos con Fanny enferma y Yelena me echase las culpas.

Kate se encogió de hombros acariciando la cabeza de la perra, pero ella a penas reaccionó. Peter se mordió el labio preocupado.

—Voy a buscar en internet qué puede pasarle —se le ocurrió a la arquera—. Quizás solo le esté afectando la primavera y los cambios de estación.

—Sí, puede ser —respondió Peter no muy seguro de la afirmación de su amiga, pero suplicando por dentro que así fuera.

Kate fruncía el ceño mientras buscaba por Google. Peter tenía un nudo en la garganta. ¿Qué podía ser? ¡¿Quizás cáncer?! Kate abrió la boca con asombro. Parecía que había encontrado algo.

—¿Qué? —preguntó Peter—. ¿Tienes ya una solución?

—Eso creo —respondió Kate, Peter cerró los ojos como si así doliese menos la noticia.

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