Capítulo 4

19.1K 1.2K 422
                                    

Emilio esperaba por Alek desde su cómoda silla en su despacho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Emilio esperaba por Alek desde su cómoda silla en su despacho. Los niños ya dormían, todas las tareas que desplegaban para conocer el paradero de Dasha culminaron horas atrás, aunque mañana debería seguir buscando, indagando de esa manera peculiar en la que su cuchillo se bañaba en sangre cuando nadie le daba información.

Moy ser —saludó Alek alternando su mirada en Nikolay y en su jefe.

De manos cruzadas en su espalda, se mantuvo de pie frente al escritorio aguardando las indicaciones por las que fue citado a altas horas de la noche en la propiedad de los Markov.

Para Emilio era verlo y rememorar la escena junto a Eleanor, la atención de ese sujeto en su abdomen, las manos de ella rodeándolo.

Tirando de la manga de su saco, se tomó su tiempo para hablar. Se daba cuenta que cada tanto Alek miraba el arma sobre la mesa y buscaba respuestas en Nikolay.

—¿Qué informes tienes para mí? —inquirió rascando su mentón.

El guardia frunció el ceño ante su pregunta. Hacía tres horas que dio un informe, y no debía dar otro hasta después de diez. De todas maneras, no iba a reprochar ni hacerle ver su error.

—La señora Markov está en su casa junto a su madre. Hace treinta minutos cenaron.

Mmm.

—Mañana domingo tengo entendido que pasará el día en su casa trabajando —detalló con respeto, percatándose de la poca atención que su jefe le estaba poniendo a la rutina un tanto aburrida que tenía su esposa —. ¿Necesita algo más? —añadió expectante.

No hacía falta conocerlo a fondo para saber cuándo Emilio buscaba más en las personas, cuando unas simples palabras no lo satisfacían.

Jugueteando con sus anillos, y frunciendo sus labios de forma pensativa, Emilio se puso en su faceta más insolente, y eso Alek lo detectó.

—Necesito que me expliques de qué se trata la confianza que tienes con mi esposa —remarcó cada una de sus palabras con firmeza, endureciendo sus facciones. —. Es más, te daré la oportunidad de que defiendas tu postura, esa que te llevó a clavar sus ojos en su abdomen y abrazarla en el ascensor —vociferó entre dientes juntando sus manos cerca del arma.

De pie a la derecha de Emilio, Nikolay sacudió su cabeza resignado, más aun cuando Alek permaneció callado dejando que los segundos jugaran en su contra.

—¿Y bien? ¿Cuál es tu argumento?

Alek asintió aceptando su destino, sabía que vendría en cualquier momento, él mismo se lo quiso advertir a Eleanor cuando ella lo trataba como un amigo. Eso no estaba bien visto en los ojos de ninguno de la Bratva, mucho menos para los Markov. Y seguramente León haya dicho más de lo necesario.

—La señora Markov se sintió mal, perdió el equilibrio ante el dolor en su cuerpo. Hice lo primero que debía hacer, ayudarla. No iba a permitir que se desplomara al piso —demandó severo, en un tono defensivo que a Emilio no lo pasó por alto, tampoco esa nueva información que recibía.

Cruda redención © (Markov II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora