"-Quiero el divorcio.
-¿El divorcio? -preguntó cínico pasando el cigarrillo por sus labios -. ¿A ti quién te ha dicho que eso pasará?"
Marzo, 2022.
ADVERTENCIA: contenido +18, escenas explícitas de violencia, y un romance oscuro 😬🖤
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—Eleanor pidió traslado a su edificio, señor Markov.
—Si...nosotros continuaremos instalados aquí, y eso no quita que Eleanor siga al mando del departamento de marketing.
—Claro, si —carraspeó Lorenzo de brazos cruzados.
Tanto él como Caroline llevaban los últimos diez minutos hablando sin parar. Fueron llamados a la sala de juntas cuando Emilio se percató de la ausencia de Eleanor esas dos semanas. Lo menos que pensó es que ella continuara trabajando y a su vez trasladada de regreso en su propia empresa.
¿Le molestaba? No podía sacarse la rabia del cuerpo. Ahora no tendría excusa para llevar su mal humor cada día, esa de cruzársela en los pasillos. Ahora directamente no la vería, y su mal humor tendría otro motivo.
Y ya iban dos semanas.
En la primera de ellas tuvo la reunión con cada jefe de las plazas a lo largo de ese país. La solución a la que llegaron era atacar los almacenes que Farrell tenía no muy lejos de Houston y exigir que entregara a Dasha o tan solo el sobre.
Lo que más le preocupaba era la documentación de su hijo. Si Farrell quería una guerra justa por Dasha, la tendría. Ellos dos se enfrentarían, el que gatillara primero sería el ganador ¿Pero eso donde dejaba su venganza a Dasha? Era a ella a quien deseaba matar.
Si tan solo la encontrara sola, en un momento clave, donde únicamente ambos frente a frente acabaran el uno con el otro. Era eso lo que buscaría, y su mente ya tenía la manera de llegar a esa información. De callado, con unos pocos hombres de confianza.
No se gastaría en tirar el clan de Irlanda cuando únicamente deseaba acabar con una sola mujer.
—Tendremos informes semanales de su parte y las visitas a la petrolera de Irving serán bajo nuestro supervisión —continuó Lorenzo.
Emilio chasqueó su lengua sacudiendo su cabeza, provocando que aquel buen hombre tragara duro. Le tenía pánico, y al igual que todos en la empresa, esas dos semanas fueron las de peor ambiente laboral.
—Las visitas deberá hacerlas la directora de la sección de marketing y que yo sepa ninguno de ustedes dos lo es —los señaló para luego acomodar su enorme cuerpo en su silla de cuero.
—Entendemos su postura, pero Eleanor nos ha dado otras órdenes.
Caroline ya sabía muy bien a lo que se debía enfrentar, Eleanor ya se lo advirtió. Aun así, no creyó que fuera a sentir tanto temor, que una sola persona reflejara tanta oscuridad con solo estar ahí detrás de un escritorio creyéndose que llevaba el mundo sobre su mano.
—El contrato firmado por cada uno de ustedes tiene otras órdenes, y esas órdenes —Se acercó a la mesa con sus manos cruzadas. Su cara reflejaba el más puro cinismo —, de no cumplirse tienen una multa como consecuencia. Una multa que ninguno de ustedes puede pagarme en estos momentos, Así que... ¿Cómo haremos, señores? ¿La multa o seguir el contrato al pie de la letra? —arqueó su ceja expectante regocijándose en su poder y jerarquía.