No hubo tiempo de saludar a los niños, Emilio estaba decidido a recibir a los médicos sin perder más tiempo llevando a Eleanor hacia una de las tantas puertas que tenía ese pasillo. Una inmensa mesa de madera y cerca de diez sillas se desplazaban a lo largo de la habitación dejando por sentado que eso era una sala de negocios.
Los cinco médicos cargaban cinco maletines y una presencia firme. La experiencia y seriedad reflejada en sus facciones aludían a que conocían a la perfección la razón por la que fueron convocados.
Eleanor tomó asiento a la derecha de la cabecera, lugar que ocupó Emilio. Frente a frente Donovan se sentó clavando su siniestra mirada en ella, tirando de la solapa de aquel saco negro que parecía tener una colección de ellos.
Y todo comenzó en ruso.
Desde Emilio quien tomó primero la palabra, hasta los médicos que ni siquiera la miraban, como si fuese su esposo el enfermo. Cada tanto Donovan mecía la cabeza o asentía despacio, provocando que Eleanor se removiera en su lugar asustada por lo que estuviesen planeando sin ella saberlo.
¿Qué carajos hacia ahí su cuñado si no tenía poder de decisión en nada del asunto?
Lo cierto es que Emilio confiaba en él. Cada tanto giraba su rostro para consultarle o vaya saber uno qué carajos se decían porque ni siquiera una palabra podía descifrar esa castaña.
—Me gustaría saber de lo que están hablando, si no es mucha molestia.
Emilio carraspeó asintiendo.
—Claro, sí. —Se acercó a la mesa recargando sus brazos —. Estábamos con la presentación de cada uno, repasando los hospitales en los que trabajan y la experiencia en el rubro —le informó arqueando su ceja.
—¿Y no crees que deba saberlo también? Digo, son los médicos que van a atenderme —le sostuvo la mirada —. ¿Qué tan bueno son los rusos?
Su pregunta sonó prepotente, más que nada porque según él los médicos de su país eran mejores.
—Los tres hospitales más grandes del país son liderados por tres de estos médicos. Todos ellos son oncólogo y pueden dar fe en sus diagnósticos. Tendrán opiniones diferentes, pero es importante oírlos y saber qué posibilidad tenemos.
Tenemos.
—Sigues con la idea de que el embarazo continuará.
—Si, sigo con la idea.
—Ya te he dicho que no pueden nacer.
Eso pareció alterarlo pues el corto jadeo irónico que soltó era una simple pantalla a lo que deseaba decir. Se estaba conteniendo por los ahí presentes.
—Estamos listos para el primero —aludió Donovan jugueteando con sus anillos. Su pierna cruzada sobre la otra.
—Entonc—
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Cruda redención © (Markov II)
Romance"-Quiero el divorcio. -¿El divorcio? -preguntó cínico pasando el cigarrillo por sus labios -. ¿A ti quién te ha dicho que eso pasará?" Marzo, 2022. ADVERTENCIA: contenido +18, escenas explícitas de violencia, y un romance oscuro 😬🖤