Capítulo 27 - Extra

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Era extraordinario ser un simple espectador

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Era extraordinario ser un simple espectador. Él sabia mucho de eso, pero más que extraordinario era ser uno de su propia felicidad; su esposa en un palco frente a un micrófono en compañía de sus dos amigos regalándole a todos los presentes una sonrisa entusiasta, soñadora por haber logrado abrir su fundación en Houston en medio de su tratamiento.

Haberle pedido que descansara fue una tarea en vano, nada parecía sacarla de su objetivo, ni siquiera de continuar con empresa de marketing que adquiría más y más clientes.

Pensó en Lawson, en las veces que él admiró a su hija llegar a la cima, y en lo mucho que le hubiese gustado estar ahí para verla superarse inspirando a otros.

Pensó en él mismo, en como ahora ya no estaba al fondo del público, ahora iba en primera fila con un anillo en la mano y cinco hijos que impedían fuera una sombra.

—La Bratva creando una fundación, eso no se ve todos los días —murmuró León admirando también a Eleanor.

—Eleanor no es la Bratva —aclaró sin más.

—Es tu esposa, tú eres uno de los líderes, si eso no la hace parte de nuestro clan no sé qué lo hará —silbó sonriendo.

Emilio rodó los ojos y continuó escuchando cada donación que recibía la fundación.

Eran números grandes, no podía evitar sonreírle de vuelta cuando ella le guiñó un ojo. Dios, eso era el paraíso, un simple gesto, una promesa de una vida juntos, un...

—Has donado la mitad de ese dinero ¿no?

Emilio asintió severo, pero con orgullo.

—Si, lo hice.

Su hermano negó con su cabeza rendido, pero guardó silencio dedicándose a terminar de oír el discurso prolongado de su cuñada. Una vez los aplausos resonaron llevó sus dedos a su boca silbando con fuerza ganándose una mirada de advertencia por parte de Emilio.

Acercándose a ellos, aquella castaña agradeció en su trayecto a los invitados que la saludaban y mencionaban a su padre. Todos se movían en el área petrolera pero unas cuantas llamadas lograron traer autoridades de la salud, diputados y otra gente importante.

Todo obra de Emilio quien estiró su brazo para recibirla contra su torso.

—¿Ha estado muy corto el discurso? —curioseó apartando su rostro para enfrentarlo.

Emilio quiso decirle que corto era el tiempo que tendrían esa noche para ambos. Su padre estaba de visita junto a Arinka y la reunión familiar era imposible de postergarse.

—Pregúntale a León que casi se duerme de tanto oírte hablar —bromeó con galantería.

—Eh, no digas mentiras —indicó señalándolo con su vaso —. Ha sido el mejor discurso que escuché en la vida, cuñada. Mírame las manos, todas gastadas de tanto aplaudir —dijo estirando su mano llena de cicatrices.

Cruda redención © (Markov II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora