Capítulo 1

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Alek se llevó el cuerpo de Antonio antes de que Eleanor siguiera ensuciando su cuerpo de sangre fría

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Alek se llevó el cuerpo de Antonio antes de que Eleanor siguiera ensuciando su cuerpo de sangre fría. ¿A dónde? No lo supo, su cabeza había dejado de funcionar al verlo ser arrastrado por el concreto como de si una bolsa de papas se tratase. El dolor en su pecho y el vacío en su alma era inexplicable, saber que presenció la muerte de quien fue su compañero por tres años a manos su esposo era imposible de digerir.

—Señora Markov, pronto va a amanecer, no puede quedarse aquí esperando —murmuró Alek de brazos cruzados haciéndole compañía a las afueras del deshabitado casino.

El abrigo largo apenas cubría sus piernas desnudas, o calmaba el abandono que ya su cuerpo albergaba con solo saber lo que se vendría.

—No quiero irme —admitió a duras penas.

—Debe regresar a su casa.

Eleanor soltó una corta risa, casi tan igual a un llanto sofocado.

—No creo que tenga una ya.

Aquello desgarró las pocas fuerzas que le quedaban. Las palabras de Emilio resonaban en su cabeza, así como las de Donovan, para ellos era una traidora, alguien que puso en peligro uno de los niños, el futuro de esa organización y sin darse cuenta. Todo por un impulso, por no terminar de creerse que era merecedora de ese hombre y sus hijos, que esa imperfecta realidad como familia era certera y la cobijaba.

Sentía ganas de llorar hasta secarse, gritar hasta que su voz se esfumara, arrancarse cada parte de su piel, tener la posibilidad de regresar el tiempo y no haber sacado ese sobre sellado y cometer semejante locura.

Era increíble como un solo acto, una sola decisión derribó todo lo que había construido, todo lo que Emilio le dio y renunció por ella, por esos niños.

¿Por qué debió ser tan malditamente insegura? ¿Por qué seguir creyendo que Emilio iba a hacer el intercambio, aunque le mostrara que no?

Alek se sentó a su lado sobre el sucio cordón de la calle dejando a un lado la faceta de guardia. Probablemente porque la veía perderse a lo lejos y limpiar las lágrimas que desfilaban por sus mejillas en una sincronización agonizante.

—Seguro que piensas igual que Donovan, que soy una traidora.

—Para él cualquier mujer que se meta en su familia es una, y lamento decirlo, pero tiene bastantes razones para hacerlo —admitió serio, con sus codos sobre sus rodillas.

—Jamás me voy a perdonar esto —sacudió su cabeza llorando —. Emilio no me dejará acercarme a sus hijos nunca más.

Alek asintió despacio, dándole la razón, y eso bastó para que Eleanor se dejara llevar por el dolor acumulado cubriendo su rostro entre sus manos.

Era todo, la perdida de Antonio, el saber que él le jugó sucio y ella aun no entendía cómo. El fin de su matrimonio, del nuevo rumbo que estaban tomando con Emilio. Todo, absolutamente todo, por su desconfianza, por seguir hurgando con intenciones de encontrar más. Perdió a esos niños, el vínculo que tanto le costó construir y obtener por parte de su padre.

Cruda redención © (Markov II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora