Capítulo 5

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El doctor que Emilio prometió poner a su disposición estaba en su apartamento a primera hora de la mañana junto a un maletín cargado y una apariencia de sabiduría que a Eleanor le recordó por un solo segundo a su padre

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El doctor que Emilio prometió poner a su disposición estaba en su apartamento a primera hora de la mañana junto a un maletín cargado y una apariencia de sabiduría que a Eleanor le recordó por un solo segundo a su padre.

—Adelante —indicó desde la puerta tras recibir la indicación de Alek de que todo estaba fuera de peligro.

Abrigándose con su saco de lana grueso, su pijama de algodón y sus pantuflas, lo siguió a la sala sin importarle su aspecto. No tenía ánimos de arreglarse, tampoco de salir del edificio. No luego de haber visto a Enzo y a Elliot la noche anterior.

—Buenos días, soy el doctor Wright del Hospital de Houston, un placer —extendió su mano para saludarlo.

—Eleanor Law...Markov —sonrió cortésmente tras percibir su error y de que posiblemente ese médico no la conociera por el apellido de su familia paterna.

—Se me ha informado que presenta dolores estomacales a menudo durante las últimas semanas ¿Ha ingerido algo que crea que le provoque tales dolores? —preguntó con seriedad indicándole que se tendiera en el largo sofá.

Eleanor trató de calmarse, alejar los malos pensamientos y pensar en su respuesta. Y obedeció al mandato mirando hacia Alek que no quitaba su atención de cada paso de ese médico.

Al menos estando ese guardia ahí se sentía segura.

—No lo recuerdo muy bien.

—¿No lo recuerda o no ingirió ningún alimento que pueda provocar sus dolores?

—No...no sé, fue hace varios días, ya no recuerdo —explicó alzando su blusa para la revisión.

Su pecho subía y bajaba con rapidez, y no iba a negar que estaba muerta de nervios de lo que podría salir de esa consulta. Jamás le gustaron los médicos.

—¿Comida chatarra? ¿Con cuanta frecuencia?

Alek carraspeó en señal de refrescarle la memoria. Bien sabía ella que estuvo dedicada a esa comida varios días.

—Los primeros días, pero no más —dijo acomodando su cabeza en el almohadón.

Las manos frías del doctor comenzaron a presionar cada parte de su abdomen, dejando que los segundos que pasaban fueran atosigantes. Eleanor observaba las muecas de ese hombre, algo que la acercara a una respuesta concisa, sencilla y no preocupante.

El problema fue cuando palpó la parte baja de su abdomen, apretando levemente. Esa mujer ahogó un jadeo arqueándose.

Analizando sus meucas, el doctor continuó palpando la misma zona, sin importarle que ella se quejara.

—Ya es suficiente —demandó Alek de brazos cruzados no gustándole para nada aquel panorama.

—Solo...aquí —tocó más cerca del dobladillo de su pantalón, para luego trasladarse a cada lateral de su abdomen bajo.

Cruda redención © (Markov II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora