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Las palabras de Tom le habían tomado desprevenida, "¿Quieres ir conmigo?" ¿Él en verdad dijo eso? No entendía la razón por la que se ponía nerviosa, o tal vez sí, se podría decir que nunca le habían hecho una invitación así, y menos cuando apenas lo conocía de hace dos días. ¿Cuánto tiempo se había quedado sin responder? Ni idea, pero todos se pusieron de pie y por inercia Cailin hizo lo mismo; todos se despedían, los padres de los hermanos Kaulitz eran un completo encanto, sobre todo su madre.

―Esta semana mis hijos terminarán de mudarse, así que la próxima semana haremos un almuerzo, deberían ir. Seguro les gustará tener compañía de su edad.

Aquella señora guapa sonreía con cariño hacia Cailin y Vanessa. Entonces la señora Owen se acercó con otra adorable sonrisa.

―Parece que iniciaron bien. Niñas, ¿por qué no ayudan mañana por la mañana a los chicos con la mudanza?―. Dijo la señora Owen.

―A decir verdad, he invitado a Cailin a desayunar mañana. Vanessa y Bill irán juntos también―. Intervino en seguida Tom.

¿Por qué hacía eso? De verdad que Cailin se ponía nerviosa. No podía hacer más que sonreír con nervios. En muchas ocasiones no sabía decir "no" y ese momento, contaba como parte de aquellas ocasiones. Vanessa miró a Cailin con una sonrisa juguetona, se burlaba de ella ya que sus nervios eran demasiados.

Por otro lado, la madre de Tom parecía feliz de escuchar aquello, al igual que la señora Owen. La madre de los gemelos desde que vio a Cailin, le gustó, había escuchado demasiadas cosas buenas de ella por lo que creía sería buen partido. Era del tipo de madre que siempre buscaba la mujer perfecta para sus hijos. La señora Owen muy ajena al tema, solo sonreía y decía que sí a la mayoría de las cosas. Excelente madre al parecer de muchos, pero Cailin y Sam sabían bien sobre su propia familia.

―En tal caso, mañana después de desayunar pueden ir con ellos y ayudarles con algo.

• • •

―¿Qué te pareció Bill? ¿Es hermoso, no?

Vanessa se encontraba frente al tocador de la habitación de Cailin, se peinaba el cabello mientras sonreía como una completa enamorada.

―No pude hablar con él, pero sí, es encantador de cierto modo. Se nota que es un buen chico y que te quiere demasiado.

―Y... ¿Tom?

Sin saber cómo, el objeto que Cailin tenía en manos se le resbaló, parpadeó repetidas veces tratando de aclararse la mente. Levantó lo que había tirado y lo puso en su lugar de nuevo; ya que la confianza entre ambas era demasiada, comenzó a quitarse la ropa para ponerse su pijama.

―¿Tom? ¿Qué pasa con él?―. Respondió tratando de sonar desinteresada, aunque más bien sonaba nerviosa.

―Está bien, tengo que decirlo, simplemente no me puedo quedar callada... Sí, él es muy guapo, pero es un completo idiota. Sabe cómo atraer a las mujeres, Cailin, solo le gusta tener sexo y luego adiós, ni se acordará de tu nombre...

―¡Vanessa, no dije que me acostaría con él!―. Le reprendió enseguida riendo sarcástica.

―Lo sé, pero créeme, cuando alguien le atrae sexualmente, busca la manera de llevársela a la cama o simplemente se divierte apostando con sus otros idiotas amigos. Cailin...

―Vanessa, basta. No soy estúpida, no caeré en ningún juego, ni nada de lo que piensas. Sé cuidarme, y en todo caso, Sam siempre lo hace.

―Sí, pero Sam no estará contigo cuando por "accidente" ambos queden solos. Siempre busca la manera y se nota que te gusta, es por...

―¡Vanessa! No, no, no, no y definitivamente no. Cuando lo conocí supe que era un cretino y...

―¿Ya lo conocías?

―Unos días antes, pasé el día entero con Sam y él, ya sabes, estaba con una rubia descerebrada. La escuché hablar del buen sexo que tuvieron y todo eso...

―Y eso te molesto.

―Así como me molestaría que llegaras y hablaras del buen sexo que tienes con Bill.

―A mí me pides detalles―. Mencionó Vanessa con una sonrisa a su favor.

―... Sí, pero tú eres mi mejor amiga. Es diferente.

―En fin... Cailin, yo solo quiero cuidarte como amiga tuya que soy, conozco a Tom desde hace ya un tiempo y he visto lo suficiente como para no quererlo cerca de ti.

―Lo entiendo, lo entiendo. Gracias.

―Bien, pero, respóndeme algo... ¿Él... te gusta?―. Preguntó su amiga demasiado curiosa.

―Vanessa...―. Cailin le miró con mala cara, quería que ese tema se detuviera, era algo incómodo. Se metió bajo las sabanas de su cama y se acomodó ignorándola.

―Por favor respóndeme eso y dejaré de molestar.

Vanessa no recibió respuesta alguna, así que con un suspiro se metió a la cama y apagó las luces. Pasaron unos minutos y entonces escuchó una respuesta.

―...Tal vez me atrae un poco...

―Mucho.

―Sí. Buenas noches.

Se respondían de manera seguida y rápida para poder pasar ya el tema. Cailin suspiró asustada incluso por sus propios sentimientos, los cuales no sabía exactamente cuáles eran; mientras que Vanessa se preocupaba un poco porque su amiga saliera lastimada.

• • •

La primera en despertar claramente sería Vanessa. Estaba entusiasmada por volver a ver a Bill, al parecer el estar con él un rato la noche pasada no le fue suficiente, pues ya estaba sobre Cailin brincando y diciéndole que despertara para que se arreglara. Eran apenas las seis y se suponía que verían a los chicos a las ocho, ¡aún faltaban dos horas! En un principio se negó a despertar, pero después se fastidió de la voz de su mejor amiga.

Tomaron una ducha, Cailin solo se vistió con algo cómodo como unos jeans, tenis y una blusa gris con una camisa encima de cuadros. En cambio Vanesa utilizó un short corto, una blusa algo transparente y zapatos de tacón no tan altos como los que solía usar. Quien la mirara diría que es sexy y una modelo. Ese no era el caso de Cailin, ella en definitiva tenía mucho de lo que sentirse orgullosa, mucho que mostrar e incluso presumir, pero no era ese tipo de chica, no sabía demostrar su belleza.

En eso de las siete con cincuenta minutos, Vanessa bajaba por fin, era buen tiempo pues los chicos vivían justo enfrente de aquella gran casa. Cailin platicaba con su hermano mientras esperaba a su amiga, a Sam simplemente no le gustaba la idea de que saliera con aquellos chicos, al menos no con Tom.

• • •

El lugar elegido por los chicos era elegante y Cailin simplemente no tenía las ropas adecuadas, ¿qué debía hacer? Se sentía de cierta forma avergonzada debido a su aspecto desliñado. Vanessa y Bill tomaron asiento juntos, mientras que los otros se vieron obligados a hacer lo mismo. No sabía qué decir, si debía mirarle de vez en cuando o solo ignorarlo, era difícil para ella, sabía cómo ponerle nerviosa.

El desayuno no fue tan malo después de todo, le fue cómodo platicar un tiempo después, y pudo conocer más que bien a Bill, él era un completo encanto. Tom por otra parte, era algo egocéntrico y machista, pero de alguna manera, eso era atractivo. Al terminar el desayuno Bill había mencionado que quería estar a solas con Vanessa, por eso mismo Cailin inventó algo y Tom solo asentía diciendo que se iría con ella a casa para hacer algunas cosas de la mudanza.

Addicted to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora