—¿Tom ya ha despertado?
—Debes de estar bromeando, estuvo toda la noche fuera y por la mañana vino con Ria-. Le respondió Bill invitándole a pasar mientras hacía unas leves muecas de negación por lo tonto que se comportaba su hermano.
—Ah, sí—. Cailin, como siempre trataba de ignorar la cruda realidad. -Bill... Me gustaría hacer el desayuno para Tom, ¿puedo?
Bill sabía lo que hacía, y lo mal que le haría si continuaba, tanto él como su mejor amiga Vanessa le habían advertido, pero era muy terca y enamoradiza como para querer escuchar y hacer caso.
—Si te sigo reprochando las cosas y me niego a esto, ¿me ignorarás no?
—Me conoces bien, Bill.
—Ahh... Entonces no tiene caso decirte que no. Toma lo que necesites de la cocina.
—Gracias... También prepararé algo para ti.
—Gracias. Estaré viendo la televisión, avísame si necesitas algo.
Asintió una vez y con una sonrisa fue hasta la amplia cocina, registró cada parte de ella y encontró todo lo necesario. Les daría un buen desayuno, pero más que nada lo hacía pensando en Tom. Preparó algo de café y jugo natural, tostó algunos panes, sacó mantequilla, mermelada, algo de crema para el café y embutido, queso, miel y muesli. Entre otras cosas. Era un desayuno alemán, seguro que eso le gustaría tanto a él como a su hermano.
Preparó una bandeja, ahí tenía el desayuno de Tom, también preparó la mesa, que era donde estaba el desayuno de Bill; le llamó antes de que se enfriara y se hiciera más tarde, el desayuno se supone que ellos lo toman desde las seis en punto de mañana, o al menos eso sabía que acostumbraban cuando vivían en Alemania.
Subió las escaleras con cuidado hasta donde sabía que se encontraba la habitación de Tom, sin tocar la puerta tan solo una vez, entró dejando la bandeja llena de comida sobre una pequeña mesa que tenía ahí mismo, en su habitación. Él estaba dormido, parecía un ángel, completamente tranquilo y relajado. Nada parecía molestarle y parecía que tenía un buen sueño, pues una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios. Cailin se quedó como tonta, mirándole.
Se acercó hasta donde él dormía y se arrodilló dejando su rostro a la altura de la Tom. Su espalda estaba desnuda y perfecta, sus brazos estaban cruzadas bajo su rostro lo cual hacía marcar sus músculos. Lo miró por un minuto, y luego su mano se sintió curiosa por tocar su rostro, lo cual hizo sin dudar. Con mucha suavidad su dedo índice delineó su perfecta nariz y acarició su frente, sus facciones estaban relajadas, por lo tanto no parecía molesto o estresado de alguna manera. Después de tres minutos más él se movió, haciendo una pequeña mueca, incomodidad tal vez. Poco a poco abrió los ojos y lo primero que vio fue a esa chica que todo el tiempo le era molesta, pero que sin duda le prestaba más atención que incluso su propio hermano gemelo y madre.
—Ah, ¿qué quieres?—. Le preguntó algo molesto y empujando la mano de Cailin.
—Perdón... Yo... Te hice el desayuno—. Le murmuró con una sonrisa nerviosa.
—A noche no pude dormir, ¿y tú me estás molestando tan temprano? Vete.
—Es tarde, anda, desayuna algo o bebe un poco de jugo—. Se puso de pie y fue por la bandeja de comida, la puso sobre la cama, a lado de Tom. —Te hice un desayuno alemán, hace unos días mencionaste que lo extrañabas así que...
Un pequeño grito salió de sus labios después de escuchar como los platos y vasos se rompían contra el suelo. Su blusa y pantalón estaban manchados de café, y su piel ardía por lo muy caliente que aún estaba el café. Había quedado muy rojo, nada demasiado grave pero sí dolía. Tom había sido demasiado grosero con tirar la comida de esa manera, con pedirle que se fuera de una manera tan brusca. Sí que le molestaba que lo despertaran cuando no había dormido lo suficiente.
Al darse cuenta de lo que había ocasionado, el sueño desapareció enseguida y se puso de pie mirando a Cailin quejarse del ardor en su piel, para ser exactos en su muslo izquierdo y en su vientre.
—Cailin yo...
—Estoy bien, estoy bien. Tengo que irme.
—Pero espera... Ah. Mierda.
Estaba llorando, era muy sensible como para esconder sus lágrimas y demasiado tonta como para poder fingir un buen estado de ánimo. Salió corriendo de ahí, sentía que si no se quitaba la ropa enseguida sería aún más doloroso.
• • •
Sin dar demasiadas vueltas... La vida de Cailin literalmente se dio en torno a Tom, sus calificaciones perfectas en la universidad se volvieron una porquería. Cailin sufría día a día y Tom era el causante de todo aquel dolor, ¿a él qué le importaba cuando bien podía decir solo un "lo siento" y la chiquilla enamorada se lo creería enseguida? Cailin creía que las cosas mejorarían y bueno, por su lado así es como fue, aunque no era lo que creía.
• • •
Eran principios de verano, había demasiado calor y todos los universitarios se preparaban para tener unas buenas vacaciones con drogas, sexo y fiestas en montón hasta los últimos días libres. Vanessa y Bill estaban por cumplir un año y medio juntos y deseaban festejarlo; Cailin y Tom... Ellos apenas tenían dos meses y medio de relación. Sí, a Cailin por fin se le hizo el tener de novio a ese idiota pero perfecto hombre. Cailin era feliz, y a Tom solo le convenía tenerla. Poco a poco Tom se volvía peor, ¿de verdad era tan capaz hacer tanto daño a una inocente chica? Al parecer sí, pero en realidad a él igual le dolía a veces.
—¿Le has dicho a tus padres lo de la casa en el lago?—. Preguntó Tom con cierta emoción, sabía que si a Cailin le daban la gran casa que tenían frente a un hermoso lago, harían una gran fiesta llena de chicas lindas, algo que sería como un buffet para Tom.
—Sí, ellos aceptaron dármela por todas las vacaciones-. Respondió Cailin sonriente por complacer a quien era su novio.
Tom nunca le había un solo beso en los labios a la encantadora Cailin, al menos no a ella, porque por otro lado, Tom aún se acostaba con quien quisiera y a la hora que quisiera.
Como si fuera un pequeño cachorro, la recompensa de la chica fue recibir un beso, el primer beso del chico que ahora se admitía solo a sí misma, estar enamorada. Fue algo así como un beso perfecto, él se acercó de manera lenta y con una sonrisa coqueta, tomó el rostro de Cailin y lo acercó al propio; ella por inercia se puso de puntillas ya que era mucho más baja, cerró los ojos y entreabrió los labios para recibir los de él. Fue un beso lento, que sin duda le hizo sentir miles de cosas, ese tonto cosquilleo de enamorada, las dichosas mariposas, sí, ahí estaban merodeando en todo su estómago dándole estúpidos cosquilleos.
—Prepararé algunas cosas, podemos irnos mañana por la mañana para llegar por la noche. Es lejos, ¿no?
—S-sí, es algo l-lejos—. Tartamudeó la joven como una tonta por esa sonrisa y beso.
Tom se fue a su casa y Cailin también, ambos con planes en mente para sus largas vacaciones de verano. Ah, sí. Algo que faltó agregar fue al perfecto Jeremy, el mejor amigo de Cailin y a quien hace mucho no veía debido a que él tuvo un intercambio a París por sus estudios. París, la tierra soñada de muchas chicas.
Regresó poco antes de que Tom y Cailin iniciaran una relación, él y Tom se tenían un especial odio, no podían ni verse de lejos; Jeremy sabía lo que Tom había hecho y a Tom... A Tom solo le molestaba el simple hecho de que ese "mejor amigo" estuviera cerca de Cailin.
Jeremy era el típico mejor amigo enamorado de su mejor amiga desde ya hace varios años, y ella quien no se daba cuenta de las indirectas. Cailin invitó a su mejor amigo a la casa del lago, a Tom seguro le molestaría cuando lo supiera, pero por el momento no era problema, seguro Tom planeaba invitar a su chica de repuesto, Ria. Pero bien, apenas y era uno de los problemas que no solo Cailin viviría, sino también Tom.
ESTÁS LEYENDO
Addicted to you
RomancePrólogo ―No me dejes― exclamó el chico con lágrimas en los ojos. Instagram: @writer.cjg